Zalduendo es una ganadería extremeña de toros bravos que fundó Joaquín Zalduendo, con anterioridad a 1772, en Caparroso (Navarra). En 1988, el hierro fue adquirido por el ganadero Fernando Domecq Solís, quien rehízo la ganadería en la finca Moheda de Zalduendo, en Aliseda (Cáceres). En 2014 la familia Domecq vendió las reses y el hierro al empresario mexicano Alberto Baillères González, quien es su regente. No obstante, el diestro sevillano Antonio Barrera Contreras es quien actúa como representante legal.
La ganadería, inscrita en la Unión de Criadores de Toros de Lidia, tiene divisa de color encarnada y azul, señal en la oreja de las reses en punta de lanza en ambas; y su antigüedad se remonta al 14 de julio de 1817, cuando se lidió una corrida completa en la Plaza de Toros de Madrid.
El origen de la ganadería tiene lugar hacia 1722, cuando Joaquín Zalduendo forma el hierro con reses de pura casta navarra, procedentes del hierro de Lecumberri, los cuales a su vez hunden sus raíces en la histórica ganadería del marqués de Santacara. Autores como Carlos Orea sostienen que, igualmente, la ganadería pudo conformarse con la compra de toros a Tadeo Guendulain.
El historiador Fernando García de Bedoya en su obra Historia del toreo (1850) hace constar la fama que a mediados del siglo XIX gozaba ya la ganadería de Zalduendo, de la cual hay constancia que ya lidiaba toros en la Plaza de toros Monumental de Pamplona en el año 1800:
A la muerte del fundador, el hierro pasó a manos de su viuda, María Eugenia de la Pedriza, quien la regentó hasta 1849. Será en este momento cuando se hagan cargo de la ganadería sus dos hijos, Fausto Joaquín y Ramón Zalduendo. En estos años será cuando la ganadería empiece a crecer notablemente, como se ve de la compra que realizaron de cuatro nuevas fincas, procedentes de las desamortizaciones que se estaban llevando a cabo en Navarra.
En 1860, la ganadería de Zalduendo, contaba con trescientas cuarenta y dos cabezas de ganado bravo, de los cuales cincuenta y nueve eran toros cuatreños y cinqueños.
Cecilia Montoya, viuda de Fausto Zalduendo, será quien herede la ganadería a la muerte del propietario; sucediéndole, más tarde, su hijo Jacinto Zalduendo. En 1917, a la muerte de este se hará cargo de la vacada la viuda María del Carmen Miranda quien, en 1939, la venderá a Martín Amigot Sesma.
Según Bernardo Anaut, los toros de Zalduendo se caracterizaron por ser «colorados, pequeños, carifoscos, corniblancos y veletos» y «constituían el asombro de los públicos y el terror de los lidiadores».
En 1964, se hace cargo de la ganadería la sociedad jerezana Villaralto, eliminando lo anterior y renovando la ganadería con toros de sangre Domecq. En 1971, el hierro pasará a manos de Juan Villar González, quien pasará anunciar la ganadería como "Villar Vega".
En 1988, el ganadero Fernando Domecq Solís será quien compre el hierro, refrescando lo anterior con toros de procedencia Jandilla, ganadería de la que el propio Fernando había sido propietario.
En 2014, la ganadería pasará a manos del magnate mexicano Alberto Baillères González, quien compró la vacada a su anterior propietario; manteniendo todo lo anterior.
La ganadería de Zalduendo ha sido uno de los hierros tradicionales del campo bravo, tanto desde su origen de casta navarra como, más tarde, con su recuperación por parte de la familia Domecq.
El legendario hierro, que cumplió en 2017 doscientos años de antigüedad,toros célebres, que hablan de la casta y la bravura que han derrochado las reses herradas con la "Z".
cuenta en su haber con un amplio historial de
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