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Dinastía saadí



La dinastía saadí, saadiana o saadita (en árabe: سعديون sa‘adiyūn, "saadíes") fue una dinastía de origen árabe que gobernó en el actual Marruecos entre el siglo XVI y el XVII.[1]

Desde 1509 hasta 1554 gobernó en la región sur del actual Marruecos. Su reinado sobre la totalidad del territorio de Marruecos empieza con el gobierno del sultán Mohámmed ash-Sheikh en 1554, y el final de esta dinastía se da en 1659 con la muerte del sultán Áhmad el-Abbás.

La dinastía saadí afirmaba ser una familia jerife, originaria del Hiyaz, descendientes de Mahoma a través de Alí ibn Abi Tálib y Fátima Zahra (hija de Mahoma) y del primogénito de estos últimos: el imán Hasan ibn Ali. Los saadíes provenían de Tagmadert, en el valle del río Draa, al sur de Marruecos. Su población de origen era Tidzi, diez kilómetros al norte de Zagora (Provincia de Zagora).[2]

El apelativo de saadí fue dado a Bani Zaydán, jerife de Tagmadert, por sus enemigos, quienes trataron de denigrar su descendencia hasánida al decir que provenía de la familia de Halimah Saadiyya, nodriza de Mahoma. El más famoso de los sultanes de la dinastía saadí fue Áhmed al-Mansur (1578-1603), constructor del palacio El-Badi en Marrakech y contemporáneo de Felipe II de España e Isabel I de Inglaterra. Uno de sus más importantes logros fue expulsar a los portugueses de Marruecos y defender el país contra los otomanos.

Antes de conquistar Marrakech, la ciudad capital de los gobernantes de la dinastía saadí fue Tarudant. Las tumbas saadíes son un mausoleo que recogen los restos de 70 miembros de la dinastía saadí en Marrakech y que fueron redescubiertas en 1917.

Los saadíes se hicieron con el poder en Marruecos en medio de una crisis.[3]​ A finales del siglo XV, españoles, portugueses y otomanos habían establecido guarniciones en el territorio, que a la vez sufría enfrentamientos religiosos.[3]​ La incapacidad de los meriníes para afrontar estas amenazas suscitó la crítica de morabitos que afirmaban ser jerifes —descendientes del profeta Mahoma—.[3]

Entre 1509 y 1511 Abu Abdallah al-Qaim, aceptó la petición de ponerse al frente de las fuerzas musulmanas contra los cristianos. Apoyado por los morabitos, inició los enfrentamientos contra los portugueses. La guerra aseguró a sus hijos Áhmad al-Araŷ (1517-1544) y Mohammed ash-Sheikh (1544-1557) la posesión del sur de Marruecos hasta el oum Er-Rbia, mientras en el norte dominaban los wattásidas. En 1524, el mayor de los hermanos, Áhmad, conquistó Marrakech, quedándose su hermano Mohámmed, con el control de Sus.

Estalló posteriormente un conflicto entre los dos hermanos y la intervención del sultán wattásida en la querella no hizo sino acelerar el final de su gobierno. Áhmad al-Araŷ, se convirtió en emir de Marrakech, con sometimiento al sultán wattásida de Fez. Mohámmed ash-Sheikh entró en Fez (1544 o 1550) y un intento de restauración de los mariníes en 1554 con el apoyo de los otomanos de Argel fracasó y consolidó la dinastía saadí.

La victoria militar de Mohammed ash-Sheikh, oriundo de la región de Tafilalet, le permitió en 1554 proclamar la nueva dinastía saadí.[3]​ Esta logró mantener la independencia del país frente a europeos y otomanos y emprender la expansión tanto por el Mediterráneo como en el África occidental.[3]

En 1544, los saadíes se apoderaron de Marrakech, y trataron en vano que los songhai les entregasen las minas de sal de Taghaza.[3]

Tanto Abdalah al-Ghálib Bil-lah (1557-1574) como su sucesor Abu Abdallah Mohammed II fomentaron el comercio con la Inglaterra de Isabel I al tiempo que recibían ayuda de Felipe II de España contra los otomanos.[4]

La dinastía alcanzó su máximo esplendor durante el reinado de Áhmad al-Mansur (1578-1603).[4]​ Este aumentó el comercio con las naciones europeas y aprovechó políticamente sus disensiones.[4]​ Gracias a estas, por ejemplo, obtuvo de los españoles la posesión de Arcila en 1589, aunque fue recuperada por los españoles.[4]

El armamento portugués capturado en la batalla de Alcazarquivir —grave derrota portuguesa— en 1578 y la organización de un ejército de inmigrantes andalusíes y mercenarios le permitió en 1590 emprender la conquista del Imperio songhai.[4]​ La meta de esta era obtener el control del oro proveniente del sur del Sáhara, que el aumento del comercio marroquí con Europa, deficitario, hacía conveniente.[5]

Durante el reinado de al-Mansur se produjo una modernización militar que, sin embargo, no vino acompañada de los necesarios cambios sociales y económicos necesarios para sustentarla.[6]​ La tecnología necesaria para remozar sus fuerzas armadas provenía del comercio con Europa, no de la producción nacional.[6]

Arte Saadí



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