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Voto en blanco



El voto en blanco es una de las opciones en unas elecciones que consiste en realizar el acto mismo del voto, o sea, votar, manifestando que ninguna de las opciones planteadas es adecuada. Para poder votar en blanco, el ciudadano debe ir a las urnas y realizar los actos formales que establece la legislación de cada país. El modo de concretar el voto en blanco varía: en Colombia, por ejemplo, se debe marcar la casilla indicada como "voto en blanco"; en otros países, se considera voto en blanco cuando el sobre de votación está vacío o contiene un trozo de papel en blanco.

El voto en blanco se presta a diferentes interpretaciones: hay quien opina que quien practica el voto en blanco emite su opinión en contra de todos los candidatos en contienda, y hay quien advierte que esa opinión está en cambio expresada por el voto nulo [cita requerida] y que el voto en blanco expresa en realidad indiferencia ante las opciones en una elección.[cita requerida] Partiendo de la premisa que una de las razones que explica el voto en blanco es la incapacidad del voto tradicional de capturar las distintas formas de expresar la voluntad del ciudadano, se ha planteado la posibilidad de aplicar el llamado voto sustractivo.

La práctica del voto en blanco se considera como abstención activa, definiéndose como la suma de votantes que emiten votos en blanco y nulos, diferente a lo que ocurre en la abstención.

Por regla general, los distintos sistemas electorales no consideran al voto en blanco como un verdadero voto. Al respecto, en la doctrina se habla de "votos válidamente emitidos", y se excluyen de los mismos tanto a los votos en blanco como a los votos nulos, aunque esto depende del país, en Uruguay por ejemplo existe la diferenciación entre el voto válido y el voto emitido, siendo el voto en blanco un voto válido (al igual que un voto positivo) que no es a favor de ningún candidato, y el voto anulado es un voto emitido pero no válido. Por lo tanto, no influyen en la elección de los candidatos, pero sí constituyen un importante parámetro de la medida de la legitimidad política, tanto del sistema electoral vigente, como de los candidatos de un determinado país.

A lo largo de la historia han surgido opciones electorales en los países democráticos que han tratado de ofrecer una forma válida de canalizar el voto en blanco o de protesta, mediante la cual el voto en blanco adquieriese propiedades que se manifiestasen ante el ciudadano como otra opción de voto útil. Por ejemplo, actualmente en España el partido Escaños en Blanco ofrece dejar efectivamente vacíos los escaños que obtenga, como modo de mostrar la protesta ciudadana.

Según la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, en su artículo 96, punto 5:[1]​ "Se considera voto en blanco, pero válido, el sobre que no contenga papeleta y, además, en las elecciones para el Senado, las papeletas que no contengan indicación a favor de ninguno de los candidatos".

En España el método de contabilización electoral es el de la Ley D´Hondt. Este sistema, a diferencia de otros como el Sainte-Laguë, distribuye de forma poco representativa -aunque proporcional- los votos. En España, el porcentaje mínimo para tener representatividad es del 3% en las elecciones generales y del 5% en las locales. El sistema electoral, gracias a esta ley de distribución de votos, funciona por cocientes. El voto en blanco se suma al número total de votos del escrutinio, a partir del cual se calcularán los porcentajes de representación. Así, un elevado voto en blanco (ejemplo con >50%) significa elevar considerablemente el número de votos necesarios para llegar al 3% (a 4´5% finalmente) del total, lo que dificultaría la representación de los partidos muy minoritarios. Existe en España un Movimiento Ciudadano por el Voto en Blanco Computable que lo que busca es que el Voto en Blanco sea tratado como una candidatura y se le asignen los correspondientes escaños vacíos Movimiento Ciudadano por el Voto en Blanco Computable (antes Ciudadanos en Blanco). Desde el año 2010 el partido Escaños en Blanco simula esa opción presentándose a las elecciones y dejando vacíos los escaños que consigue.[2]

En Chile, la ley de elecciones indica explícitamente que los votos en blanco (al igual que los nulos) no se consideran como válidamente emitidos. A pesar de esto, existe el extendido mito de que deben sumarse a la mayoría, lo que ha provocado confusiones en algunas ocasiones.[3]​Dicho mito se explica por el hecho de que en el plebiscito de 1980, en el cual se refrendó la Constitución Política que rige actualmente el país, el voto en blanco fue sumado a la opción Sí.

De acuerdo con la sentencia C-490 de 2011 de la Corte Constitucional, que declaró la exequibilidad de la Ley 1475 (Reforma Política), el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos” y agrega que “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector. Como consecuencia de este reconocimiento la Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular”.[4]

¿Qué pasa si gana el voto en blanco?

De acuerdo con el artículo 9 del Acto Legislativo 01 de 2009, "Deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una corporación pública, gobernador, alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando del total de los votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las corporaciones públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral". Según lo anterior, si en la repetición de las votaciones llegara a ganar nuevamente el voto en blanco, quedaría como ganador el candidato que alcanzó la mayoría de votos válidos en el certamen electoral. Por lo cual, se elegirá el segundo puesto en votos. La Corte Constitucional, en sentencia C-490 de 2011 declaró inexequible la norma de la Reforma Política que ordenaba repetir elecciones "cuando el voto en blanco obtenga más votos que el candidato o lista que haya sacado la mayor votación" y en consecuencia la mayoría necesaria para repetir la elección es mayoría absoluta, es decir el 50% más 1 de los votos válidos, y no mayoría simple.

