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Clenardo



¿Qué día cumple años Clenardo?

Clenardo cumple los años el 5 de diciembre.


¿Qué día nació Clenardo?

Clenardo nació el día 5 de diciembre de 1495.


¿Cuántos años tiene Clenardo?

La edad actual es 529 años. Clenardo cumplió 529 años el 5 de diciembre de este año.


¿De qué signo es Clenardo?

Clenardo es del signo de Sagitario.


¿Dónde nació Clenardo?

Clenardo nació en Diest.


Nicolaes Cleynaerts, latinizado Clenardus, hispanizado Clenardo[1]​ y afrancesado Clenard (Diest, ducado de Brabante, 5 de diciembre de 1495 – Granada, 1542), fue un gramático y viajero flamenco. De formación latinista, helenista y hebraísta, se convirtió en arabista de forma casi autodidacta, impulsado por una visión universalista de los ideales del humanismo renacentista que le llevaron a intentar la conversión pacífica de los musulmanes mediante el diálogo con su cultura.

Enseñaba mediante el método de conversación, y mantuvo un principio propio de la pedagogía moderna: que el estudiante no debe complicarse con reglas arduas hasta que haya obtenido una suficiente competencia de uso de la lengua que desea aprender.[2]​ Redactó manuales de gramática griega y hebrea para simplificar las dificultades del aprendizaje de esas lenguas. Publicó varias obras en Lovaina: Tabulae in grammaticen hebraeam (1529), Institutiones in linguam graecam (1530), y Meditationes graecanicae (1531). Las Institutiones y las Meditationes fueron reeditadas varias veces (conjuntamente como Institutiones ac meditationes in graecam linguam) y suscitaron muchos comentarios; así como su correspondencia, editada póstumamente en un Epistolarum, en la que narra sus experiencias en Francia, España, Portugal y Marruecos.[3]

Educado en la Universidad de Lovaina, en cuyo Paedagogium Porci[4]​ se matriculó el 31 de agosto de 1512, fue alumno de Jacobus Latomus[5]​ (teología), de Adrianus Barlandus[6]​ y de Rutgerus Rescius[7]​ (griego), del Colegio de Busleiden o Collegium Trilingue,[8]​ fundado bajo los ideales humanísticos de Erasmo. Durante diez años fue presidente del Colegio de Houterlé, y enseñó latín, griego y hebreo. En 1527 se graduó en teología y se ordenó sacerdote.[9]

Por influencia de Juan Luis Vives, y considerando culminada su carrera en Lovaina, concibió el proyecto de leer el Corán y establecer una conexión entre el hebreo y la lengua árabe. El conocimiento rudimentario de esta lengua lo obtiene por sí mismo, gracias al Psalterio de Nebio (Psalterium octuplex o Psalterium Hebraeum, Graecum, Arabicum et Chaldeum cum tribus Latinis interpretationibus et glosis, de Agostino Giustiniani, Génova, 1516),[10]​ sobre el que aprende las letras árabes y descompone las palabras que lo forman, formándose un diccionario.[11]​ Estos estudios le condujeron a plantear la posibilidad de la evangelización de los árabes a través del estudio de su lengua, lo que llevaría a vencer al Islam por medios pacíficos. Con ese propósito abandonó su universidad y se trasladó en primer lugar a la Universidad de París (1530),[12]​ donde conoce a Guillaume Budé.

De vuelta en Lovaina, el humanista portugués André de Resende le proporcionó la posibilidad de acompañar a Fernando Colón (hijo del descubridor, cuya selecta comitiva de humanistas flamencos y franceses fue encargada de reunir una amplísima biblioteca), con quien emprendió en 1532 un viaje a España[13]​ (cuyo rey era el también flamenco Carlos de Gante -Carlos I de España y emperador Carlos V-).

