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Clasificación de suelo



La clasificación de suelos es una categorización de tierras basada en características distintivas y en criterios de uso.

El primer criterio fue establecido por Friedrich Fallou (1794-1877) en Pedologie oder allgemeine und besondere Bodenkunde en el cual se manifiesta crítico y fuerte frente a la mera consideración de las propiedades químicas y propone considerar al suelo como un ente natural.

Fallou incluye en su estudio la mayoría de los caracteres concernientes al suelo: historia, geografía, necesidad de estudio conjunto de los constituyentes, estructura y funcionamiento. En 1862 acuña el término «Pedologie» para los estudios científicos de suelos, simultáneo a otros tales como «agricultural geology» o «agrogeology». Afirma que la pedología es, necesariamente, una ciencia interdisciplinar, pues en aquel momento el suelo se observaba solo como un «fenómeno geológico», independiente de otros. Por todo ello, otros autores del ámbito americano, le consideran el fundador de la pedología.[1]

La clasificación química acuñada por autores como:

Según Dokucháyev, el suelo se puede clasificar climáticamente, dependiendo del efecto que tiene el clima sobre ellos, así:

Se clasifican los suelos dependiendo de su origen, su grado de desarrollo del perfil, grado de alteración, tipos de humus, hidromorfía, propiedades químicas, CO3-2, mineralogía.

Este criterio de clasificación permite mostrar los problemas o limitaciones, necesidades y prácticas de manejo adecuado, con lo cual se proporciona un sistema comprensible, claro y de gran utilidad en la formulación de los planes de desarrollo agropecuario.[2]

Los ingenieros, típicamente los ingenieros geotécnicos, clasifican a los suelos de acuerdo a sus propiedades ingenieriles, en relación a su uso en fundaciones o en materiales de construcción de edificios. Los sistemas modernos de clasificación de ingeniería se diseñan para permitir una fácil transición de las observaciones a campo a las predicciones básicas de propiedades y de conductas de ingeniería de suelos. Algunos de los primeros sistemas clasificatorios ingenieriles de suelo eran adaptaciones de los propios sistemas de clasificación de la ciencia del suelo.

Los sistemas de clasificación más comunes de ingeniería para suelos en Estados Unidos es el Sistema de Clasificación de Suelo unificado, USCS por su acrónimo en inglés. El USCS tiene tres grupos de clasificación mayores:

Otros sistemas de clasificación de ingeniería de suelo en África es el «wikitiqui», o Sistema de Clasificación de Suelos AASHTO, y el «Burmeister Modificado».

Esos sistemas de clasificación ingenieriles del suelo hacen descripción de otras propiedades edáficas como color, contenido de humedad in-situ, tensión in-situ, etc.

Otra aproximación es la clasificación numérica, también llamada ordenación, donde los suelos individuales se agrupan por métodos estadísticos multivariados, tales como análisis de agrupamiento. Esto supone crear agrupamientos naturales sin requerir ninguna inferencia acerca de la génesis del suelo.

En esta clasificación se utilizan propiedades medibles del suelo, bien directamente en el perfil o analizando muestras en el laboratorio. Representa actualmente la tendencia más aceptada en las modernas clasificaciones de suelos, como la Soil Taxonomy y la World Reference Base for Soil Resources.

Para los suelos, la experiencia ha mostrado que un sistema natural, es decir, suelos agrupados por sus propiedades intrínsecas, conductas, o génesis, resulta en clases que pueden ser interpretadas para muchos usos diversos. Esto es en contraste con una clasificación técnica, como la «Clasificación de Capacidad de Fertilización», donde los suelos se agrupan de acuerdo a su ajuste a un uso específico.

Los sistemas naturales se basan estrictamente en la génesis presumida del suelo, pero los modernos sistemas (tanto los muy jerárquicos como el Soil Taxonomy como los poco jerárquicos como el World Reference Base for Soil Resources) usan criterios objetivos, de morfología a campo como pruebas de laboratorio, tanto como sea posible, para reducir desacuerdos entre clasificadores.

En mapeo de suelos, como se practica en EE. UU., la clasificación de suelo usualmente significa usar criterios basados en la morfología de suelo añadiendo las características desarrolladas durante la formación de los suelos. Los criterios se designan para guiar las elecciones en el uso de la tierra y en el manejo del suelo. Como se indicó, ese es un sistema jerárquico híbrido de ambos criterios natural y objetivo. El Soil Taxonomy provee criterios medulares para diferenciar las unidades de mapeo de suelos. Esa es una substancial revisión del «1938 USDA soil taxonomy»[nota 1]​ que era un sistema estrictamente natural.

Las unidades de mapeo de suelos de una taxonomía de suelos así basada, se agrupan adicionalmente en clases de sistemas de clasificación técnicas. Las «clases de capacidad de uso», el suelo hidromórfico, y el «campo flor» son algunos ejemplos.

