La Catedral de la Señora Santa Ana es la iglesia principal de la diócesis católica de Santa Ana, en la ciudad de Santa Ana, El Salvador. Este templo tiene la advocación de la Señora Santa Ana, la madre de la Bienaventurada Virgen María.
En el lugar donde hoy está la catedral de Santa Ana se encontraba anteriormente la parroquia central, cuyo origen se remonta al 26 de julio de 1569 cuando el segundo obispo de Guatemala Bernardino Villalpando llega a la población de Ciguateguacan y nombra como santa patrona de la localidad a señora Sanya Ana, posteriormente los indígenas cortaron horcones (vigas de madera verticales) para construir una ermita o parroquia provisional. Bernardino Villalpando viviría en Santa Ana hasta su fallecimiento acontecido el 28 de diciembre de 1570, siendo enterrado en la ermita donde sus restos permanecerían hasta mayo de 1571 cuando fueron trasladados a la capilla de San Pedro en Santiago de Guatemala.
El primer párroco santaneco del que se tenga constancia es el cura y vicario Martín de Montes de Oca, quién es mencionado en la tasación de tributos de 1572. Entre 1575 y 1576 se reemplazó la ermita por una parroquia con material permanente.
Las campanas de la parroquia fueron consagradas el 21 de marzo de 1734 por el obispo guatemalteco Juan Gómez de Parada en la plaza pública de Santa Ana y en presencia de Diego Arias (cura de Caluco), José Guillén (cura de Mita), Juan de Cabrera (cura de Metapán), y Juan de Dios Cid (cura de Texistepeque); además fueron consagradas las campanas de las iglesias de Santa Lucía (actualmente barrio), Texistepeque, Metapan, Opico, Ahuachapan, y Chalchuapa. Dos fueron las campanas para la parroquia santaneca, una grande con un peso de 50 arrobas (lo que es igual a 1250 libras o 575.1 kg) dedicada a señora Santa Ana y una pequeña dedicada a la virgen del Rosario.
En 1770 pasa por la población el obispo guatemalteco Pedro Cortés y Larráz y menciona que para entonces la parroquia central era administrada por el párroco Juan Bautista Collados y el coadjutor presbítero Joaquín Joseph Castañeda, y se encontraba como vicario provincial Antonio Vega; la parroquia era cabecera del curato de Santa Ana y tenía como anejos a los pueblos de Santa Lucía Chacalcingo (actualmente barrio de Santa Lucía de Santa Ana) y San Pedro Coatepeque, además de varias haciendas, molinos y trapiches.
En el año de 1868 el párroco Felix Quintanilla construye el atrio de la parroquia central; en la esquina suroeste del atrio la municipalidad (con permiso del párroco Guadalupe Reinoso) colocaría en 1871 una torrecilla de mampostería para albergar el nuevo reloj para el palacio municipal (que estaba en construcción), desde 1874 el párroco Miguel Rosales pediría la demolición de esa torre, la cuál estaría en pie hasta 1878 y a partir de entonces de concluirían las obras del atrio.
En 1858 la parroquia fue dañada por un rayo, según el informe del gobernador del departamento de Santa Ana Teodoro Moreno (hecho el 31 de diciembre de 1858) para finales de ese año se estaba acabando de reedificar. Sin embargo, en ese momento muy probablemente solamente se le hicieron arreglos estéticos, ya que posteriormente se le harían varias reparaciones hasta que 1881 el párroco Miguel Rosales decide reconstruir por completo la fachada de la parroquia (haciendo que está pierda por completo su aspecto colonial).
El 25 de noviembre de 1904, debido al deterioro del templo, el obispo de El Salvador Adolfo Pérez y Aguilar autorizó la reconstrucción la parroquia; para ello se conformo una junta de reconstrucción de la parroquia bajo la presidencia del párroco santaneco Manuel López Mejía, la cuál empezó a ejercer sus funciones desde diciembre de ese año, comenzando la reconstrucción con la colocación de la primera piedra el 21 de enero de 1905 en un acto solemne presidido por el obispo salvadoreño.
El 11 de febrero de 1913 el papa Pío X crea la Diócesis de Santa Ana y nombra como primer obispo a Ricardo Vilanova y Meléndez (quien tomaría posesión de su cargo en 1915), posteriormente ese año se consagra la reconstrucción de la parroquia central como Catedral.
En 1922 el obispo Vilanova habilita la primera parte de la Catedral y en 1926 se realiza la inauguración; sin embargo, la construcción seguiría en las décadas que siguieron hasta el 24 de febrero de 1959, cuando siendo obispo Benjamín Barrera y Reyes (segundo obispo de Santa Ana), se termina y consagra el altar de mármol de la imagen de la Señora Santa Ana.
El 17 de enero de 1953, Monseñor Santiago Ricardo Vilanova y Meléndez fallece luego de ejercer el gobierno eclesiástico por más de 36 años e impulsar los trabajos de construcción de la catedral. Por esto, el poder ejecutivo pidió a la Asamblea la autorización para sepultar su cuerpo en la catedral, y el 19 de enero de 1953 la Asamblea Legislativa autorizó que sus restos sean sepultados en la catedral.
En 1993 se inició la restauración de la catedral; el 22 de abril de 1995 fue declarada Monumento Nacional.
La edificación fue diseñada como catedral neogótica, en contraste con el estilo colonial español de la mayor parte de las catedrales de El Salvador y el resto de América latina. Está formada por tres naves, las cuales son de las medidas siguientes: la nave central con 22 metros de largo y 22 metros de ancho, las naves laterales miden 2 metros de largo y ocho metros de ancho; en conjunto las tres naves forman una cruz.
La torre norte ofrece tres campanas que se activan manualmente, mientras que la torre sur contiene tres campanas que fueron traídas de los Países Bajos en 1949 y se activan electrónicamente. Por otro lado, la catedral de Santa Ana tiene en total 28 imágenes o estatuas, 4 confesorios, 118 bancas y 51 lámparas.
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