En las elecciones locales de 2011 en la ciudad de Bello ganó el voto en blanco. Entre los votos no marcados, los votos nulos y los votos en blanco se eleva al 56,7% frente al 43,3% del único candidato que se presentaba. Como consecuencia de todo esto, se tienen que repetir las elecciones en menos de un mes.[5]

Voto en Blanco Colombia es un grupo de ciudadanos en Colombia y en el Exterior que promueven el voto en blanco desde 2012. Es un grupo que siempre ha promovido el voto por la última casilla del tarjeton. El grupo inicialmente fue conformado por colombianos en Bogotá, Medellín, Cúcuta y países como Canadá, USA, España, Puerto Rico, Gran Bretana. Actualmente, el grupo alcanza a 9.100 seguidores en Facebook que conecta alrededor de 45 páginas en varias ciudad. El voto en blanco en Colombia logró en el 2018 obtener la mayor votación en 20 años con 806.311 votos. En cada elección el voto en blanco ha venido creciendo.

En Argentina, desde la reforma constitucional del año 1994, se aplica en las elecciones presidenciales un sistema de balotaje, una segunda vuelta electoral en la elección presidencial en caso de que ningún candidato obtuviese más del 45 % de los votos válidos emitidos o, sacando un mínimo de 40 %, no superase al segundo por más del 10 %. Por otro lado, en 2003 se establecieron las elecciones PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) como una elección previa a las presidenciales, para dirimir diferencias entre candidatos de un mismo partido y establecer un piso de 1,5% de votos como mínimo para que una agrupación participe de las elecciones generales. El voto en blanco se cuenta distinto[6]​ para esos dos casos: en las PASO se cuentan los votos en blanco pero en las generales, se omiten de los votos válidos emitidos. Así por ejemplo, en un universo de 30 votos, si 10 votaron por un candidato, 10 por otro y hubo 10 en blanco, en las PASO cada candidato habrá sacado el 33% de los sufragios. En cambio, en las generales, cada uno habrá obtenido el 50%, porque la base es sobre 20 (se excluyen los 10 votos en blanco).[7]

En el año 2015, en las PASO, Daniel Scioli obtuvo el 36,69% de los votos contando los blancos, y Cambiemos (la suma de Macri, Sanz y Carrió) alcanzó el 28,57% sobre la base total, que fue un 30,11% teniendo en cuenta solo los afirmativos válidamente emitidos. En esa elección hubo 1.216.645 sobres vacíos en las urnas, un 5,12%. En las presidenciales de octubre de ese mismo año, si bien el exgobernador sacó más votos, los más de 9 millones de votos que obtuvo el Frente para la Victoria representaron el 37,08% contra el 34,15% de Macri, que fue votado por 8.601.131 ciudadanos. Los sufragios en blanco bajaron considerablemente (664.740) y como ninguno de los candidatos superó el 45% de los votos hubo que definir en segunda vuelta. Allí hubo 25.935.243 electores pero la base sobre la cual se calcularon los porcentajes de Macri y Scioli fue de 25.297.924 (no se tuvieron en cuenta los blancos y los nulos, que fueron 330.848). Entonces, los 12.988.349 votos que consiguió Cambiemos, representaron el 51,34% del total y no 50,08%. Esto no quiere decir que los que votaron en blanco lo hicieron, indirectamente, por Mauricio Macri; sino que los votos en blanco "favorecen" a quien consigue más votos afirmativos, solo porque, junto a los nulos, determinan cuál es el universo sobre el cual se calcula el porcentaje final.[7]

Que haya votos en blanco no significa en absoluto que haya escaños que vayan a quedarse vacíos. El voto en blanco es independiente y no es dirigido hacia nadie. Sin embargo el resultado en España sí influye y podría perjudicar a los partidos minoritarios que se presenten, favoreciendo a los que más votos hayan recibido. Este fenómeno es bastante remoto y no es consecuencia del voto en blanco, sino de las barreras electorales. En la historia de la democracia española solo se ha dado una vez, en unas elecciones generales, dejando al CDS fuera del parlamento en la circunscripción de Madrid en 1993.

Sin embargo, hay excepciones en las cuales el voto en blanco (junto con el voto nulo) puede ser determinante en una elección. Por ejemplo, en Uruguay hay balotaje presidencial si ningún partido obtiene más de la mitad de los votos emitidos.[8]​ De ese modo, en un escenario hipotético donde hay 2.000.000 votos válidos, un partido político necesita 1.000.001 votos para ganar en primera vuelta. En cambio, si la cifra de votos válidos es de 2.000.100 (es decir, habría 100 votos válidos más, sean positivos, en blanco o anulado), el partido necesita obtener 1.000.051 votos para ganar en primera vuelta.

Por otra parte, en Uruguay los escaños parlamentarios se definen mediante los votos positivos.[9]​ Por tanto, si los 2.000.000 de votos emitidos son todos positivos, un partido necesitaría aproximadamente 1.000.000 de votos para obtener la mayoría absoluta. En cambio, si 200.000 de dichos votos son en blanco o anulados, un partido necesitaría aproximadamente 900.000 de los 1.800.000 votos positivos para obtener la mayoría absoluta.

Además, en Uruguay el voto es obligatorio, por lo que se diferencia entre voto en blanco y anulado. El voto en blanco se realiza no colocando ninguna lista dentro del sobre de votación, en el caso que hubiere un objeto extraño solamente, será voto en blanco. El voto anulado es cuando hay una lista rota o con tachadura, una lista y un objeto extraño o dos listas distintas de distintos lemas.[10]



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