El combate de Tarapacá fue un enfrentamiento entre fuerzas de ocupación bolivianas al mando del coronel José María García y milicias peruanas a las órdenes del mayor Juan Buendía en el marco de la Guerra entre Perú y Bolivia. La victoria peruana permitió recuperar el poblado de San Lorenzo de Tarapacá que había sido capturado por las tropas bolivianas días antes.
En 1841 el presidente del Perú Agustín Gamarra, intenta anexar Bolivia (el Alto Perú colonial), empresa que costó la vida el 18 de noviembre de ese mismo año en la Batalla de Ingavi. El ejército de Bolivia al mando del general José Ballivián invade el Perú ocupando Moquegua y Puno y enviando enseguida al general Rodriguez Magariño, jefe de la segunda división boliviana a ocupar Tacna y Arica lo que dicho jefe boliviano efectúa en diciembre de 1841. El 3 de enero del siguiente año una columna de cien soldados boliviano, al mando del coronel José María García y su segundo el comandante Juan Montero, ocupa el poblado de Tarapacá convirtiendo la casa del Cabildo en cuartel para sus tropas, el subprefecto peruano Calixto Gutiérrez de La Fuente se retira a Iquique llevando la noticia de la ocupación de las tropas bolivianas. En dicha ciudad se pone en contacto con el mayor Juan Buendía y Noriega quien organiza una columna de milicianos con los vecinos del puerto de Iquique poniéndose así en marcha para Tarapacá el 5 de enero de 1842.
Al promediar la media noche del día siguiente la columna peruana se aproxima sigilosamente al poblado con intención de tomar por sorpresa a la guarnición boliviana, descubierta tardíamente por los centinelas se rompen los fuegos y ante el desconocimiento del número de la fuerza que le atacaba el coronel García ordena a sus soldados atrincherarse en el cabildo contestando el tiroteo por las ventanas. A Buendía se le suman muchos vecinos armados de Tarapacá, tras casi cinco horas de lucha las municiones de los peruanos empiezan a agotarse lo que estos solucionan fundiendo una imagen del niño Jesús hecha de plomo y que pertenecía a la capilla del pueblo. Nuevamente apertrechado la fuerza peruana reanuda el ataque. A las seis de la mañana el coronel García cae mortalmente herido ordenando al comandante Montero batirse hasta el último cartucho, una hora después la guarnición boliviana sin municiones y fuertemente diezmada se rinde a discreción. Quedaron prisioneros 39 soldados y 5 oficiales, el armamento capturado fue repartido entre los vecinos y las tropas bolivianas no intentaron avanzar nuevamente sobre Tarapacá.
El ejército boliviano no contaba con tropas suficientes para mantener una ocupación en zonas tan amplias. En febrero de 1842, desocupan Tacna y Arica replegándose hacia Moquegua y Puno.
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