La cultura obviamente no se dirige solamente a los adultos: numerosos artistas, intelectuales, escritores, y profesionales de otros diversos dominios, se han orientado a realizar creaciones culturales dirigidas especialmente al público infantil, y adaptando los diversos productos a la edad de los niños, a sus capacidades, y a sus niveles de atención. La mayor parte de las veces, las obras de cultura infantil son concebidas y creadas con una voluntad educativa, mucho más que con una finalidad meramente recreativa. También puede y debe decirse, que existe igualmente una cultura más o menos rudimentaria, construida y transmitida por los propios niños, sin una manifiesta y directa intervención de los adultos, por lo que en líneas generales puede considerarse que existen dos clases de culturas infantiles:
La cultura infantil tiene un reconocimiento y un interés «oficial» relativamente reciente: en efecto, antes del siglo XX, los niños no eran considerados un público digno de excesivo interés.
Por el contrario y en la cultura popular, más antiguos son los tradicionales cuentos de hadas, las marionetas, y los espectáculos circenses.
La adaptación de las obras se realiza en función de la edad del público al que está dirigido, y del correspondiente grado de madurez del niño. El carácter mágico y lo maravilloso con frecuencia están asociados a la percepción del niño, muy presente y arraigada en la cultura infantil. Las creaciones orientadas a los niños con frecuencia están ligadas a las teorías psicológicas sobre la infancia: intencionalidad educativa, a la vez que artística y lúdica: aportar al niño elementos con los que poder construir su propia visión del mundo.
Junto a la cultura orientada a los niños, existe la cultura elaborada por los propios niños, que se expresa especialmente a través de los juegos y de los mitos.
Una parte de los conocimientos y del imaginario en la niñez, a lo que bien podemos llamar "cultura" de una manera más o menos rudimentaria, son desarrollados por los propios niños durante sus interrelaciones sociales, y muchas veces por fuera de toda intervención de los adultos. Es así que se elaboran diferentes juegos con sus respectivas reglas, para desarrollar en los patios de recreación o en los parques y plazas (por ejemplo juegos de persecución), de historias, y de leyendas urbanas que circulan entre los niños (el hombre de la bolsa), etc. También se ha constatado la transmisión y difusión de costumbres, fórmulas de echar a suertes, y estribillos de canciones.
Naturalmente, otra parte de esta cultura es alimentada por producciones adultas (televisión, modas, personajes populares...) pero acaparadas, transformadas, y transmitidas, por los propios niños. Juegos tales como Pokémon o colecciones de pegotines o de otros objetos con los que se interactúa y se juega en diversas formas, forman parte de esta categoría.
Lo constituyen espacios generalmente públicos, a veces llamados "zonas de juegos" o "rincones infantiles", de constitución, forma, y tamaños muy variados, algunos de ellos con elementos muy simples y otros por el contrario muy creativos y elaborados. En algunas ciudades los hay en casi todos los barrios, a veces en números bastante elevados, a tal punto que forman parte de la estética urbana.
Cuentos de hadas, libros para niños, ediciones y colecciones especializadas para niños, literatura de adultos con texto simplificado o reducido, historietas, etc.
Dibujos animados, filmes para niños, emisiones de televisión para niños, etc.
Circo, teatro para niños, marionetas, etc.
Rondas y baladas, canciones de cuna, etc.
Juguetes, juegos sociales, juegos de tablero, modelismo, juegos de canicas, etc.
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