San Felices de Bilibio, también llamado Félix (c.443 - 540 ), fue un anacoreta de Bilibio, hoy municipio de Haro (La Rioja, España). Su festividad se celebra el 25 de junio.
Se cree que nació alrededor del año 433, viviendo durante años como anacoreta en los Riscos de Bilibio próximos a Haro. A él acudió el año 493 San Millán, para quien haría de maestro durante tres años, antes de que este se dirigiese a los montes Cogollos. Falleció en el año 520, siendo enterrado en el monte de Bilibio, donde permanecerían sus restos hasta que fueran trasladados en 1090 al Monasterio de San Millán de Yuso por el abad Blas y doce monjes, con los permisos de Alfonso VI y Lope Díaz de Haro.
En 1052 García Sánchez consagró el Monasterio de Santa María la Real de Nájera que el mismo había mandado construir. Tras esto quiso enriquecerlo trayendo los cuerpos de Santos de la comarca, pidiendo su aprobación a los obispos Sancho de Pamplona, García de Álava y Gómez de Burgos. Ese mismo año intentó trasladar el cuerpo de Felices, llegando a tal acuerdo con el obispo de Álava. Este se dirigió a los Riscos de Bilibio acompañado de muchos caballeros pero cuando abrió la sepultura, sintió separarse del túmulo y se le torció la boca, tras lo que dio inicio una fuerte tormenta. Al parecer que el cielo se oponía al traslado se marcharon, pero parece que el obispo conservaría la deformación de su cara de por vida.
Cuenta Grimaldo que poco después de la conquista de Toledo (1085, realizada por el rey Alfonso VI de Castilla), el abad Blas del Monasterio de San Millán, habiendo leído en la vida de san Millán que su maestro san Felices había fallecido en el Castillo de Bilibio y que se encontraba allí sepultado en un terreno tan escabroso que no se le daba el culto que se merecía por su gran santidad, se decidió a trasladar las reliquias a su monasterio. No se sabe bien porqué, pasaron unos años hasta que continuó su iniciativa, solicitando permiso al señor del Castillo de Bilibio, Lope Íñiguez. Este les indicó que el permiso deberían solicitarlo al rey Alfonso VI, a quien pertenecía el castillo. Al preguntarle a este contestó:
Poco después el abad junto con doce monjes se dirigieron hacia Bilibio. Así el 6 de noviembre de 1090 la guardia del castillo, previo permiso de Lope, les abrió las puertas y por la dura pendiente subieron hasta un gran llano sobre la cumbre donde dijeron una misa. Después se dirigieron a la sepultura de Felices, que se encontraba en la punta de una peña, a la parte del oriente, delante del altar de la ermita fundada en aquel lugar en una cuevecilla hecha a pico de cantero con algunas labores de cantería para adorno. Rota la bóveda de ésta, encontraron un ataúd de madera que contenía el cuerpo. Al descubrirse el túmulo indica que salió una exquisita fragancia (Hergueta indica que el olor podría deberse a que antiguamente junto a los cuerpos se enterraban vasijas con aromas). Envolvieron las reliquias en paños muy limpios y las llevaron con éxito al Monasterio de San Millán de Suso. El traslado debió aumentar la fe en este Santo, puesto que varios son los milagros documentados ocurridos a personas que se dirigieron a él en rogativa.
Sandoval describió el arca donde se albergaban las reliquias de Felices en San Millán como
Un arca de plata, de largo vara y cuarta y de alto siete ochavas, con seis figuras de plata sobredoradas en cada parte y cuatro cuadros de figuras de marfil en las que aparece el Salvador con sus Apóstoles, La Última Cena, La entrada de Egipto y dos mesas con sus ánforas. En la otra parte del arca hay ocho figuras de plata sobredorada, de una gema de largo cada una, en las que aparecen los apóstoles cada uno en su tabernáculo. Está rodeada de piedras de cristal grandes y buenas y otras pardas y diferentes. En el frontispicio aparecen dieciséis figuras de marfil. Una es de un monje revestido poniendo la mano en los ojos a un niño pequeño y el resto son de personas de pie con libros en las manos y todos tienen diademas. En medio del frontispicio hay un pequeño escudo de cuatro pequeñas bandas de plata rayadas y otras cuatro esmaltadas de morado jaspeado. Sobre el escudo hay tres piedras de cristal y una parda. Una de las de cristal es mayor que un huevo y en su interior se lee "Petrus abbas fecit anno 1451" (Muy probablemente el año en el que se fabricó). En el otro frontisficio hay otro cuadro con quince figuras de marfil. En medio hay un escudo esmaltado en campo azul, con una mano con mango de cogulla dorada cogiendo una espada desnuda y sobre ella una Cruz con bandera que son las armas de San Millán. Encima del escudo hay un campo triangulado con una piedra central de cristal, del tamaño de una camuesa, alrededor de ella tres cruces, cada una de cinco piedras coloradas, verdes y pardas. Tiene otras muchas piedras y labores y un letrero ilegible.
Lista de milagros:
No sería hasta el 21 de junio de 1964 cuando, faltando cuatro días para el 330 aniversario de la proclamación como patrono de Haro, se continuase y terminase la obra, con ayuda de muchos jarreros que colaboraron para subir las diferentes partes hasta el alto. Muestra a San Felices con un libro abierto entre sus manos.
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