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Bagá



Vista de la localidad desde la Roca Tirabal

Bagá[1][2]​ (en catalán y oficialmente Bagà) es un municipio español perteneciente a la provincia catalana de Barcelona. Forma parte de la comarca del Bergadá. Al sur de Bagá, a unos 2 km de distancia, se encuentra el barrio de Terradelles, que forma parte del municipio.

La población se encuentra a 20 km de Berga y a 28 km de Puigcerdá, donde se puede llegar a través del túnel del Cadí (la boca sur del cual se encuentra a 6 km de Bagà). Está situado en el valle del río Bastareny, afluente por la derecha del Llobregat.

Está en el norte del Alto Bergadá, en la provincia de Barcelona, y a una altitud de 786 metros sobre el nivel del mar.

Su localización actual data del siglo XIII, cuando los barones de Pinós decidieron construirla con una regulación urbanística de la que sólo queda el casco antiguo con una gran plaza, la iglesia (estilo transición del románico al gótico) y el Palacio de los Pinós (actualmente en proceso de restauración después de haber sido utilizado para diferentes funciones, entre ellas las de vivienda y granja).

En la actualidad, y después de las crisis del sector textil y el cierre de las minas de carbón, la población de Bagá se ha estabilizado alrededor de los 2100 habitantes.

Actualmente, la mayoría de la población activa se dedica al sector de servicios, ya que el turismo es el futuro más claro que puede verse en la zona a causa de su situación dentro del Parque natural del Cadí-Moixeró, su proximidad a zonas de esquí (Coll de Pal, La Molina, Masella), su riqueza cinegética (caza, pesca de la trucha de río, recolecta de setas, etc.) y la recuperación de fiestas y tradiciones.

Una leyenda del pueblo es "el Rescate de las 100 doncellas". Es un relato medieval sobre la maravillosa liberación de los nobles catalanes Galceran II de Pinós y el caballero Sancerni, vasallo de este. La leyenda está ambientada en la conquista de Almería por parte de Ramón Berenguer IV, que terminó el 11 de octubre de 1147 y en la que participó activamente Galceran de Pinós, almirante de la flota catalana, enviado por el Conde de Barcelona.

El relato cuenta la fantástica historia del noble Galceran de Pinós, prodigiosamente liberado de la prisión sarracena por la intervención de Sant Esteve sin haber tenido que pagar el costoso rescate exigido por el rey de Almería y Granada, el cual incluía cien doncellas de la Barcina de Pinós.

La leyenda, de tradición oral, quedó fijada por escrito aproximadamente durante la segunda mitad del siglo XIV en el Real Monasterio de Santa María de Santes Creus, lugar de sepultura de Galceran de Pinós. Se cree que fue obra del monje cronista Bernat Mallol.

Su economía se centraba en la industria textil y en la minería durante los siglos XVIII, XIX y XX, pero debido a la crisis de estos sectores, se ha orientado al turismo rural y al turismo de invierno debido a su excelente situación en el PrePirineo, cerca de importantes instalaciones de deportes de invierno y de la comarca de la Cerdaña a la que se accede a través de túnel del Cadí.


Bagá destaca por su rica cocina catalana. Entre sus platos más típicos se encuentran la escudella y carn d'olla, el maíz "escairat" (¿recortado? de difícil traducción), las patatas secas con picatostes, la sopa de caldo de caldero, níscalos a la brasa, "all i oli" (ajo con aceite ligados) de Navidad, la coca con pimiento y arenques y las fresas silvestres.

Antiguamente, con los huevos que se habían recogido durante los cánticos de las Coplas (Camigeres, como se dice en Bagá), se hacían tortillas que se repartían entre la chiquillada y los mayores. La fiesta se mantiene todavía, conservando así esta antigua tradición.

En Bagá (Barcelona) hay un museo cátaro y medieval. Por allí se realiza la Ruta de los Hombres Buenos, la ruta que siguieron los cátaros huyendo desde Francia hasta la zona noroeste de España (Cataluña).

Los Cátaros eran un movimiento de carácter gnóstico que surgió a mediados del siglo XI, etiquetado como herético por la Iglesia Católica de la época.

Hubo comunidades cátaras por toda Europa occidental, pero su foco central estuvo en el Languedoc, en Occitania (Provenza, en el sur de Francia).

Fueron,como hemos dicho una secta cristiana surgida a finales del siglo XI en el sur de Francia, los cuales diferían de la religión oficial impuesta por Roma.

Cátaro viene de griego "katharoi" que quiere decir puro y es como llamaban a los "perfectos" que eran sus sacerdotes.

Los cátaros se caracterizaban por una teología dual, basada en la creencia de que el Universo estaba compuesto por dos mundos en conflicto, uno espiritual creado por Dios y el otro material forjado por Satán.

Simplificando mucho sus creencias, podemos decir que eran descendientes del maniqueísmo, según el cual el bien estaba separado del mal como la luz de la oscuridad.

Los cátaros también creían que las almas se reencarnarían hasta que fuesen capaces de escapar del mundo material y elevarse al paraíso inmaterial. La forma de escapar al ciclo de reencarnaciones era vivir una vida ascética y no ser corrompido por el mundo.

Consideraban al hombre como un campo de batalla donde el dios de la luz y el de las tinieblas se enzarzaban en un combate sin cuartel. La materia, creación exclusiva del mal, debía desaparecer, y para permitir que el alma se liberase los cátaros seguían una vida casta y se alimentaban lo menos posible. Steven Runciman dice que si la cosa hubiese sido posible los cátaros habrían deseado el suicidio de la raza humana, sea directamente, sea absteniéndose de procrear hijos.

