La educación para la paz es el proceso de adquisición de los valores y conocimientos, así como las actitudes, habilidades y comportamientos necesarios para buscar la paz, entendida como vivir en armonía con uno mismo, los demás y el medioambiente.[cita requerida]
El compromiso de educar para la paz puede expresarse en las siguientes líneas: «Trabajar por un proceso educativo que signifique contribuir a alejar el peligro de la guerra, poner fin al expolio de las zonas empobrecidas del planeta, enseñar desde y para la no-violencia, aprender a considerar el conflicto como un vehículo de cambio si sabemos resolverlo sin recurrir a la violencia, integrar al alumnado en un proceso de transformación de la sociedad hacia la justicia y la armonia».
Koichiro Matsuura, que fue director General de la UNESCO, declaró que la educación para la paz era de «fundamental importancia para la misión de la UNESCO y las Naciones Unidas».
La educación para la paz tiene los siguientes rasgos:
1. Presupone tomar partido en el proceso de socialización por valores que alienten el cambio social y personal.
2. Cuestiona el propio acto educativo, alejándose de la concepción tradicional, bancaria según la expresión de Paulo Freire, de la enseñanza como algo meramente de transmisión. Entiende el acto educativo como un proceso activo-creativo en el que el alumnado es agente vivo de transformación.
3. Lucha contra la violencia simbólica, estructural, presente en el marco escolar.
4. Intenta que coincidan fines y medios. Se trata de llegar a contenidos distintos a través de medios distintos, haciendo del conflicto y del aprendizaje de su resolución noviolenta punto central de su actuación.
5. Combina ciertos conocimientos sustantivos con la creación de una nueva sensibilidad, de un sentimiento empático que favorézcala comprensión y aceptación del otro.
6. Presta tanto atención al curriculum explícito como al “curriculum oculto”, es decir, a la forma de organizar la vida en la escuela. Este ha de ser coherente con los contenidos manifiestos. Como se sabe, el tener que enfrentarse día a día y durante una serie de años a las expectativas y rutinas institucionales de la escuela supone una enseñanza y un aprendizaje tácito de normas, valores, hábitos y disposiciones. La tolerancia, la participación, la empatía, la solidaridad y demás valores “alternativos” deben vivirse con el ejemplo.
Se trata, en suma, de aprender a pensar y a actuar de otra manera, algo que supera la ausencia de guerra, que no plantea la paz como algo quimérico, sino como un proceso por el que se irá pasando de la desigualdad a la igualdad, de la injusticia a la justicia, de la indiferencia al compromiso.
La palabra «paz», tiene distintos significados. Un análisis lingüístico de su uso ha permitido diferenciar algunas grandes concepciones, como la de paz negativa y la de paz positiva (creadas por Johan Galtung), emparentadas con dos tipos de violencias: la directa (física y psicológica) y la estructural. Además, se han desarrollado -desde los años de 1990- las concepciones de Cultura de paz (Johan Galtung) y de Paz neutra (Francisco Jiménez Bautista), vinculadas a la violencia cultural y simbólica. No obstante, la más nueva concepción sería la ambientalista de ecopaz o paz Gaia.
La paz negativa pone el énfasis en la mera ausencia de guerra, de violencia directa. Presupone un aparato militar que garantice el orden, disuada al enemigo y asegure la perpetuación del statu quo. Si la paz consiste solo en eso, poco tendrían que hacer las personas que se dedican a la educación. La paz negativa puede entenderse como resignación, como huida o inexistencia de conflictos.
La paz positiva, sin embargo, presupone un nivel reducido de violencia directa y un elevado nivel de justicia. Se persigue la armonía social, la justicia, la igualdad y, por tanto, el cambio radical en la sociedad, la eliminación de la violencia estructural. El concepto de violencia estructural, introducido por Johan Galtung, alude a las formas de opresión y violencia generadas por las estructuras. La paz positiva acepta el conflicto como una parte natural de la vida y procura su pacífica solución.