Llegado a Salamanca, Clenardus enseñó brevemente latín y griego en su universidad. La fecha de su toma de posesión es el 5 de noviembre de 1533. Antes de ejercer como profesor universitario, había estado un tiempo como preceptor de Luis de Toledo, hijo del virrey de Nápoles Pedro de Toledo, de la Casa de Alba, puesto al que le recomendó Juan Álvarez y Alva de Toledo (de la misma casa nobiliaria, y profesor de filosofía y teología en Salamanca, cargo al que sumaba el de obispo de Córdoba).[14]

Clenardus se integró en el círculo de Francisco de Vitoria, junto con Martín de Azpilicueta, Andrés de Vega, Francisco del Castillo, Hernán Núñez de Guzmán y Juan Martínez Silíceo; a quienes posteriormente recomendó al también flamenco Juan Vaseo (Johannes Vassaeus o Jean Vasée, con quien había compartido el viaje de Lovaina a Salamanca, pero que había continuado al servicio de Fernando Colón como bibliotecario en Sevilla).[15]​ Entre los estudiantes que pudieron asistir a sus clases estuvo Diego de Covarrubias.

Al poco tiempo (quizá sólo ejerció doce días)[16]​ fue llamado a la corte del reino de Portugal, donde pasó cinco años como tutor de Don Henrique (hermano de Juan III de Portugal y posteriormente rey él mismo), al que preparó para ocupar su cargo como obispo de Braga. En esa ciudad Clenardus fundó una escuela humanística. También enseñó en Évora, donde posteriormente (1559) se fundó una universidad jesuítica.[17]​ Su influencia en el mundo intelectual portugués fue duradera: en 1547 se fundó en Universidad de Coímbra un Colegio de Artes siguiendo el modelo lovaniense del Trilingue que él había prestigiado. Su relación con los humanistas portugueses se había iniciado ya en Lovaina, donde conoció a André de Resende,[18]​ que fue quien le invitó a trasladarse a Lisboa en 1534.[19]

El nuevo rector de la Universidad de Salamanca, Leopoldo de Austria, tío de Carlos V, intentó recuperar a Clenardo para una cátedra trilingüe, que incluyera el árabe, un puesto que se encontraba vacante desde tiempo inmemorial por falta de persona capacitada para ello. A pesar de lo atractivo de la oferta, Clenardo no aceptó. Excepto por la presencia en Salamanca de un buen número de amigos (entre ellos su compatriota Vaseo, al que terminó llamando a Portugal), la vida universitaria salmantina no le traía buenos recuerdos, entre ellos la costumbre de estar al poste después de terminar la lección para aguantar las impertinentes preguntas de los discípulos.[20]

De vuelta a la Corona de Castilla, se trasladó a Granada. Tuvo ocasión de visitar la biblioteca que había formado Fernando Colón en su palacio de Sevilla.[21]

Fue patrocinado por Luis Hurtado de Mendoza, marqués de Mondéjar, gobernador general del reino de Granada. Allí, con ayuda de un "esclavo moro", obtuvo una primera aproximación a la relación que deseaba con la lengua árabe hablada. No parece que fuera uno de los moriscos locales, sino un esclavo comprado en Almería, que había sido alfaquí.[22]

En vano trató de obtener acceso a los manuscritos árabes en poder de la Inquisición española, y finalmente, en 1540, decidió viajar al norte de África. Desde Gibraltar pasó a Ceuta, y de allí a Fez, por entonces un centro intelectual árabe de prestigio. Allí pasó quince meses de privación y sufrimiento, tras los que volvió a Granada, donde murió en otoño de 1542. Se le enterró en la Alhambra.

Mantuvo correspondencia en latín con sus amigos flamencos: Nicolai Clenardi, Peregrinationum ac de rebus machometicis epistolae elegantissimae (Lovaina, 1550), editado de forma más completa como Nic. Clenardi Epistolarum libri duo (Amberes, 1566), de la casa de Plantin; también Victor Chauvin y Alphonse Roersch, "Etude sur la vie et les travaux de Nicolas Clenard" en Mémoires couronnes (vol. lx., 1900–1901) de la Académie royale des sciences, des lettres et des beaux-arts de Belgique,[23]​ contiene gran cantidad de información sobre Cleynaerts y una extensa bibliografía de su obra, con noticia de sus primeros comentaristas.[3]

