Alfonso de Borbón y Borbón-Dos Sicilias cumple los años el 3 de octubre.
Alfonso de Borbón y Borbón-Dos Sicilias nació el día 3 de octubre de 1941.
La edad actual es 83 años. Alfonso de Borbón y Borbón-Dos Sicilias cumplió 83 años el 3 de octubre de este año.
Alfonso de Borbón y Borbón-Dos Sicilias es del signo de Libra.
Alfonso de Borbón y Borbón-Dos Sicilias nació en Roma.
Alfonso de Borbón y Borbón (Roma, 3 de octubre de 1941 -Estoril, 29 de marzo de 1956) fue un infante de España, hijo de Juan de Borbón y, por tanto, nieto del rey Alfonso XIII y hermano del rey Juan Carlos I y de las infantas Pilar y Margarita.
Alfonso era el hijo menor de Juan de Borbón, jefe de la Casa Real española, y de la princesa María de las Mercedes de Borbón y Orleans. Al igual que sus hermanos Juan Carlos y Margarita, Alfonso nació en el Hospital Anglo-Americano de Roma, ciudad en la que se hallaba exiliada la Familia Real española.
El 12 de octubre, en la iglesia del Sagrado Corazón de Roma, el recién nacido fue bautizado como Alfonso Cristino Teresa Ángel Francisco de Asís de Todos los Santos. Su primer nombre, Alfonso, lo recibió en recuerdo de su abuelo, el rey Alfonso XIII, fallecido pocos meses atrás.
En el verano de 1942, toda la familia se trasladó a vivir a Lausana, en Suiza, lugar en el que había fijado su exilio a la reina Victoria Eugenia de Battenberg, viuda de Alfonso XIII. A principios de 1946 volverían a mudarse, esta vez a Estoril, en Portugal, ciudad en la que el conde de Barcelona establecería finalmente la residencia familiar.
En el otoño de 1950, Alfonso fue enviado a estudiar a España junto a su hermano Juan Carlos, que iba a retomar sus estudios en este país tras un paréntesis de diecisiete meses provocado por la mala relación y las desavenencias políticas entre su padre y el general Franco, quien detentaba el poder en España desde el final de la Guerra Civil. Los dos hermanos comenzaron el curso en el colegio que se había instalado en el Palacio de Miramar, antigua residencia de verano de la Familia Real situada en San Sebastián.
En el verano de 1954, Jesús Pabón y Suárez de Urbina, historiador que presidió el tribunal que había examinado a Juan Carlos, informó al conde de Barcelona sobre los infantes. Pabón consideraba a Alfonso más espontáneo y menos retraído que su hermano Juan Carlos, quizá debido, en parte (sin desmerecer su evidente inteligencia), a la menor responsabilidad que este tenía que soportar en comparación con la que tenía su hermano mayor.
En marzo de 1956, Alfonso y su hermano Juan Carlos partieron hacia Portugal en el Lusitania Express para pasar las vacaciones de Semana Santa en Estoril con sus padres y hermanas. Alfonso continuaba con sus estudios de bachillerato, mientras que su hermano había comenzado ese curso su formación militar en la Academia General Militar de Zaragoza. Alfonso, por su parte, tenía previsto iniciar su formación en la rama marítima en 1957, ingresando como cadete en la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra).
El día 29 de marzo de 1956, festividad de Jueves Santo, Alfonso comenzó el día acudiendo junto a toda su familia a la misa matutina. A primera hora de la tarde, Alfonso debía acudir al Club de Golf de Estoril, donde competía en la Taça Visconde Pereira de Machado. Alfonso era un apasionado de este deporte, al igual que su padre, algo que le había acercado mucho a este. Aquel día Alfonso disputó, y ganó, la semifinal de la competición. Tras ello, regresó a Villa Giralda, hogar de la Familia Real desde 1949, junto a su padre y su hermano, que le habían acompañado al torneo. La familia al completo volvería a salir una vez más, esta vez para asistir a la misa vespertina que se iba a celebrar a las seis de la tarde. Acabada la celebración eucarística, y debido al mal tiempo, todos regresaron a la casa para pasar el resto de la tarde.
Alfonso y Juan Carlos subieron a la planta de arriba. Hacia las ocho, jugueteando con un arma corta, Alfonso recibió un disparo. La bala provenía de un revólver de pequeño calibre, que, salvo que afectara a zonas vitales,
era prácticamente inofensiva; pero a Alfonso le alcanzó la cabeza, por lo que murió de forma casi instantánea. Cuando los condes de Barcelona subieron al cuarto de juegos, su hijo menor yacía sobre un charco de sangre. Pese a los esfuerzos del padre por reanimarle, el infante murió en sus brazos.Villa Giralda, pero no pudo salvarle.