La paz neutra, por su parte, "se construye neutralizando la violencia (cultural y simbólica) del aprendizaje de unos valores establecidos intersubjetivamente , de un diálogo constructivo y deconstructivo a la vez, para llegar a la construcción de una Cultura de paz" (p. 47)
Paz Gaia y ecopaz son conceptos sobre las relaciones entre los seres humanos y el resto de la naturaleza, en atención a la búsqueda de equilibrio y sustentabilidad, hacia "una situación general o realidad en la cual los seres humanos vivimos en la mayor armonía posible con la Naturaleza o con el resto de las especies con las cuales compartimos el planeta". Ambas ideas, representan lo opuesto o la alternativa a las ecoviolencias (o ecobiolencia), o sea a las "diversas formas de violencia practicadas contra la Naturaleza, las cuales no solo afectan a los seres no-humanos, sino que también pueden [...] de manera mediata o inmediata dañarnos".
La paz, en síntesis, no es lo contrario de la guerra, sino la ausencia de violencia, la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
La educación para la paz es considerada por algunas organizaciones como parte de la educación para los derechos humanos. Sin embargo, en el contexto de las Investigaciones para la Paz se la concibe como algo que trasciende los dd.hh., involucrándose también en diversas cuestiones sobre la violencia y los conflictos.
El contexto de la globalización ha hecho ver la importancia de respetar lo local dentro de un contexto global y la educación para la paz, pasa por la presencia constante de símbolos externos que con sus arquetipos cercanos contribuya a la cultura de la paz.
En el año 2016, por iniciativa de Trapped in Suburbia, expertos en comunicación global, con el apoyo de UNESCO, fueron diseñadas una bandera de la paz por cada país, encargando su diseño a destacados artistas y diseñadores gráficos de cada país. La idea nació dada la dificultad de consenso sobre una bandera única, ya que los símbolos, los conceptos de paz e incluso los colores tienen diferentes significados en diferentes culturas.
Diversos estudios se han realizado sobre el estado actual de los sistemas educativos; se enuncian aquí, algunas de las críticas principales que se han hecho a la educación –formulados a modo de errores-, y que darán pie a la propuesta ulterior:
El primero de ellos es el significado que se le da a la educación. De este significado se han formado dos familias, las que ponen el énfasis en el proceso de cambio y las que destacan el resultado final. Aquí se dice que la educación tiene que centrarse en la relación del sujeto con el mundo. Es decir, que la educación tiene que centrarse en el proceso final, mismo que tiene que ser brindar al individuo de las herramientas necesarias para que pueda incorporarse a la sociedad2.
El segundo error consiste en entender como sinónimo cualquier acción de transmisión, adiestramiento, repetición o memorización de los conocimientos; pero esto no es educación en el sentido que se ha expuesto.
El tercer error consiste en perder de vista la intencionalidad educativa, que debe entenderse como un proceso riguroso de diseño y control de los resultados que se esperan obtener.
El cuarto error hace hincapié en tomar en cuenta el contexto en que se desarrolla la acción educativa, puesto que no sólo una correcta planeación asegura el éxito de una acción educativa.
El quinto error consiste en no entender que ninguna acción educativa se da en aislado, sino que pertenece a una red de acciones educativas.
Finalmente, el sexto error consiste en confundir lo que se desea obtener como resultados, con lo que realmente es posible obtener. Como la propia educación, se entiende que la educación para la paz es un derecho, punto que cada vez es más puesto de manifiesto por investigadores de las ciencias de la paz, como Betty Reardon y Douglas Roche.
Actualmente, varios sistemas educativos a nivel mundial se han convertido en repetidores de un modelo social de exclusión, favoreciendo la consolidación de un sistema de violencia estructural. Con esto, se va haciendo de la vivencia de los derechos humanos para todos y todas una realidad más lejana, y de la violencia una realidad cada vez más cotidiana. Se afirma incluso que, tradicionalmente, a la educación se le ha concebido de diferentes maneras, mismas que no responden adecuadamente, ni a la realidad global-nacional-local, ni al estado actual del conocimiento.
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