El fantasma del convento es una película de terror mexicana de 1934, dirigida por Fernando de Fuentes, quien también coescribió y editó la película.
En el año 2019 fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FCIM) una versión restaurada del largometraje. Esta edición fue realizada por el Archivo Permanencia Voluntaria de Tepoztlán a cargo de su fundadora Vivian García y Hugo Villa, director de la filmotéca de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Cristina (Marta Roel), es la esposa de Eduardo (Carlos Villatoro), quien trata de seducir a su amigo Alfonso (Enrique del Campo). Una noche, tienen un accidente y se encuentran perdidos. Un misterioso sujeto y su perro les señala que pueden refugiarse en un monasterio de las cercanías en el que moran los monjes enclaustrados de la Orden del Silencio. Durante una comida, el viejo padre superior (Paco Martínez) les cuenta la historia de un monje que sedujo a la esposa de un amigo vendiéndole su alma al diablo. Cuando murió, el monje no pudo encontrar la paz en la muerte y regresó como espíritu a su celda maldita. Alfonso, a punto de ceder a la seducción de Cristina, encuentra la fatídica celda y entra en ella. El cadáver momificado del monje pecaminoso hace un gesto hacia un libro lleno de sangre y cuando el cadáver de Eduardo también se le aparece, Alfonso se pone a delirar. Cuando se despiertan, el trío descubre que el monasterio ha estado en ruinas durante muchos años y la cripta con el monje momificado se había convertido en una atracción turística, descubren también que los monjes que los cobijaron estaban muertos.
El fantasma del convento fue coescrito y producido por Jorge Pezet y dirigido por Fernando de Fuentes. El desarrollo y la producción de la película comenzaron en 1933. Tras el éxito de La Llorona, que se basó en el espíritu legendario del mismo nombre y escrita por el director Fuentes, los realizadores rápidamente decidieron seguir con el éxito de las películas de terror. La idea para la película fue del productor Jorge Pezet. Pezet había desarrollado recientemente una fascinación por las momias disecadas que se exhiben en el Museo del Carmen de México. Decidido a usarlas para una película, Pezet, junto con el director Fuentes y Juan Bustillo Oro, desarrollaron un guion que mostraba a tres jóvenes adultos que se ven obligados a pasar la noche en un monasterio solo para descubrir que sus anfitriones eran miembros de los muertos vivientes.Tepotzotlán.
La filmación tuvo lugar en un monasterio deEn su sitio web Fantastic Movie Musings and Ramblings, Dave Sindelar lo llamó "una de los mejores películas de terror mexicanas", y elogió su sorprendente imagen y uso del sonido.
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