Su peripecia vital ha sido comparada a la de Raimundo Lulio. El lema latino que le celebra en una estatua de su ciudad natal dice: Verbo non gladio gentes Arabas convertere ad Christianam fidem nisus est ("Con la palabra, no con la espada, se esforzó por convertir a las gentes árabes a la cristiana fe").[24]​ También en Diest, existe una sección de la Universidad de Lovaina (Katholieke Hogeschool Leuven) que lleva el nombre de Campus Clenardus.[25]​ Una de las asociaciones de estudiantes de dicha universidad lleva también el nombre Clenardus, y utiliza la silueta de su retrato como símbolo.[26]

Paulus Colomesius (Paul Colomiès, librero hugonote -1638–1692-, autor de Gallia Orientalis, un diccionario biográfico de hebraístas cristianos franceses,[27]​ citado por Gregorio Mayans en sus comentarios a las obras completas de Juan Luis Vives) describe el sombrío ánimo de un fragmento de la carta del 4 de diciembre de 1540 que Clenardus escribe desde Fez (in urbe Fessa, in cujus gymnasio linguae Arabicae operam dabat) al obispo Joanni Petito (Juan Parvo): su mentor le informa de que los Coloquios de Erasmo están siendo quemados y de que Luis Vives ha muerto; poca esperanza le queda de que su proyecto con el Corán tenga buena acogida:

Isaac Bullart le dedica una amplia y elogiosa biografía, que incluye un grabado con su efigie, en Académie des sciences et des arts contenant les vies et les éloges historiques des hommes illustres qui ont excéllé dans ces professions depuis environ quatre siècles (1682), destacando su renuncia a una vida acomodada para satisfacer su inquietud intelectual y espiritual:

Le docte Clenard eut quelque peine a quitter son estude pour suivre un train de vie si contraire a son humeur Flamande, sincere et incapaible des déguisements de la Cour (...) "...l'estude se reffroidissant a mesure qu'on s'échauffe à l'adquisition de richesses (...) apprendre dans un pelegrinage continuel que le Ciel est nostre veritable patrie (...) riche ou pauvre, parmy les Estrangers ou chez luy, il luy fist la grace de vivre dans l'innocence et de ne pas violer la suffisance evangelique [il la nomme ἀυταρχυαγ -sic, quizá αὐτάρκεια autarquía-] par les mouvements qui porten la nature à la corruption et au vice".[29]

Nicolás Antonio le reservó una entrada entre los escritores españoles en su Bibliotheca Hispana nova (1696):

Feijoo, en su Teatro crítico universal (1726), recoge una breve referencia a este autor, basada en la comparación de diversas fuentes:

Alii dicunt (obsérvese que no dice quién, pero ya hemos visto los que son) uxovem habuisse Theodosiam filiam Severiani ducis Carthaginensis et Theodorae, ex qua sustulerit Hermenegildum et Recaredum. Dude verisimile est eum alterum alteri superduxisse. Nam quod praedicti filii ex Gosvintha non sint, ex eo patet, quod Joannes Abbas, temporis illius scriptor, affirmat Leovigildum filio majori Hermenegildo et uxorenz et regni partem ad regnandum dedisse aneo regni sui undecimo, quo tempore ille, si ex Gosvintha natus esset, ut plurimum decem natum annos, non matrimonio nec regno maturus esse poterat, atque hoc ita esse postea clarius constabit. Severianus ille Theodorici ostrogothorum et Italine regis, ut diximus, filios ex uxore Theodora inclyto gothorum regum sanguine prognata, suscepit hos filios, sanctum Leandrum et sanctum Isidorum archiepiscopos hispalenses, sanctum Fulgentium episcopum primum astigitanum, deinde carthaginensem (assí se van corrompiendo las cosas), Florentiam sanctarum virginum monasteriis praefectam. Breviarium Hispalense addit S. Braulium, Caesaraugustanum episcopum, virum multarum linguarum et Sacrae Scripturae peritissimum, et Justinam, quae quinquaginta sanctarum virginum monasteriis praefuit. Sed Justinam istam arbitrar esse eam quae aliis Florentia dicitur. Braulii vero, de quo in quinto concilio toletano dicemus, cum D. Isidori meminit, nihil tamen addit unde fratem ipsius fuisse colligamus. Sed nec ipse Braulius, sive Braulio in iis, quae Viris Illustribus divi Isidori, de ipso D. Isidoro, addidit, ullant bujus rei mentionem facit, neque ego arbitror illius fratrem fuisse, sed amicum plus quam fraterna charitate coniunctum. Hasta aquí Juan Vaseo, cuyo contexto glosaría yo con notables advertencias, si muchas de ellas no se vinieran a los ojos por lo que tengo dicho, i no temiera yo alargarme demasiadamente. Pero no dejaré de decir que no es mucho que a este juicioso historiador no hiciesse fuerza la autoridad del Breviario de essa santa iglesia (...) Finalmente, aunque se supiera determinadamente la antigüedad del Breviario que vio Vaseo, o la de otro qualquiera que se quiera producir, es cierto que sería posterior a los escritos de los historiadores que yo alego por mi parte i, consiguientemente, su autoridad de menor peso.

