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Xenoglosia



La xenoglosia es un supuesto fenómeno paranormal, que corresponde a la habilidad de poder hablar o escribir un lenguaje no familiar para un individuo.

Muchos de los supuestos casos de xenoglosia han sido palabras aprendidas en algún momento de la vida del individuo y olvidadas, otros son simplemente una jerigonza.

La xenoglosia no se debe confundir con la glosolalia y el don de lenguas, pues estos aunque similares son tres cosas diferentes, desde el punto de vista científico y de fe.[1]

Este término fue acuñado en el siglo XX por el fisiólogo francés Charles Richet (1850-1935).

En griego se escribe ξενογλωσσία (ksenoglossía), del griego xenós (‘extranjero’ o ‘extraño’), y glossa (‘idioma’).

Existen dos tipos de xenoglosia:

Un caso de xenoglosia sensitiva fue el del «príncipe Galitzin» un mesmerista, que hipnotizó a una mujer alemana, que comenzó a contar su vida en el siglo XVIII.[1]

La xenoglosia se asocia generalmente con la personalidad múltiple, el delirio, el sueño, la regresión a vidas pasadas, la telepatía con otra persona viva distante y la mediumnidad (contacto telepático con personas muertas).[1]

Otra explicación de este fenómeno son los trastornos disociativos, particularmente la personalidad múltiple.[2]

En 1791, Eberhard Gmelin (1751-1809) publicó el primer caso de personalidad múltiple: una paciente alemana que podía hablar francés sin haberlo estudiado. Aparentemente no existía manera de que hubiese aprendido francés. En lugar de caer en el facilismo de aceptar esto como una posesión por un demonio o por el espíritu de un francés muerto, Gmelin buscó las causas naturales del fenómeno, desarrollando la primera descripción científica de este síntoma en una paciente con personalidad múltiple:[2]

En 1895, Sigmund Freud y Josef Breuer publicaron el caso de su paciente Anna O., que hablaba alemán e inglés.[3]

En 1899, T. Flournoy[4]​ pudo publicar Desde la India al planeta Marte informó un caso de personalidad múltiple donde su paciente Helen hablaba francés, hindú y un supuesto «idioma marciano». Flournoy descubrió cómo fue posible que aprendiera esos tres idiomas.[4]

En 1920, una mujer estadounidense de nombre Pearl Curran (1883-1937), dictó ―canalizando supuestamente al espíritu de una mujer inglesa muerta llamada Patience Worth― una novela llamada Telka, escrita en inglés medieval. Las personas que la conocían creían que Curran nunca había aprendido ese tipo de inglés.[5]

En 1930, Giovanni Enrico Morselli publicó el caso de la italiana Elena F., víctima de abuso sexual incestuoso, que padecía de personalidad múltiple y podía hablar francés.[4]

En septiembre de 2007, Matěj Kus, un corredor de autos de 18 años proveniente de Pilsen (República Checa), después de un choque automovilístico se levantó y comenzó hablar en inglés. Esta xenoglosia no duró mucho, y el joven corredor de autos tampoco recordó este episodio.[6][7]

Algunos escritores también lo han atribuido a casos de posesión demoníaca. Un ejemplo fue el de Anna Ecklund de principios del siglo XX, quien podía hablar y entender un gran número de idiomas,[cita requerida] que antes de estar poseída, nadie sabía que hubiera aprendido.[5]

En la mayoría de casos la xenoglosia siempre envuelve a idiomas conocidos, en otros de todas maneras no son siempre conocidos, así el que lo habla a veces dice que pertenece a otro lugar, muchas veces algún planeta o algún "mundo perdido" como la Atlántida, cuando esto ocurre por lo regular es un médium quien esta "canalizando" algún espíritu de ese lugar.[cita requerida][5]

En el Libro de los Hechos de los Apóstoles (perteneciente al Nuevo Testamento de la Biblia cristiana), se cuenta que en la fecha de Pentecostés (‘cincuenta días’ después de Resurrección de Cristo) los doce discípulos principales de Jesús experimentaron la llegada del Espíritu Santo (una de las tres personas de la Santísima Trinidad) quien se les apareció en forma de "lenguas de fuego" sobre la cabeza de cada uno, y entonces pudieron hablar en distintos idiomas.

No se sabe a ciencia cierta cuántos idiomas hablaron estos doce apóstoles, pero la Biblia documenta que los judíos en la diáspora hablaban 17 idiomas diferentes.[8]

Según Refoulé y Lauret, este fenómeno del don de lenguas había sido la antibabel. Babel ―según los judíos que fueron llevados como esclavos a Babilonia―, habría sido el lugar donde los seres humanos habían querido construir una torre tan grande que llegara al Cielo donde habitaba Dios. Según estos escritores, en esa época la humanidad hablaba un idioma único, pero mientras construían la torre de Babel ―lo cual era una muestra de soberbia hacia Dios, llamado Yahvé en el Antiguo Testamento― Dios decidió castigarlos creando varios idiomas diferentes, para que los constructores y albañiles no pudieran entenderse.,[9]​ por eso Babel significa 'confusión', porque Dios confundió la soberbia humana que, de nuevo, pretendía igualarse a él.

En la actualidad, existen sectas y movimientos religiosos que creen que este fenómeno místico del don de lenguas (también llamado glosolalia) puede imitarse repitiendo sílabas de manera que nunca genere palabras comprensibles para el hablante. Sería el fenómeno opuesto al don de lenguas mencionado en la Biblia (en que cada apóstol era entendido por un grupo de personas). Algunos resuelven esto mediante un colaborador que «traduce» el sinsentido que articula el hablante.

Algunos escritores[cita requerida] sostienen que la xenoglosia está relacionada con regresiones hacia vidas pasadas. En estas, ocurren memorias de «reencarnaciones» pasadas, así como la adquisición de habilidades aparentemente nunca poseídas por los individuos.

Existe una leyenda urbana de un estadounidense que supuestamente vivió en la Francia del siglo XV, el cual hablaba un dialecto francés del período.[cita requerida]

La xenoglosia ha sido usada para apoyar la idea de la reencarnación, basándose en la idea de que ésta es la única forma de mantener el conocimiento de un idioma antes de nacer. Las investigaciones científicas sobre la xenoglosia son bastante extrañas, y el catedrático Ian Stevenson, psiquiatra, ha hallado solo un puñado de casos, entre los que él enumera y considera auténticos e importantes los siguientes.[10]

La lingüista Sarah Thomason analizó los casos descritos por Stevenson, y concluyó que de todos los casos expuestos uno de los idiomas conocidos podía haber sido aprendido fácilmente por una mínima exposición eventual.[14]​ En un caso en el cual ella consideraba el asunto del conocimiento del idioma como no trivial, el de Uttura Huddara, la mujer maratí en Bombay que podía hablar bengalí; Thomason argumenta que el idioma podía haber sido fácilmente aprendido por medios naturales: el bengalí y el maratí son idiomas muy próximos; la mujer tuvo durante un largo tiempo interés en la cultura y el idioma bengalí, y tuvo además muchos conocidos bengalíes; además, la gente en Bombay está expuesta al bengalí en situaciones tales como el cine, ya que muchas de las películas están rodadas en este idioma.[15]

Robert Almeder ha respondido a algunos de los argumentos que Thomason comentó:[16]

Stevenson ha grabado cintas de la evaluación de Uttara Huddara por un lingüista y ha investigado completamente la posibilidad de que la mujer pudiera haber aprendido bengalí por medios normales, pero concluyó que la reencarnación es la mejor explicación de este caso (Diario de la investigación paranormal, 1999).[17]



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