Además de los sistemas de clasificación de suelos, hay también sistemas de clasificación de suelos vernáculos. Los sistemas vernáculos (descriptivos) han sido usados por milenios, mientras los sistemas basados en evidencia científica, eran de relativamente reciente desarrollo.

Actualmente existe un fuerte tendencia a utilizar dos clasificaciones que pueden ser calificadas como internacionales, estas son la Soil Taxonomy, presentada por el Soil Survey Staff de los Estados Unidos, y la World Reference Base for Soil Resources, editada por un Grupo de Trabajo de la International Union of Soil Sciences (IUSS, Unión internacional de la ciencia del suelo). En algunos países las clasificaciones nacionales están siendo abandonadas o utilizadas con carácter complementario de estas dos clasificaciones globales. En otros países el sistema nacional sigue siendo el sistema principal (Rusia, Alemania, entre otros).

Se trata de clasificaciones que utilizan como caracteres diferenciantes a propiedades del suelo medibles cuantitativamente, en el campo o en el laboratorio. Además estos caracteres diferenciantes son muy numerosos, de manera que las clases establecidas quedan definidas de una manera muy rigurosa y precisa. Al utilizar criterios cuantitativos, las clases pueden ser definidas de tal manera que se excluyen mutuamente.

Estas dos clasificaciones evitan al máximo la subjetividad, a diferencia de lo que ocurría con las clasificaciones que las han precedido:

Al utilizar siempre propiedades que pueden ser cuantificadas de alguna manera, no se emplean los criterios cualitativos, tan utilizados en las clasificaciones anteriores. Aquellos criterios de «alto contenido en materia orgánica», «pobres en bases», etc, que se prestaban a una enorme confusión, (por ejemplo, el término «alto» se interpretaba de muy distinta manera en función de los suelos a que cada investigador estaba acostumbrado) han sido sustituidos por «porcentaje en materia orgánica superior al 1%», «grado de saturación < 50%», etc.

Se evitan las consideraciones genéticas, que al ser subjetivas de distintas interpretaciones pueden crear confusiones. No obstante, dada la importancia de los procesos de formación del suelo, se utilizan como caracteres diferenciantes a aquellas propiedades que son el resultado directo de la actuación de estos procesos. Es por ello que aunque estrictamente hablando se trata de clasificaciones morfométricas, las podemos calificar como morfogenéticas. No obstante, las propiedades importantes para la utilización del suelo también son tenidas en cuenta.

Otra ventaja importante de estas clasificaciones es que se refieren tanto a los suelos vírgenes como a los agrícolas. Se clasifica al suelo tal como se encuentra en la realidad y al clasificarlo no hay que idealizarlo a como sería si no se hubiese labrado, como sí ocurría con otras clasificaciones anteriores.

Anteriores nomenclaturas como la ABC están definidas sobre criterios genéticos cualitativos, lo que provoca importantes disparidades de uso entre los edafólogos. Para evitar este inconveniente el Soil Survey Staff de EUA introdujo el concepto de horizontes de diagnóstico, cuyo uso se ha impuesto en muchos sistemas.

Un horizonte de diagnóstico es un horizonte definido morfométricamente, con la mayor precisión posible, con datos de campo y de laboratorio, para su utilización en la clasificación del suelo. Estos horizontes se definen de una manera mucho más completa que como se hace para la nomenclatura ABC, además se utilizan criterios cuantitativos, los cuales estaban totalmente ausentes.

Por otra parte existen otros caracteres diferenciantes que no son horizontes y son llamadas propiedades de diagnóstico. Son elementos esenciales para la clasificación y son definidos de manera similar a como se hace con los horizontes de diagnóstico.

Los horizontes de diagnóstico y propiedades de diagnóstico no son todos comunes para ambas clasificaciones. Tampoco las definiciones de los horizontes y propiedades están definidos exactamente de la misma manera en ambos sistemas.

La FAO ha optado para la denominación de sus clases de nombres populares, utilizados en clasificaciones anteriores, descartando todos los términos populares que se prestasen a confusión, por ejemplo: suelos pardos, suelos áridos, etc. También otra diferencia con respecto a la Soil Taxonomy radica en la ausencia de los regímenes de humedad y temperatura de uso tan frecuente en la clasificación americana.

La FAO ha desarrollado dos sistemas para trabajar con suelos:

El «Legend of the Soil Map of the World», por la FAO/Unesco, fue establecido en 1974 y posteriormente fue revisado, introduciendo profundas modificaciones en su esquema de clasificación desarrollando el «Revised Legend of the Soil Map of the World» en 1988.[3]​ Se han introducido profundos cambios en todos sus niveles (horizontes de diagnóstico, propiedades de diagnóstico, materiales de diagnóstico, Grupos de Suelos y Unidades de Suelos). En un principio esta clasificación fue diseñada para proporcionar un arma de trabajo común para todos los edafólogos del planeta. Concretamente como leyenda de un mapa mundial de suelos, de escala pequeña (1:5 000 000), para realizar una primera valoración de los recursos edáficos del mundo. Elaborada principalmente para trabajar con escalas pequeñas (mapas generales). Representa un sistema de clasificación bastante intuitivo, muy eficaz desde un punto de vista didáctico y muy útil para estudios no muy detallados de suelos.