Jean Vasée / Vasaeus (c. 1510-1561) est plus jeune que Resende ; il suit Clénard en Espagne, travaille près de F. Colomb, à Séville, vient à Évora faire visite à Clénard, passe à Salamanque où il enseigne le grec, le latin et la rhétorique, mais se laisse convaincre par Clénard de venir au Portugal : le Cardinal-Infant Henri lui confie des responsabilités d’enseignement (1538-1550) à Braga et à Évora. (Andreas de Resende, un exemple portugais en europahumanistica.org).

También hubo un profesor de medicina de Salamanca con ese nombre, pero que consta como francés (Jean Vasseau, Vassès o Vassé, Meaux 1486 - 1550, decano en París entre 1532 y 1534 -CERL Thesaurus-).

(...)

Éclairez l'intelligence de vos adversaires. Ne brûlez ni les juifs ni leurs livres. Rendez les juifs chrétiens à l'aide de l'enseignement, et si leurs livres sont dangereux, ils sauront bien les brûler eux-mêmes. Les apôtres ne faisaient violence à personne.

(...)

Voici [écrit-il en parlant du psautier de Nébio] comment je m'y suis pris, et apprenez ainsi ce que les Grecs entendaient par une éducation autodidactique. S'il me souvient de mon Salluste, dès qu'on est attentif, tout va bien. Vous avez là, Clénard, mon ami, le psautier complet de David; il est inutile d'attendre les pages qu'on doit vous envoyer de Venise et les effets des promesses de Bomberg. — Allons, lisez. — Impossible. — Lisez, vous dis-je. — Et comment, s'il vous plaît? Je n'ai encore vu de ma vie une lettre d'arabe, et je pourrais être comparé à Mahomet dont on fait ce conte, c'est-à-dire cette histoire très véridique : L'ange Gabriel descendit vers, lui, et tenant ouvert le Coran qu'il avait apporté du ciel, il lui commanda de le lire. — Lire, je ne sais, répondit Mahomet; mais l'ange le prit à la gorge et derechef lui enjoignit de lire. Gabriel ne le lâchait pas et peu s'en fallut que le bon Mahomet n'étouffât... Si je suis tout autrement fin que lui, il faut lui pardonner, il n'avait point vu le psautier de Nébio, ce bien-heureux psautier qui m'a servi d'ouverture à l'étude de l'arabe. Voici comment : Je n'ignorais pas que les noms propres d'hommes et de femmes, de ^montagnes, de fleurs, de villes, etc., s'écrivent chez les Hébreux et les Chaldéens avec le même nombre de syllabes et les mêmes lettres, quoi-que les Septante, comme l'observe très bien Josèphe, aient tâché, dans leur version, d'adoucir l'âpprêté de l'hébreu en se rapprochant de la délicatesse de la langue grecque, et que Onkelos et Jonathan aient imité jusqu'à un certain point ces altérations de mots, même dans la traduction chaldéenne, ainsi qu'on le voit dans la Bible de Pagnini. Si, par exemple, l'hébreu dit: Salemo, Mosé, ils écrivent, en chaldéen, Sélomé, Mosé, et non, comme les Grecs, Salomon, Mosès, Ils n'usent pas non plus de ces tropes si communs parmi diverses nations. Car, pour ne parler que de la Flandre et du Brabant, on y affecte une certaine aphérèse, en coupant, sans façon, la tête aux mots Johannes, Jacobus, Bartholomaeus, dont on fait Hennen, Coppen, Meeus, métamorphose de noms qui ne se rencontre pas dans la traduction chaldéenne. Il ne me vint pas à l'esprit qu'elle pût être fort désespérante dans l'arabe, parce que je soupçonnais que cette langue s'écrivait à peu près comme l'hébreu, et qu'on la lisait également de droite à gauche, chose dont je n'étais pas sûr, tant, malgré ma grande curiosité, était grande mon ignorance. Ainsi, pendant qu'un écolier commence ordinairement par des principes fixes, je ne débutais point par apprendre la vraie prononciation et l'alphabet; mais, marchant de conjecture en conjecture, je me mis à la découverte des caractères arabes.

