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Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey



La Congregación de Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey (oficialmente en latín: Congregatio Cooperatorum Paroecialium Christi Regis) es una congregación religiosa católica clerical de vida apostólica y de derecho pontificio, fundada por el sacerdote jesuita español Francisco de Paula Vallet, en Barcelona, en 1928. A los religiosos de este instituto se les conoce como padres cooperadores o cooperadores parroquiales y posponen a sus nombres las siglas C.P.C.R.[1]

La congregación fue fundada por el sacerdote español Francisco de Paula Vallet, de la Compañía de Jesús, el 3 de mayo de 1928, en la ciudad de Barcelona. Luego de haberse dedicado por completo a la predicación de los ejercicios espirituales según el método de Ignacio de Loyola, sintió la necesidad de un formar un grupo de sacerdotes que se dedicaran a este tipo de misión en las parroquias.[2]

En España las cosas no resultaron como el fundador lo había planteado, debido a la situación política del país. Por esta razón la primera casa oficial del instituto fue abierta en Salto (Uruguay).[3]​ Vallet estableció su residencia en Valence (Francia) en 1934. En esta ciudad nació la rama femenina de la congregación.[1]​ La primera casa en territorio español se fundó en 1945, en Madrid.[2]

El instituto fue aprobado por el obispo de Valence, Joseph-Martin Urtasun, el 27 de octubre de 1954, como congregación clerical de derecho diocesano.[2]​ El 23 de junio de 1979 fue elevada al rango de congregación de derecho pontificio, mediante Decretum laudis, del 23 de junio de 1979, del papa Pablo VI.[1]

La Congregación de Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey es un instituto religioso clerical de derecho pontificio centralizado, cuyo gobierno es ejercido por un superior general. La casa central o curia general tiene su sede en Pozuelo de Alarcón.[1]

Los padres cooperadores se dedican a la renovación espiritual de las parroquias, a través de la evangelización de los adultos, la predicación de ejercicios espirituales y a las obras pastorales parroquiales.[3]​ Estos religiosos observan con particular rigor el voto de pobreza, viven de limosnas y no reciben pago alguno por su ministerio. Tampoco les está permitido recibir herencias.[2]

En 2015, el instituto contaba con unos 143 religiosos, de los cuales 107 eran sacerdotes, distribuidos en 19 comunidades,[1]​ presentes en Argentina, Chile, España, Francia, República Democrática del Congo, Suiza y Uruguay.[3]



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