El lugar sin límites es una novela corta del escritor y periodista chileno José Donoso, originalmente publicada en 1966.
Es considerada la obra que dio mayor reconocimiento al autor de toda su carrera, y le dio renombre como uno de los principales exponentes de la literatura hispana de la segunda mitad del siglo XX. Fue llevada al cine bajo la dirección del mexicano Arturo Ripstein en 1977.
La historia se centra en la Manuela, un homosexual travestido que posee la mitad del prostíbulo de un pequeño pueblo conocido como Estación El Olivo, ubicado en las cercanías de la ciudad de Talca, y en su hija, la otra dueña del burdel, conocida como la Japonesita. La novela muestra de manera cruda la miseria de los pueblos olvidados y la cotidianidad de la prostitución.
En generaciones pasadas El Olivo era una localidad popular, pero la pérdida de importancia del mundo rural y los cambios en el trazado de la línea de tren han supuesto la postergación y el hundimiento en la miseria. La mayoría de los habitantes del pueblo tienen una relación directa con el diputado y latifundista Alejandro Cruz, también conocido como Don Alejo, personaje de gran poder y fortuna que heredó prácticamente todo en ese lugar, aparte de unas viñas en las cercanías, que resguarda con cuatro fieros perros (Moro, Sultán, Otelo y Negus). Él es también uno de los pocos que aún disponen de energía eléctrica en el pueblo que, por quedar alejado del trazado de las principales carreteras, ha dejado a sus habitantes prácticamente aislados de cualquier tipo de modernidad.
Todo el pueblo sabe lo que pasa detrás de las paredes de la casa de la Manuela, el homosexual travestido a cargo del burdel local donde distintas prostitutas prestan servicios a hombres que buscan algo de entretenimiento y diversión. En los tiempos de gloria de El Olivo, la casa perteneció a la Japonesa Grande, que murió hace cuatro años, y actualmente le pertenece a la Japonesita, hija de la Manuela y la Japonesa resultado de una ingrata apuesta.
Todo está relativamente tranquilo en el pueblo hasta que se sabe que Pancho Vega regresa después de haberse desaparecido por más de un año, tras contraer matrimonio. El año anterior Pancho con unos amigos habían causado un gran revuelo en el prostíbulo, donde habían golpeado y maltratado tanto a la Manuela como a su hija. Pero la Manuela en su interior tiene una especie de amor oculto hacia Pancho y viceversa, a pesar de todo el daño que le ha hecho, sin mencionar los insultos que ha recibido de su parte desde que se conocen. La única persona que le ha brindado protección ha sido don Alejo.
Así es como una noche llega repentinamente junto con su cuñado, quizás en un mal momento, ya que la Japonesita se encuentra sola, y poco antes se ha enterado de que las autoridades se negaron a electrificar el pueblo, condendándolo a desaparecer bajo la modernidad dentro de poco. Las cosas comienzan a complicarse, los hombres comienzan a aburrirse de la Japonesita y a llamar a la Manuela, que es supuestamente la única persona que podría alegrarles algo la noche.
La Manuela se oculta en el patio al lado del gallinero ya que conoce la razón por la que Pancho ha venido. Finalmente se hace de valor y decide dar la cara a él y todos esos hombres. Animándose por su oculto amor a Pancho, se va de fiesta con él e intenta darle un beso, pero recibe una golpiza de Pancho y su amigo y cuñado, Octavio.
El burdel más grande de Estación el Olivo, de las dueñas la Japonesita y la Manuela. Anteriormente era conocido como 'la Casa de la Japonesa', pero tras fallecer ella, cambió de nombre. En este lugar transcurre gran parte de la historia.
Cada una de las prostitutas que trabajaban en ese lugar tiene habitación propia, a excepción de la Manuela y la Japonesita que comparten habitación, y en medio hay un gran patio que también cuenta con un parrón. Cuando llueve el patio se inunda, por lo que la Cloti tiene que poner unos ladrillos para atravesarlo.
Era la casa de prostitutas más popular de la ciudad de Talca, donde llegaba solo gente de la elite que pagaba mucho dinero, y donde incluso se realizaban asados. En algún momento 'la Casa de la Japonesita' había sido casi tan popular como esta casa, e incluso se realizaban préstamos de las prostitutas más populares por algunos días, como Las hermanas Farías, unas gordas que realizaban servicios sexuales pero que también cantaban. Anteriormente la Manuela trabajaba en esta casa, y en uno de esos préstamos conoció a la Japonesa.
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