(...)

J'ai passé [dit-il] deux ans à Paris, sans cesser d'y être étranger à mes propres yeux ; c'était le temps où François I cultivait les lettres et introduisait la galanterie à sa cour. Je visitai ensuite l'Aquitaine avec le plus grand plaisir. L'heureux pays que la Touraine et toutes ces belles provinces qui s'étendent jusqu'aux Pyrénées ! En traversant les Cantabres, j'ai bien senti la vérité de cet adage vulgaire qu'en France, bon gré mal gré, on dépense son argent et qu'en Espagne on ne pourrait se procurer ce plaisir. C'est là qu'on peut apprendre à jeûner. Si quelque jour je fais des dialogues, je me promets bien d'y peindre les hôtelleries d'Espagne avec les couleurs qui leur conviennent. Un certain soir, arrivés bien las dans une de ces curieuses auberges, nous n'avions qu'un seul verre pour mes compagnons et pour moi : mon ami Vasée (de Bruges) l'ayant brisé en le laissant maladroitement tomber, nous fûmes tous réduits à l'état de Diogène et obligés de boire dans le creux de nos mains.

(...)

Ah! ce n'est pas là ma patrie; ce ne sont pas l'attention, les soins et l'élégance de nos bonnes ménagères flamandes. Néanmoins, dans le désir extrême de voir, je me fais aux mœurs portugaises. Je trouve quelques hommes qui sont venus s'établir ici au temps du roi Emmanuel. Oh! pour ceux-là, ce sont des citoyens du monde; avec eux, on ne croit jamais être hors de sa patrie.

(...)

Je crois qu'il y a, dans Lisbonne, plus de Maures et de nègres que de blonds, et ces noirs sont, en vérité, pires que des brutes. Respectable humanité! on accouple ici ces malheureux, hommes et femmes, comme on accouple les pigeons de notre patrie; ils peuplent d'une manière incroyable, et l'on trouve des pépinières d'esclaves dans toutes les maisons. La licence est ici à son comble. On dit que jadis, à Thèbes, Vénus était commune. Elle l'est bien autant en Portugal. Et mon imprudent frère n'en est pas fâché. Les nouvelles découvertes aux Indes orientales, l'appât de l'or qui reflue ici des plages de Nabathée, la dissolution des mœurs et autres causes encore offrent sans cesse à Lisbonne des fortunes brillantes et des chutes rapides. C'est un tableau vivant qui vous représente, à chaque pas, un homme de néant au haut de la roue et des Crésus précipités dans la fange. Tout ce que je vois m'affermit dans la sagesse plus que tout ce que j'ai lu, et je n'ai jamais tant méprisé l'or que depuis que j'en possède. Jugez-en par l'aveu qui suit. Mes amis, je n'ai jamais tant soupiré après vous. Quand pourrai-je revoir mon cher Latomus, notre bon abbé Blosius, vous embrasser tous, ingrats, qui oubliez peut-être le pauvre Clénard, relégué au bout du monde, tandis que vous devriez tomber aux genoux d'un des plus brillants seigneurs des rives du Tage?

(...)

