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Esclavas de María Inmaculada



La Congregación de Religiosas Esclavas de María Inmaculada e Hijas de Santa Teresa de Jesús, Protectoras de Obreras[1]​ es una congregación religiosa católica femenina de derecho pontificio, fundada por la religiosa española Juana María Condesa Lluch, en Valencia, en 1884. A las religiosas de este instituto se les conoce como esclavas de María inmaculada[2]​, o también protectoras de las obreras, y posponen a sus nombres las siglas E.M.I.[3]

Juana María Condesa Lluch, dedicada a la administración de las fincas de su familia, en la barraca de veraneo en la playa de Nazaret (Valencia-España), descubrió su vocación, al ver los rostros cansados de muchas jóvenes que cada día se desplazaban desde la periferia de la ciudad hacia las fábricas de seda, tabaco y abanicos. Dichas jóvenes eran de clase social baja, de escaso nivel cultural y tenían que trabajar duramente para mantener a sus familias. Juana María, con el fin de dedicarse al servicio y educación de estas mujeres, abrió el Asilo Protector de Obreras, el 25 de marzo de 1884; y más tarde una escuela para la atención de sus hijos, mientras ellas trabajaban.[4]

Con la ayuda del arzobispo de Valencia, Antolín Monescillo, y la de un grupo de jóvenes dispuestas a consagrar sus vidas al proyecto, Juana María dio inicio a las Esclavas de María Inmaculada. El mismo arzobispo aprobó el instituto como congregación de derecho diocesano el 1 de julio de 1892.[5]

A pesar de que estuvo a punto de desaparecer durante la Guerra Civil de España, periodo en el cual fueron confiscados sus bienes, sus religiosas perseguidas y obligadas a secularizarse, con la aprobación pontificia de 1937 y el fin de la guerra, se presentó para el instituto un período de expansión, primeramente por la nación ibérica y luego fuera de ella.[5]

La Congregación de Religiosas Esclavas de María Inmaculada es un instituto centralizado, cuyo gobierno es ejercido por la superiora general, coadyuvada por su consejo. La sede central se encuentra en Valencia.[3]

Las esclavas de María Inmaculada se dedican a la formación, promoción y asistencia religiosa de la población obrera, especialmente de las mujeres,[2]​ y a la educación cristiana de sus hijos. Además de esto, añaden a su apostolado otras obras de misericordia, según las necesidades de las iglesias particulares en las que se encuentren.[5]

En 2015, la congregación contaba con unas 69 religiosas y 16 comunidades[3]​ presentes en Chile, Guatemala, España, Italia, Panamá y Perú.[6]



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