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Walter Scott



¿Qué día cumple años Walter Scott?

Walter Scott cumple los años el 15 de agosto.


¿Qué día nació Walter Scott?

Walter Scott nació el día 15 de agosto de 1771.


¿Cuántos años tiene Walter Scott?

La edad actual es 253 años. Walter Scott cumplió 253 años el 15 de agosto de este año.


¿De qué signo es Walter Scott?

Walter Scott es del signo de Leo.


Walter Scott, primer Baronet (Edimburgo, 15 de agosto de 1771Abbotsford House, Melrose, Escocia, 21 de septiembre de 1832) fue un escritor británico prolífico del Romanticismo, especializado en novelas históricas, género del que puede considerarse inventor,[1]​ además de ser poeta y editor. Fue conocido en toda Europa en su época, y, en cierto sentido, fue el primer autor que tuvo una verdadera carrera internacional en su tiempo, con muchos lectores contemporáneos en Europa, Australia y Norteamérica.[cita requerida]

Sus novelas históricas y, en menor medida, su poesía, aún se leen, pero hoy es menos popular de lo que fue en la cumbre de su éxito. A pesar de ello, muchas de sus obras siguen siendo clásicos en la literatura inglesa y específicamente escocesa. Algunos de sus títulos más famosos son Ivanhoe, Rob Roy, The Lady of the Lake, Waverley y The Heart of Midlothian.

Nació en College Wynd, en Edimburgo en 1771; era hijo de un abogado. El joven Walter Scott sobrevivió a un ataque de polio en su infancia, que lo dejaría con una cojera de la pierna derecha para el resto de su vida. Para restaurar su salud, lo enviaron a vivir durante varios años a la región rural de los Borders (en el sureste de Escocia, fronterizo con Inglaterra) durante siete meses para estabilizar su enfermedad. Allí vivió en la granja de sus abuelos en Sandyknowe. Aprendió el habla de la zona, así como los cuentos y leyendas que caracterizarían gran parte de su trabajo. Su estado de salud motivó también que pasara parte de su infancia en Bath, Inglaterra.

Después de estudiar Derecho en la Universidad de Edimburgo, siguió los pasos de su padre y se hizo abogado en Edimburgo. Como empleado de un abogado hizo su primera visita a las Tierras Altas escocesas, para ejecutar un desahucio.

Scott estaba enamorado de Williamina Belsches de Fettercairn, a quien le había propuesto matrimonio varias veces. A pesar de que ella había sido ambigua al contestarle, Scott esperaba que tarde o temprano aceptara. Pero en 1796, Scott se fue a un viaje, y cuando regresó se dio cuenta de que Williamina se estaba enamorando de William Forbes, uno de sus amigos, con quien ella terminaría casándose (más tarde tendrían a James David Forbes). Cuando se anunció el compromiso entre Belsches y Forbes, Scott primero se enojó mucho con ella. Aunque Scott sufrió una decepción amorosa y un sentimiento de dolor que se quedaría en él por un tiempo, después comprendió que ella no quería lastimarlo.[2][3]​ Scott seguiría siendo amigo de Forbes, a quien después de morir, Scott aludiría en Marmion,[4]​ y en una carta donde lo describía como un buen amigo.[5]

A los veinticinco años de edad, empezó a escribir como diversión estupenda y feliz, traduciendo obras del alemán. Su primera publicación fue una versión rimada de baladas de Gottfried August Bürger, en 1796. Posteriormente publicó tres volúmenes de baladas escocesas The Minstrelsy of the Scottish Border (Poemas de la frontera escocesa, 1802). Era la primera señal de su interés por la historia escocesa, desde un punto de vista literario.

Scott se hizo entonces un ardiente compañero de la yeomanry, fuerza de caballería voluntaria británica. En una de sus incursiones conoció, en Gilsland Spa, a Margaret Charlotte Charpentier (o Charpenter), hija de Jean Charpentier, de Lyon (Francia), con quien se casó en 1797. Tuvieron cinco hijos. En 1799 fue nombrado juez de Selkirk, con base en el Royal Burgh de Selkirk.

En los primeros años de su matrimonio, Scott vivía bien, gracias a sus ingresos legales, su salario como juez de paz, los de su mujer, alguna cantidad que le rendían sus escritos e incluso alguna renta de la exigua herencia paterna.

Después de fundar una imprenta, su poesía, comenzando por The Lay of the Last Minstrel (Canto del último trovador) en 1805, le dio fama. Publicó otros poemas en la siguiente década, incluyendo la popular The Lady of the Lake (1810).

Otra obra de este período, Marmion, incluía algunas de sus frases más citadas y, a menudo, atribuida erróneamente a otros. Canto VI. Stanza 17:

Considera Ifor Evans que sus poesías no pueden compararse a las novelas, «pero utiliza todos los recursos románticos de la caballería, la guerra, el patetismo, el sentimiento y el encanto de un pasado imaginario. Sus poemas poseían un cierto valor como supervivencias y son bastante mejores de lo que los consideraron muchos críticos, e incluso el propio autor en sus momentos de simpática modestia».

