El volapük es una lengua artificial creada por el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer en 1879, con la intención de facilitar la comprensión entre personas de distintas culturas (véase lengua auxiliar). En sus primeros años logró un gran éxito y se estima que llegó a tener unos cien mil hablantes en sus mejores momentos. Sin embargo, la relativa complejidad de la gramática (en comparación con su principal competidor, el esperanto) y graves disensiones entre los hablantes provocaron el declive de la lengua. En la actualidad, tiene unas pocas decenas de hablantes. El lema del volapük es Menefe bal, püki bal («una lengua para una humanidad»).
El abecedario del volapük, con mayúsculas y minúsculas separadas mediante guion, es el siguiente (se resaltan en negrita las letras inexistentes en el alfabeto español): A-a, Ä-ä, B-b, C-c, D-d, E-e, F-f, G-g, H-h, I-i, J-j, K-k, L-l, M-m, N-n, O-o, Ö-ö, P-p, R-r, S-s, T-t, U-u, Ü-ü, V-v, X-x, Y-y, Z-z.
Nota: ä, ö y ü en algunas ocasiones se escribían como ay, oy y uy, respectivamente (equivalente a la forma alternativa usada en alemán de ae, oe, ue).
Todas las letras tienen siempre la misma pronunciación sin importar su posición y nunca pueden ser mudas. Se pronuncian igual que en español, con las siguientes excepciones:
Dos vocales seguidas siempre estarán en sílabas distintas. Además, todas las palabras son agudas (la sílaba tónica, donde cae la fuerza de voz, es la última).
El volapük es aglutinante, lo que le permite la unión de diversos términos para formar una palabra nueva. Originalmente tenía cuatro casos: nominativo, acusativo (terminación -i), dativo (terminación -e) y genitivo (terminación -a). En 1931 se le añadió el vocativo, que consiste en colocar la interjección «o» delante del sustantivo. La palabra volapük significa «lengua del mundo»: vol (mundo)+ terminación de genitivo (-a) + pük (lengua). Una crítica al volapük era la deformación que habían sufrido las palabras al ser tomadas de otros idiomas (por ejemplo, vol y pük vienen de los términos ingleses world y speak, respectivamente).
Los adjetivos se forman añadiendo -ik al sustantivo del que derivan. Así, volik significa «mundial». La posición normal del adjetivo es detrás del sustantivo, con el cual no concuerda ni en caso ni en número, salvo que el adjetivo preceda al sustantivo o se encuentre separado de este.
Los adverbios se forman añadiendo el sufijo -o a la raíz o la terminación -ik del adjetivo. Así, por ejemplo, a partir del adjetivo vifik («rápido»), se puede formar el adverbio vifiko («rápidamente»).
Los pronombres personales, en singular, son los siguientes:
Estos pronombres se declinan como los sustantivos. Por ejemplo, el nominativo plural se forma añadiendo una s (así, obs sería «nosotros»); para formar el acusativo plural, se añadiría -is, etc.
Todos los verbos son regulares y pertenecen a una única conjugación, pero esa conjugación puede llegar a ser muy compleja. Hay morfemas para señalar el tiempo, aspecto, voz, persona y número y, para la tercera persona, también el género.
Para conjugar los verbos, se añade el correspondiente pronombre personal a la raíz verbal. La raíz se obtiene quitando la desinencia de infinitivo -ön al infinitivo. Por ejemplo, el presente de indicativo, voz activa, del verbo löfön («amar») es el siguiente:
Los demás tiempos verbales se forman mediante prefijos:
Para formar la voz pasiva, se añade una p delante de la forma en voz activa. Por ejemplo, elöfol («has amado») se transforma en pelöfol (has sido amado). En el presente, el prefijo es pa-: löfob («amo») pasa a ser palöfob («soy amado»). El complemento agente se introduce mediante la preposición fa («por», en español).
Además del indicativo, el volapük tiene cuatro modos más: el subjuntivo, el condicional, el optativo y el imperativo. La reforma de Arie de Jong suprimió los modos aoristo y yusivo.