La castidad no tenía para ellos el mismo valor que para los católicos. Los cátaros no condenaban la actividad sexual mientras fuese estéril sino el matrimonio y la procreación, y por ello se les acusó de orgías contra natura.

Se dividían en creyentes y perfectos, los primeros lo eran a través de una ceremonia llamada convenza y estaban al servicio de los perfectos. Era necesario pasar por duras pruebas para transformarse en perfecto, hasta el punto que muchos de quienes lo intentaban debían renunciar a ello. Al cabo de un tiempo de iniciación se recibía el consolamentum, y desde este momento el perfecto debía llevar una vida irreprochable no teniendo derecho a casarse y, si ya lo estaba debía abandonar a su familia. Nunca comían carne «ni queso, ni huevos, ni ningún ser nacido de la carne por vía de generación o de coito».No tenían ningún rito matrimonial, ya que la procreación (traer más almas al mundo material) estaba mal vista. Estaba permitida la práctica de la homosexualidad (que en esa época se denominaba «sodomía»), ya que las prácticas sexuales eran permitidas siempre que no produjeran nuevos hijos.

La vida de los cátaros estaba fijada por ciertas ceremonias religiosas que celebraban los perfectos, como el melioramentium, por el que abjuraban de la religión católica, y el apparelliamentum, celebrado cada mes y que consistía en una confesión general. Todas esas ceremonias terminaban en un beso de paz, pero para evitar todo contacto directo entre un perfecto y una perfecta se transmitían el beso besando el Evangelio.

Los perfectos no tenían domicilio fijo y siempre iban acompañados por otro cátaro. No disimulaban su condición ni su creencia, porque llevaban un vestido negro y un especial cinturón de cuero. Predicaban en público y hacían tal muestra de valentía ante la muerte que se creyó que eran partidarios del suicidio. Después de haber recibido el consolamentum, ciertos perfectos se disponían a la endura, es decir, que se dejaban morir de hambre creyendo que la muerte les llegaría en estado de gracia. De todos modos la práctica de la endura era excepcional. Su auténtica austeridad, que contrastaba con la corrupción del clero católico, conquisté muchos fieles.

El papa Inocencio III decidió organizar una cruzada contra los cátaros, ya entonces llamados albigenses. Ramón VI, conde de Tolosa, había prometido a Pierre de Castelnau, representante del Papa, ayudarle a perseguir a los herejes, pero en realidad no había movido un dedo para ello, por lo que el pontífice intentó obtener el apoyo del rey de Francia, Felipe Augusto, pero sin éxito, pues éste se hallaba muy ocupado en su lucha contra los ingleses y no le hizo caso.

Si por una parte la cruzada contra los albigenses hizo que la Iglesia viese reforzada su unidad y su poder, por otra fue el origen de la unidad de Francia, la cual condujo a la uniformidad jacobina que sirvió de ejemplo a otros países. Aunque ya se había ejercitado durante la monarquía absoluta e influido en España a través de la monarquía borbónica, fue después de la Revolución Francesa cuando la idea de la nación una e indivisible se abrió paso en contra de los nacionalismos entonces aplastados y que ahora vuelven a renacer. Derrotados en varias batallas, los cátaros se refugiaron en el castillo de Montségur, situado en lo alto de un monte y que parecía verdaderamente inexpugnable. En 1232 los jefes cátaros habían acordado con el señor de Perellà, dueño del castillo, que pasase lo que pasase les serviría de refugio. La hija de Ramón de Perella, Esclarmonda, era una cátara ferviente.

En 1242 albigenses salidos de Montségur asesinaron a los inquisidores que iban a Avignonet, lo que hizo que Hugo des Arcis, senescal de Carcasona, decidiese atacar el refugio cátaro. Para ello armó un ejército de diez mil hombres y, en mayo de 1243, puso sitio al castillo en el que permanecían cuatrocientos o quinientos cátaros, una pequeña guarnición de hombres armados y algunas familias que se habían refugiado allí para huir de la persecución.

Estos grupos estaban hiriendo de muerte al poder Papal, por lo que la Iglesia si no quería perder su poder terrenal (el espiritual prácticamente ya lo había perdido) tenía que reaccionar y lo hizo de forma contundente recurriendo a la "Cruzada". Los herejes ya no son los musulmanes, sino los propios cristianos,los cátaros Y por si aún quedaba alguna brasa de la herejía se forma La Santa Inquisición para sofocarla.

El primer contacto con el catarismo se produce en el instituto de Giessen, gracias a su profesor de religión, el barón de Gail. El 15 de marzo de 1244 celebraron por última vez el equinoccio de primavera según el rito maniqueo. Al día siguiente una gigantesca hoguera se elevó a los pies del castillo y 210 perfectos, que habían escogido la muerte, se lanzaron a ella cantando; al frente de ellos iban el obispo Martí y la joven Esclarmonda junto con su madre, Corba de Perella, y su abuela, Marquesa de Lantard.

Se encargó a cuatro perfectos que escondiesen los libros sagrados y los tesoros de los cátaros. Con una cuerda fueron descendidos por una pared lisa y desaparecieron. ¿Dónde están los libros y los tesoros?. Se dice que libros y joyas se hallan en un lugar desconocido en el mismo Montségur, pero aparte de que las excavaciones hechas no han dado resultado, ¿cómo compaginar la existencia de valiosas joyas con la vida austera que llevaban los cátaros? Cierto es que si se encontrasen restos de objetos de culto o libros litúrgicos del catarismo harían las delicias de los estudiosos arqueólogos.



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