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Zanes



Los Zanes eran las pequeñas estatuas de Zeus fundidas en bronce que eran erigidas a costa de las multas con que eran sancionados los concursantes olímpicos, bien por dejarse sobornar o bien por intentar sobornar al rival. Genéricamente, cuando se infringía algunas de las nomras básicas que regían las competiciones en Olimpia.

Según Pausanias, los primeros Zanes se mandaron fabricar en los Juegos del 98 Olimpiada (388 a. C.),[1]​durante los cuales fueron sancionados Agetor de Arcadia, Pritanis de Cícico y Formión de Halicarnaso. Con el importe de las multas impuestas se erigieron los primeros seis Zanes que llevaban grabados en su base, excepto dos, versos elegíacos en los que se exhortaba a buscar la victoria en Olimpia, no con el dinero, sino con la ligereza de los pies y la fuerza del cuerpo. En otra de ellas la inscripción mencionaba que había sido puesta por la devoción a lo divino y por la piedad de los eleos. En las dos últimas constaba la alabanza de los eleos por el castigo de los púgiles y la exhortacíon para que ningún atleta intentase conseguir la victoria por dinero.

A partir de la 98 Olimpiada, existieron diversas infraccciones más, que motivaron las sanción correspondiente, que elevó el número de Zanes a 16. Las estatuas debieron de hallarse alineadas al sur de la Terraza de los Tesoros en la zona oeste del pasadizo del Estadio. Formaban en conjunto un zócalo notorio y ejemplarizante para los atletas, que antes de entrar a la arena de la pista para competir, debían pasar forzosamente al borde de la hilera de los zanes.

Al parecer, en el pedestal de la estatua, además de las exhortaciones habituales, se solía grabar el nombre del infractor, así com el de su ciudad de procedencia.



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