Agustín Abarca fue un pintor romántico chileno que cultivó la pintura al óleo y la acuarela, especializándose como pintor paisajista, plasmó imágenes de su país tanto en acuarela como en óleo. Perteneció al llamado Generación del 13.
La obra de Agustín Abarca se caracteriza por un profundo intimismo, existe un tema que atraviesa todas las etapas de su creación: el árbol que busca incesantemente en la naturaleza con una idea preconcebida de máxima perfección. En cada una de sus innumerables caminatas lleva una tela especial enrollada que nunca llega a utilizar, esperando siempre encontrar un árbol que se acerque más a lo que él imagina. La búsqueda solitaria fue lo que caracterizó a este pintor chileno, pese a que siempre estuvo rodeado de importantes influencias; en Talca, mientras trabajaba como contador por necesidad, conoció al maestro Pablo Burchard, quien reconoce su talento artístico y lo impulsa a pintar, encausándolo a su verdadera profesión. Cuando Burchard vuelve a Santiago, Abarca renuncia a su empleo e ingresa a la Academia de Bellas Artes de la Universidad Católica de Santiago bajo la tutela de Pedro Lira y Alberto Valenzuela Llanos, donde permanece 6 años. En esta primera etapa desarrolla la figura humana, como la mayoría de los alumnos.
Cuando regresó de la universidad vuelve al sur, instalándose en Victoria como inspector de la Escuela Normal, trabajo que le permite dedicarse a su verdadera pasión: la pintura. Realiza largas caminatas en las que tiene la posibilidad de recopilar las impresiones del paisaje sureño que luego plasmará a través de las diferentes técnicas: óleo, pastel, acuarela y carboncillo. Realiza dibujos al carbón de delicada luminosidad y grises tenues. Por otro lado, incorpora la acuarela que agrega a su obra síntesis de trazos y riqueza cromática. Vuelve a Santiago en la década del 20, donde se enfrenta a nuevas tendencias artísticas como el Grupo Montparnasse y comprueba que se encuentra muy distante de los pintores de su generación. A diferencia de sus compañeros, Abarca no viaja a Europa en busca de nuevos modelos y técnicas, si bien recoge las innovaciones, las adapta a su estilo y sus temas basando sus estudios e investigaciones en la observación del paisaje. Es autónomo respecto de las modas, las galerías, la crítica y el poder comprador.
“Vi realizadas mis aspiraciones y viví (…) libre en el interior de los bosques dibujando y pintando robles, laureles, mañíos, lingues y otros árboles…. Todas las estaciones eran hermosas, el verano con sus campos amarillentos y aromáticos; el otoño, el invierno con sus inmensas lagunas y la primavera con sus campos cubiertos de flores. Qué hermosas eran las quebradas con sus arroyos, sus rocas cubiertas de musgo”, comenta Agustín Abarca.
En el aspecto académico, imparte clases de dibujo durante un año en la Academia de Pintura de Viña del Mar en la década del 40, postulando la necesidad de guiar a los alumnos sin limitar sus iniciativas.
Al final de su vida se ve forzado a trabajar en el taller debido a la imposibilidad de realizar sus caminatas por el bosque. Debió concentrarse en la acuarela y el desarrollo de la naturaleza muerta ya que nunca se valió de la fotografía como medio de inspiración.
Agustín Abarca fallece en santiago, el 28 de mayo de 1953.
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