En 1809, sus simpatías torys le llevaron a ser cofundador del Quarterly Review, un diario al que hizo contribuciones anónimas.

Cuando la imprenta tuvo problemas financieros, Scott decidió, en 1814, escribir obras que le generaran constantes ingresos. El primer resultado fue Waverley (Waverley, or Tis Sixty Years Since; El oficial aventurero), una novela publicada anónimamente. Se ambienta durante el levantamiento jacobita de 1745 en el Reino Unido; su protagonista, el inglés Edward Waverley, simpatizante del jacobitismo debido a su crianza tory, se ve involucrado en los hechos pero que al final elige la respetabilidad que representaba la casa de Hanóver. La novela obtuvo un éxito considerable.

La siguieron una sucesión de novelas a lo largo de cinco años, todas de ambientación escocesa. Consciente de su reputación como poeta, siguió publicando anónimamente, con el nombre de Autor de Waverley o atribuido como «Cuentos de...» sin autor conocido. Incluso cuando estaba claro que no le iba a dañar admitir su autoría, mantuvo las apariencias, aparentemente por diversión. Durante este tiempo, el apodo El Mago del Norte se aplicaba al misterioso autor de estos éxitos. Su identidad como autor de las novelas era un secreto bastante conocido, hasta el punto de que, en 1815 Scott tuvo el honor de cenar con Jorge, el Príncipe Regente, quien quería conocer al «autor de Waverley». Fundó el Club Bannatyne para imprimir obras raras escritas en escocés de historia, poesía o literatura en general. Logró imprimir 116 volúmenes en total, aunque fue disuelto en 1861.

En 1819 dejó de escribir sobre Escocia, con Ivanhoe, una novela histórica que tiene lugar en la Inglaterra del siglo XII. Alcanzó otro éxito clamoroso. Y, lo mismo que con sus primeras novelas, dio a luz varias de este estilo. Probó otros ambientes y épocas, como la Francia de Luis XI en Quentin Durward (Quintín Durward, 1823). Durante esta época de su carrera alcanzó gran fama y obtuvo el título de baronet, pasando a ser Sir Walter Scott. En esta época organizó la visita del rey Jorge IV a Escocia (1822); Scott había preparado un espectacular boato para representar a Jorge como una reencarnación algo rechoncha de «Gentil príncipe Carlos». Esta visita puso de moda el tartán y los kilts o faldas escocesas, haciendo de ellos símbolos de la identidad nacional escocesa.

En 1825 volvió a tener problemas financieros, y su compañía casi se arruinó. Fue por entonces cuando se divulgó que era el autor de las novelas. Antes que declarar la quiebra, puso su casa, Abbotsford House, y sus ingresos en un fideicomiso administrado por sus acreedores, y procedió a cancelar la deuda. Continuó su prodigiosa producción literaria hasta 1831. Por entonces su salud le estaba fallando, y finalmente murió en Abbotsford en 1832. Sus novelas siguieron vendiéndose y sus deudas fueron pagadas con ese dinero. Fue enterrado en la abadía de Dryburgh donde muy cerca, de tal manera apropiada, puede encontrarse una gran estatua de William Wallace, una de las figuras históricas escocesas más románticas.

De niño, Sir Walter Scott viajó con su padre desde Selkirk a Melrose, en la frontera donde se ambientan algunas de sus novelas. En algún momento, el viejo caballero pararía para enseñar a su hijo una piedra donde tuvo lugar la batalla de Melrose (1526). No muy lejos, había una pequeña granja llamada Cartleyhole, que con el tiempo Scott adquirió.

Poco a poco, hizo de la granja un maravilloso hogar, parecido a un palacio de cuento de hadas. A través de ventanas enriquecidas con signos heráldicos, el sol lucía sobre las armaduras, el delicado mobiliario y las aun mejores pinturas. Paneles de roble y cedro y techos de madera, con escudos de armas de color correcto añadieron belleza a la casa. Compró más tierra, hasta tener casi mil acres (unos cuatro kilómetros cuadrados) y se estima que la construcción le costó más de veinticinco mil libras.

Una calzada romana vecina, con un vado usado en tiempos pasados por los monjes de Melrose, sugirieron darle el nombre de Abbotsford House ('Casa del vado de los monjes').

Scott era un noble empobrecido que mitificó sus orígenes sociales como una especie de don Quijote. Su novela histórica nace además como expresión artística del nacionalismo propio de los románticos y de su nostalgia ante los cambios brutales en las costumbres y los valores que impone la transformación burguesa del mundo y la revolución industrial. El pasado se configura así para él como una especie de refugio o evasión, también de lugar para desarrollar la imaginación.

