Conversación con una momia (Some Words with a Mummy, en el original) es un cuento satírico del escritor estadounidense Edgar Allan Poe y fue publicado en abril de 1845, en la revista American Review: A Whig Journal.
El narrador está profundamente dormido después de un día agitado, cuando lo despierta la campanilla de la puerta. Su mujer atiende y vuelve al dormitorio tirándole una carta a la cara. Al leerla, comprueba que es de su viejo amigo el doctor Ponnoner, invitándolo a su casa para presenciar, junto a un selecto grupo de amistades, cómo se le quitarán las vendas a una momia traída de Egipto.
Al cortar el primer sarcófago descubren el nombre de la momia escrito en jeroglífico: Allamistakeo. El segundo y tercer sarcófagos son retirados para dejar al descubierto el cuerpo que, para sorpresa de todos los presentes, no está envuelto en vendas o fajas de lino; sino en una especie de estuche de papiro cubierto de una capa de yeso toscamente dorada y pintada.
El médico prepara los instrumentos para la disección, pero le sugieren usar electricidad en la momia. Cuando la aplican, la momia se despierta y les reproche los malos ratos que le han dado. Se disculpan con Allamistakeo, le explican por qué diseccionan momias y la importancia científica que tiene. Satisfecho con la explicación y las disculpas, Allamistakeo estrecha la mano de cada uno de los presentes y, de inmediato, ellos proceden a reparar los daños causados por las incisiones. Luego, le dan ropa adecuada a Allamistakeo y se sientan a tomar vino y fumar cigarros.
Allamistakeo les cuenta cómo se volvió una momia. Les dice que en el antiguo Egipto las personas solían vivir más de mil años y después de esa etapa podían ser embalsamados para que pudieran dormir por varios cientos de años. Les explicar que él pertenecía a una familia a la cual no les quitaban los órganos vitales antes de ser embalsamados.
La momia les dice que la humanidad siempre ha sido monoteísta y que los dioses paganos solo eran símbolos del único dios. Los presentes, impresionados por sus palabras, le hacen toda clase de preguntas sobre el pasado, incluso sobre la creación del universo. A esa pregunta, Allamistakeo contesta que en el pasado se sabía que el universo siempre había existido y que los humanos se habían creado de manera espontánea.
Los presentes le cuentan sobre las diferencias en el pensamiento pasado y actual, insinuando que el pensamiento actual es superior. Uno de los hombres le pregunta si conoce la fabricación de pastillas de Ponnonner o pastillas de Brandreth. Allamistakeo debe aceptar su ignorancia y los hombres, sintiéndose triunfantes de saber más, se marchan a sus casa.
El narrador vuelve a su casa y a la cama (o soñando que lo ha hecho). Al despertar en la mañana, decide que no está contento con su propio tiempo y las circunstancias que lo rodean, así que decide ir a ver al doctor Ponnoner para embalsamarse por unos cien años.
El cuento fue adaptado como obra de teatro de un acto; con el título de Allamistakeo por Giulio Viozi en 1954
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