Acto seguido, don Juan, según diversas fuentes, cubrió el cuerpo de su hijo con una bandera de España y, volviéndose hacia Juan Carlos, le espetó: «¡Júrame que no lo has hecho a propósito!». A las ocho y media, Joaquín Abreu, el médico de la familia acudió aAl día siguiente, la prensa portuguesa publicó el comunicado oficial que había emitido la embajada española:
La versión oficial del Gobierno español difería mucho de la realidad, pues Franco en persona había impuesto que se silenciaran los detalles sobre lo ocurrido. Sin embargo, en los días siguientes, se supo que era Juan Carlos quien sostenía el arma, así que fue la disparidad de versiones, más que el hecho en sí, lo que sembró las dudas entre parte de la opinión pública.
Las circunstancias exactas no se conocen con seguridad y las versiones varían más o menos según la persona que las cuente. El propio Juan Carlos contó a su amigo Bernardo Arnoso que había apretado el gatillo desconociendo que el revólver estaba cargado y que, tras rebotar en una pared, impactó en el rostro de su hermano. María de las Mercedes aseguró en su autobiografía que el conde de Barcelona había prohibido jugar a sus hijos con la pistola porque el día anterior habían estado disparando a las farolas. Pero que, aquella tarde, los infantes habían cogido igualmente el arma para disparar contra una diana. Poco después de las ocho el arma se disparó. Posteriormente, la misma María de las Mercedes sugirió la posibilidad de que su hijo Juan Carlos apuntara en broma a Alfonso y disparara sin percatarse de que el arma estaba cargada.
Según un reportaje de la periodista Françoise Laot, basado en las entrevistas concedidas por María de las Mercedes, habría sido la propia condesa de Barcelona la que abrió el secreter donde se guardaba el arma, permitiendo a sus hijos que jugaran con ella. Otra versión sobre lo ocurrido en el cuarto de juegos fue probablemente sugerida por la infanta Pilar, hermana de Alfonso y Juan Carlos. Según este relato, Alfonso regresaba al cuarto de juegos con las manos ocupadas llevando algo de comer para él y su hermano y empujó la puerta con el hombro. Al abrirse súbitamente, la puerta golpeó el brazo de Juan Carlos provocando que este accionara involuntariamente el gatillo. La bala saldría disparada, entonces, justo en el momento en el que Alfonso accedía a la habitación.
Alfonso fue enterrado el 31 de marzo en el cementerio de Cascaes. A su funeral, oficiado por el nuncio papal en Portugal, asistieron diversas personalidades de varios países, entre ellas, Francisco Craveiro, presidente de la República Portuguesa, que acudía en representación del Gobierno luso. Por su parte, España estaba representada únicamente por Ignacio de Muguiro, ministro plenipotenciario, debido a que el embajador, Nicolás Franco (hermano del dictador), estaba recuperándose de un accidente. Sin embargo, entre los muchos mensajes que llegaron para dar el pésame a la familia, se encontraban uno del general Franco y otro de Carmen Polo, su esposa.
Una vez acabados los actos, don Juan arrojó el revólver al mar. Sobre esta arma, el historiador Paul Preston, autor del libro Juan Carlos. El rey de un pueblo, comenta que se ha especulado mucho sobre su origen y que existen diversas versiones, tales como que se trataba de un regalo que Franco había hecho a Alfonso; que el regalo era del conde de los Andes; o que alguien se la había dado a Juan Carlos en la Academia Militar. Sobre este tema, en la citada autobiografía de María de las Mercedes se puede leer: «[...] de Madrid habían traído los hermanos una pequeña pistola de seis milímetros, que nunca se ha contado quién les regaló».
Alfonso permaneció enterrado en Portugal durante treinta y seis años hasta que, a petición de su padre, fue trasladado a España, ya durante el reinado de Juan Carlos. En octubre de 1992, sus restos fueron exhumados en presencia del duque de Alburquerque, jefe de la Casa del Conde de Barcelona, y de José Joaquín Puig de la Bellacasa, embajador de España en Portugal. El 15 de octubre fue trasladado a su morada definitiva, en el Panteón de Infantes del Monasterio de El Escorial.
A resultas de la tragedia, Juan Carlos, que se volvió taciturno y retraído, fue enviado de vuelta a Zaragoza, mientras que su madre cayó en una profunda depresión por la que hubo de ser ingresada durante un tiempo en una clínica cercana a Fráncfort.
En los meses siguientes, Jaime de Borbón, tío de los infantes, enfrentado con el conde de Barcelona por cuestiones dinásticas, criticó la actuación de su hermano y exigió que se llevara a cabo una investigación judicial Sobre ello, el historiador Paul Preston opinó que «la mezcla de insensibilidad y pura malevolencia demostradas por don Jaime era inaudita».
Años más tarde, Franco, ante el propio conde de Barcelona, justificó con las siguientes palabras su idea de que lo mejor era mantenerle lejos del trono:
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