Fue alabado de inmediato por los más grandes, como Goethe y Manzoni. Influyó en muchos de los escritores del siglo XIX y no solo por los novelistas históricos (así lo reconocía Balzac). Más tarde, alguien tan elogiado hoy como Robert Louis Stevenson fue un gran admirador y continuador de este también novelista escocés.[6]

Scott fue el responsable de dos de las principales tendencias que se han prolongado hasta hoy. Primero, básicamente él inventó la novela histórica moderna; y un enorme número de imitadores (e imitadores de imitadores) aparecieron en el siglo XIX. En segundo lugar, sus novelas escocesas continuaron la labor del ciclo de Ossian, de James Macpherson, para rehabilitar ante la opinión pública la cultura de las Highlands o Tierras Altas Escocesas, después de permanecer en las sombras durante años, debido a la desconfianza sureña hacia los bandidos de las colinas y las rebeliones jacobitas. Como entusiasta presidente de la Celtic Society of Edinburgh contribuyó a la reinvención de la cultura escocesa. Debe señalarse, sin embargo, que Scott era un escocés de las Tierras Bajas, y que sus recreaciones de las Tierras Altas eran un poco extravagantes. Su organización de la visita del rey Jorge IV a Escocia en 1822 fue un acontecimiento crucial, llevando a los sastres escoceses a inventar muchos tartanes de los diversos clanes.

Pero, tras ser uno de los novelistas más populares del siglo XIX, Scott tuvo un fuerte declive en su popularidad después de la Primera Guerra Mundial. Edward Morgan Forster marcó el camino crítico en su clásico Aspects of the Novel (1927), donde fue atacado como un escritor trivial, que escribía novelas pesadas y carentes de pasión (aunque reconocía que "sabía contar una historia; poseía esa facultad primitiva de mantener al lector en suspense y jugar con su curiosidad").[7]

Scott también sufrió al crecer el aprecio por escritores del Realismo, como sucedió con Jane Austen. En el siglo XIX se la consideraba una entretenida «novelista para mujeres»; pero en el siglo XX se revalorizó su obra, comenzando a ser considerada como quizá la mejor escritora inglesa de las primeras décadas del siglo XIX. Al alzarse la estrella de Jane Austen, declinó la de Scott, aunque, paradójicamente, había sido uno de los pocos escritores masculinos de su tiempo que reconocieron su genio. Pero Virginia Woolf, defensora de Jane Austen, decía que "los verdaderos románticos pueden trasportarnos de la tierra a los cielos, y Scott, gran maestro de la novela romántica, utiliza plenamente esa libertad", pese a sus convenciones o su pereza.[8]

Ciertos defectos de Scott (historicismo, prolijidad) no encajaban con la sensibilidad modernista, que no supo apreciar su ironía y sus jugosas descripciones. No obstante, Georg Lukács, en su excelente La novela histórica (1955), escribió páginas muy matizadas sobre el talento épico de Walter Scott y su superación del romanticismo al elevar las tradiciones con ciertos héroes demoníacos.[9]

Ahora bien, tras haber sido ignorado durante décadas por los especialistas (pero leído en centenares de ediciones hasta hoy), empezó un rebrote de interés por su trabajo en las décadas de 1970 y 1980. Curiosamente, el gusto postmoderno (que favorece las narrativas discontinuas, y la introducción de la primera persona en obras de ficción) eran más favorables para la obra de Scott que los gustos modernistas. A pesar de sus artificios, Scott es considerado ahora como un innovador importante, y una figura clave en el desarrollo de la literatura escocesa y mundial, dada la fuerza de su escritura. El rebrote de la novela histórica, hoy, ha hecho regresar a los grandes maestros.

Es una medida de la influencia de Scott que la estación central de Edimburgo, abierta en 1854 para el ferrocarril británico del Norte, se llame «estación Waverley». Scott fue también responsable, a través de una serie de cartas seudónimas publicadas en el Edinburgh Weekly News en 1826, de que los bancos escoceses conservaran su derecho a emitir billetes de banco propios, lo que se conmemora hoy en día al aparecer el escritor en todos los billetes emitidos por el Banco de Escocia.

Muchas de sus obras fueron ilustradas por su amigo William Allan.

El éxito de las obras de Walter Scott ha llevado a su adaptación a otras formas artísticas, como la ópera y el cine.

En el terreno operístico, destacan:

Franz Schubert compuso lieder basados en poemas de Walter Scott (op. 52), dedicados a Sophie condesa de Weissenwolf en 1825. Entre ellas estaba Ellens dritter Gesang III, conocido como el Ave María de Schubert. B. Paumgartner (Franz Schubert, Alianza Editorial, Madrid, 1992) enumera otros lieder basados en letras de Scott: Romanze des Richard Löwenherz, 1826, de Ivanhoe, op. 86; y el op. 85 (1827): Lied der Anne Lyle (de Montrose) y Gesang der Norma (de Pirat).

Muchas son las películas y series de televisión basadas en obras de Walter Scott. Las más conocidas son:



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