Voulant faire un essai de l'intelligence des enfants, j'entrepris d'enseigner publiquement quelques marmots tellement étrangers à la langue latine qu'ils n'en avaient jamais ouï une syllabe. Bientôt, j'eus la satisfaction de voir que, grâce à un exercice journalier, on m'entendait assez couramment et que les plus petits même babillaient en latin, eux qui n'en étaient pas encore à l'alphabet. Du reste, je me gardais bien d'offrir à mes jeunes élèves rien qui pût leur causer le moindre dégoût; ce n'était pas par antiphrase que mon école se nommait "ludus", attendu que je m'y jouais véritablement... J'avais trois esclaves... Tant s'en faut que ce fussent de profonds grammairiens; seulement, ils avaient contracté chez moi l'habitude de me comprendre quand je parlais latin et de me répondre dans cet idiome, encore qu'ils péchassent contre les règles de Priscien. Je les menais dans ma classe, je les faisais dialoguer devant mes élèves et causer d'une multitude de sujets ; mon auditoire ne perdait pas une parole et regardait comme un prodige un Africain parlant latin. - Allons, Longue-Dent, disais-je, saute. (Lui aussitôt de faire deux ou trois gambades, et les spectateurs de rire). — Toi, Noiraud, rampe. (Il se mettait à quatre pattes, et les rires ne finissaient pas). — Charbon, ayant reçu l'ordre de courir, obéissait à l'instant. Ainsi j'enseignais mille choses, moins de la voix que du geste, et les mots, à la faveur de ce badinage, se gravaient d'eux-mêmes dans la mémoire des enfants. Au commencement le moindre de mes soucis était de leur jeter à la tête les règles de la grammaire, très peu récréatives par elles-mêmes. Je m'appliquais plutôt à ne faire sortir de cette foule que des mots latins et à imiter les marchands qui apprennent par l'usage les langues des différentes contrées qu'ils visitent. Durant les premiers jours, je ne dictais rien. Les yeux attachés sur leur maître, les écoliers accoutumaient leurs oreilles à entendre ses paroles. Se rencontrait-il quelque sentence, quelque adage susceptible d'être contenu en quelques lignes, il circulait aussitôt parmi mes disciples comme un objet qui passe d'une main dans l'autre. Pendant ce temps-là, j'exprimais la chose du geste, car j'avais bien résolu d'éviter la solennité, le faste dans l'enseignement, et de ne rien préparer d'avance : tout ce qui s'offrait à moi servait de texte à mes leçons.

(...)

Les livres hébreux que Bomberg imprime maintenant à Venise passent en Afrique, en Ethiopie, dans l'Inde, partout où les juifs ont des domiciles. Pourquoi mon Alcoran latin et arabe n'aurait-il pas le même avantage et ne se répandrait-il pas chez toutes les nations musulmanes? J'ouvrirai une nouvelle carrière aux connaissances humaines et â l'éloquence. Même à Louvain, vous ne faites plus que vous répéter. Moi, je révélerai les fruits inconnus de l'imagination des Arabes, je vous ferai connaître le piquant délire de la Sunna.

(...)

Grand fut l'étonnement de ces hommes, écrivait [il à Latomus, lors] qu'ils entendirent un Flamand citer des fragments du Coran et parler leur langue plus correctement qu'eux-mêmes, parce que je l'avais apprise dans les livres. Le fait merveilleux d'un Flamand lisant, ecrivant et parlant l'arabe, me valut un tel concours de visiteurs que j'en fus importuné outre mesure. On m'amena même un jeune homme qui avait obtenu de grands succès dans les écoles de Fez. J'entrepris avec lui une dispute sur certaines difficultés grammaticales, et je remportai la victoire.

Véase el texto original latino de alguno de estos textos: -Lege. -Non possum. -Lege, inquam... (63 Aux chrétiens 1540-1541, en Correspondance de Nicolas Clenard, Librairie Droz, ISBN 2600045872, pg. 209 y ss). ...docebit eum Vasseus velut alterum Diogenem cava manu bibere (pg. 219). Mancipiorum plena sunt omnia. Aethiopes et Mauri captivi, omnia obeunt munia, quo genere hominum tam est referta Lusitania, ut credam Ulyssipone plures esse huiusmodi servos, et servas, quam sint liberi Lusitani... (pg. 54)



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