El subjuntivo se conjuga añadiendo la partícula la a la forma en indicativo, separada mediante guion (ejemplo: löfob-la). Se utiliza para expresar duda.
Para el condicional, se añade la desinencia -öv directamente a la forma en indicativo; por ejemplo: löfoböv.
Así mismo, el optativo y el imperativo se forman añadiendo -ös y öd, respectivamente. Tanto el optativo como el imperativo expresan mandato o ruego, pero con distintos matices. El optativo, en principio, da la opción al destinatario de cumplir la acción requerida o no. El imperativo, en cambio, exige de manera obligatoria al destinatario que cumpla la orden. En la práctica, el optativo se emplea como un imperativo «de cortesía», dado que el imperativo propiamente dicho se considera demasiado directo y brusco.
Schleyer publicó un esbozo del volapük en mayo de 1879 en la revista católica Sionsharfe, de la que él era editor. A este primer artículo le siguió, al año siguiente, un libro en alemán. El éxito de la nueva lengua fue prácticamente inmediato.
El primer congreso internacional de volapük tuvo lugar en Friedrichshafen, en 1884, y el segundo en Múnich, en 1887. La lengua empleada en ellos fue el alemán, pero ya en el tercer congreso (París, 1889) el volapük fue la única lengua usada. En aquellos momentos, el idioma creado por Schleyer se encontraba en su punto más alto de popularidad, con un número estimado de 283 asociaciones, 25 publicaciones periódicas en o sobre el volapük y 316 libros de texto en 25 idiomas. Se creó la Academia Internacional del volapük (Kadäm bevünetik Volapüka) en 1887 para conservar y perfeccionar la lengua.
Fue precisamente a partir del tercer congreso cuando comenzó el declive imparable del movimiento. Esto se debió a las diferencias irreconciliables entre el sector que abogaba por introducir reformas en el volapük, encabezado por el director y luego presidente de la Academia de Volapük, Auguste Kerckhoffs, y el sector más conservador que no deseaba cambios, cuyo referente era el propio Schleyer. Schleyer insistía en considerar el volapük como propiedad suya, y en la acritud de la disputa llegó a negarse a reconocer la autoridad de la Academia. Todo esto provocó escisiones en el movimiento y una importante pérdida de apoyo, ya que muchos seguidores dirigieron su interés hacia otras lenguas artificiales, especialmente el esperanto, surgido en 1887.
En los años 1920, el neerlandés Arie de Jong, con la anuencia de los pocos hablantes de volapük que quedaban, llevó a cabo una reforma del idioma que publicó en 1931. La nueva versión reformada del volapük fue aceptada por todos y es la empleada en la actualidad. De Jong simplificó la gramática, suprimió las formas verbales poco usadas y eliminó ciertos indicios de sexismo que se apreciaban en pronombres y desinencias verbales. También introdujo el fonema r para hacer algunos morfemas más reconocibles; por ejemplo, gletik (grande) pasó a ser gretik.
Gracias a la labor de Arie de Jong, el volapük vivió un breve resurgimiento en los Países Bajos y Alemania, pero la represión que sufrieron las lenguas artificiales bajo el nazismo supuso un duro golpe del cual el volapük nunca se recuperó.
Se estima que en la actualidad sólo hay unas pocas decenas de hablantes del idioma, en su mayoría (si no en su totalidad) esperantistas interesados en la historia de las lenguas artificiales. A pesar de todo, siempre ha existido una comunidad de hablantes de volapük desde los tiempos de Schleyer, oficialmente dirigida por una sucesión ininterrumpida de cifals (de cifal, líder).
Personas que han sido cifals:
Este es el Padre nuestro, en volapük original (anterior a la reforma de 1931):
Padre nuestro, según la reforma de 1931.
El volapük ha sido objeto de numerosas críticas a lo largo de su historia. Sus detractores esgrimen varios argumentos que cuestionan la idoneidad de esta lengua como idioma universal. Las siguientes son algunas de las críticas más frecuentes.
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