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Vindolanda



Vindolanda fue un castrum, uno de los fuertes que custodiaban la Muralla de Adriano. En sus ruinas fueron excavadas las celebradas tablillas de Vindolanda.[1]

En 2011 el Museo Británico prestó nueve tablillas al museo de Vindolanda.[2]

Se ha podido comprender mejor la vida de los soldados y sus familias del fuerte de Vindolanda gracias al descubrimiento de tabletas en las excavaciones (se encontraron quinientas aproximadamente entre 1970 y 1980) que datan en torno al 90 y 120, las cuales estaban escritas en latín cursivo y hechas de paneles rectangulares de madera (abedul, roble y aliso) cuyo tamaño es similar a una postal moderna (0,25-3 mm. de espesor y 20x8 cm. de superficie). Estas tenían una capa de cera de pocos milímetros en la que era fácil rectificar errores o toda la escritura gracias a la posibilidad de alisar la cera y reutilizar la tablilla. Se escribía con un stylus con tinta a base de carbón sobre temas variopintos, desde asuntos oficiales como la logística del campamento, hasta testimonios de la vida cotidiana. Buena parte de estas tabletas se encuentran en el Museo de Vindolanda gracias a un acuerdo entre el British Museum y Vindolanda Charitable Trust.

En principio no todas las tabletas encontradas estaban en buen estado, sin embargo algunas de ellas consiguieron conservarse gracias a las condiciones del suelo, cuya lectura, no todas, se dificultó debido a que la madera se oscureció por la oxigenación. La solución fue el desciframiento mediante infrarrojos que permitió el aclaramiento de los trazos de tinta negra. Su escritura tampoco fue algo sencillo de descifrar para los paleógrafos, pero a pesar de esto, a través de las tabletas han podido estudiar el desarrollo de este lenguaje, por lo que se trata de un yacimiento que ofrece gran información sobre distintos asuntos.

Una de las tablillas más conocidas es la 291 y data en torno a 100, que contiene una invitación de cumpleaños de Claudia Severa, esposa del comandante de una fortaleza romana cercana, a Sulpicia Lepidina, casada con Flavio Cereal, comandante del fuerte III estacionados en Vindolanda. Dicha tableta se observa que está escrita por dos manos diferentes, debido a que la primera parte presenta una letra más irregular que las últimas cuatro líneas, por lo que lleva a la conclusión de que el principio está escrito por un escribano y el final por la propia Claudia Severa. Este testimonio es, probablemente, uno de los primeros escrito en latín por una mujer. La traducción de la tableta es la siguiente:

En el tercer día antes de los idus de septiembre, hermana mía, para el día de celebración de mi cumpleaños, te hago llegar cálida invitación para asegurarme de que vengas a vernos, y que hagas más agradable esta jornada con tu presencia. Saluda de mi parte a tu Cerial. Mi Aelio y mi hijo pequeño os envían sus saludos. Te esperaré, hermana.

Esto muestra cómo las esposas habitaban con los comandantes en los fuertes. No obstante, gracias al descubrimiento de diplomas militares de lincenciamiento, conocemos que muestran en nombre de niños y mujeres se ha corroborado que los oficiales de menor rango también estaban acompañados por sus familias.

Por otra parte, se encuentran otras tablillas que reflejan la vida cotidiana de los soldados, como es el caso del personaje Masclo, un soldado romano que recibió la orden de solicitar el envío de cervezas al destacamento defensivo del fuerte a través de una carta. Además, la misma carta revela que Masclo pidió un permiso, probablemente debido a una resaca. Otro ejemplo de la vida cotidiana es una tableta en la que una persona comenta que le han enviado 50 ostras y que le envía de regalo la mitad al receptor de la carta, o la tableta 343 enviada por Octavio a Cándido en la que consigna la entrega de trigo y cueros.[3][4]



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