Culpar a la víctima es una actitud que puede aparecer en relación a un crimen o a cualquier tipo de maltrato abusivo, que conlleva considerar que las víctimas de ese suceso son parcial o completamente responsables del mismo. Implica también culpar a los individuos por su malestar personal o sus dificultades sociales, en lugar de por la presencia de otras terceras personas implicadas o el sistema social existente. Inicialmente, la expresión fue acuñada como crítica hacia quienes culpan a los individuos por su malestar personal o sus dificultades sociales, prescindiendo de la responsabilidad de otras terceras personas implicadas o del sistema social existente. Algunos autores califican esa actitud como característica típicamente fascista y otros señalan que con frecuencia el culpar a las víctimas ha surgido en contextos racistas y sexistas, como por ejemplo cuando se argumenta que "una mujer violada que llevaba una falda corta se lo estaba buscando".
La frase "culpar a la víctima" fue acuñada por William Ryan en su clásico Blaming the Victim, una crítica de la obra de 1965 de Daniel Patrick Moynihan, The Negro Family: The Case for National Action, más conocido como el Informe Moynihan. El libro de Moynihan resumía sus teorías sobre la formación de ghettos y la pobreza intergeneracional. La crítica de Ryan mostraba las teorías de Moynihan como intentos sutiles (y no tan sutiles) de desviar la responsabilidad de la pobreza de factores sociales estructurales a las conductas y patrones culturales de los pobres. La frase fue rápidamente adoptada por los defensores de las víctimas de crímenes, en particular las víctimas de violación acusadas de favorecer su victimización, aunque su uso es conceptualmente distintivo de la crítica sociológica desarrollada por Ryan.
Es habitual sugerir que la actitud o el vestido de una víctima de violación influyen en la comisión del delito, responsabilizándola de forma más o menos directa por haberse puesto en una situación de riesgo o incluso por provocarlo. Esta mentalidad es combatida mediante campañas de concienciación cuyo objetivo es demostrar que la culpa de una violación la tiene siempre el violador, con frases como las siguientes:
Este tipo de campañas propone que se eduque o se disuada a los potenciales violadores en vez de enseñar a las mujeres cómo deberían prevenir ser víctimas de una violación.
El llamado Caso La Manada (2016), ilustra la forma como se intenta desviar la responsabilidad hacia la víctima de la violación, quien incluso fue investigada para demostrar que el suceso no la había afectado emocionalmente y por tanto, eso probaría que había habido consentimiento.
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