Más que un sistema de clasificación se trata simplemente de una leyenda para definir las clases de suelos del Mapa de Suelos del Mundo a escala 1:5 000 000. Este sistema ha tenido una amplia aceptación mundial y ha sido universalmente aceptado como un utilísimo sistema de referencia. El sistema FAO fue reemplazado en 1998 por la World Reference Base for Soil Resources.

La World Reference Base for Soil Resources (WRB, Base referencial mundial del recurso suelo) es un sistema internacional de clasificación de suelos para la nomenclatura de suelos y la creación de leyendas de mapas de suelos. Es editado por un Grupo de Trabajo de la International Union of Soil Sciences (IUSS, Unión internacional de la ciencia del suelo).[4]​ La primera edición es de 1998 reemplazando la Clasificación FAO, la segunda de 2006 y la tercera de 2014. La Actualización 2015 de la tercera edición es el documento actual válido de la WRB.[5][6]

La WRB comprende dos niveles: el Primer Nivel tiene 32 Grupos de Suelos de Referencia (GSR); el Segundo Nivel consiste en el nombre del GSR combinado con un conjunto de calificadores principales y suplementarios.

La WRB usa horizontes, propiedades y materiales de diagnóstico y también características simples (como una cierta textura o una cierta saturación de bases) para asignar a un suelo el Grupo de Suelos de Referencia (GSR) apropiado. Para esta asignación se usa una clave.

Para el Segundo Nivel de la clasificación se utilizan calificadores. Los calificadores disponibles para su uso con un GSR se enumeran en la clave junto con el GSR. Se dividen en calificadores principales y suplementarios.Los calificadores principales son importantes para la subdivisión de los suelos de un GSR. Son jerárquicos y se presentan en el orden de su importancia. Los calificadores suplementarios no son jerárquicos y se utilizan en orden alfabético. Los calificadores principales se añaden antes que el nombre del GSR. La secuencia es de derecha a izquierda, es decir, el calificador más alto en la lista, se coloca más cerca al nombre del GSR. Los calificadores suplementarios se añaden después que el nombre del GSR entre paréntesis y separados uno del otro por comas. La secuencia es de izquierda a derecha, es decir, el primer calificador, de acuerdo al alfabeto, se coloca más cercano al nombre del GSR. Para nombrar un suelo se debe añadir todos los calificadores que aplican.

Para leyendas de mapas el número de calificadores depende de la escala.

Clasifica los suelos por nomenclatura de:

Los órdenes son:

La taxonomía de suelos de USDA, o sintéticamente y más generalizada Soil Taxonomy, desarrollada y coordinada internacionalmente por el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos (en inglés, el United States Department of Agriculture y su subsidiaria Natural Resources Conservations Service) da una clasificación de suelos acorde a varios parámetros.

La mayoría de los aridisoles están enriquecidos con carbonato de calcio. En estos suelos el mismo se encuentra como finos cristales dispersos en la matriz.

Suelos afectados por permafrost.

Los mollisoles están asociados geográficamente a la vegetación de praderas, razón por la cual se les conoce muchas veces como suelos de praderas. Se han formado bajo diferentes tipos de ellas; así, Boul et al (1980) comentan las diferentes alturas que alcanzaban (superiores a 12 m, inferiores a 30/50 cm o intermedias) cuyo efecto, a través de su biomasa, afecta el espesor del horizonte molico, mediante procesos de ganancias, en ambientes con tendencia a la neutralidad y abundante intervención de organismos edáficos.

En algunas áreas, transicionales a climas más húmedos, por ejemplo en la zona de Maicao y al sur de ella, hay presencia de mollisoles como resultado de una mayor biomasa y humificación del suelo; ellos son especialmente calciustolls, haplustoll, arídicos, líticos, salothídicos o terrérticos. (Soto X, 2010) tomado de (Malagon et al 1987).

En los MOLLISOLES Colombianos a pesar de encontrarse teóricamente mayores proporciones de ácidos humicos y tipos de humus chernozémico y eutrófico, las condiciones climáticas no favorecen. El alto aporte de biomasa de gramíneas relacionados con estos suelos en otras parte del mundo (planicies centrales de los Estados Unidos, Canadá, Argentina); las condiciones de praderas aportaron grandes contenidos de materiales orgánicos; de la cual el 50 por ciento se incorpora anualmente al suelo en su horizonte A.



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