La batalla de Burdigala fue un enfrentamiento militar ocurrido en 107 a. C. entre la tribu de los tigurinos y las legiones romanas dentro del contexto de la Guerra cimbria.
Algunas tribus germanas invadieron territorios romanos, derrotando al cónsul Carbón en Italia, y luego se dirigieron a la provincia romana de la Galia Trasalpina, la cual querían conquistar. Allí vencieron a las fuerzas locales comandadas por Marco Junio Silano y se aliaron con los tigurinos.
En 107 a. C., el Senado decidió forzar la situación mediante el envío de un nuevo ejército, esta vez al mando del cónsul Lucio Casio Longino. Entonces los romanos decidieron defender la ciudad de Burdigala, que pertenecía a la tribu aliada de los alóbroges. Los tigurinos marcharon hacia Burdigala y emboscaron a Longino, matándole. Los soldados restantes huyeron al campamento y nombraron a Cayo Popilio Lenas, hijo del cónsul del año 132 a. C., Publio Popilio Lenas, su nuevo comandante. Popilio se rindió sin pelear, entregando la mitad de los bagajes romanos. Fue una derrota humillante para Roma, lo que provocó una rebelión en Tolosa en su contra.
Al año siguiente, otro cónsul, Quinto Servilio Cepión, marchó a la Galia a sofocar una rebelión y capturó la ciudad, en donde tomó una enorme suma de dinero, el Oro de Tolosa (el Aurum Tolosanum). Parte de ese dinero desapareció misteriosamente cuando se transportaba a Massilia (actual Marsella). Finalmente en el año 105 a. C. Quinto Servilio fue vencido en Arausio.
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