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Fondo Perpetuo para la Educación



El Fondo Perpetuo para la Educación es el título de un programa operado por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que ofrece préstamos de dinero que debe ser invertido en pagar matrículas y gastos de estudio superior o técnico. El programa se anunció el 31 de marzo de 2001, por el entonces presidente de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, Gordon B. Hinckley, llamándolo una "iniciativa audaz".[1]​ Es un programa fundamentado en la misión de la iglesia de mejorar la educación con el fin de ayudar a sus miembros «a salir del ciclo de la pobreza».

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días estableció su primer programa de socorro monetario la segunda mitad del siglo XIX, con el Fondo Perpetuo para la Emigración.[1]​ Ese programa fue establecido por Brigham Young en el territorio de Utah con el fin de proveer préstamos de dinero para pioneros mormones que emigraban al valle de Salt Lake City y sus alrededores, especialmente aquellos que venían de países de Europa[2]​ y socorrió económicamente a unos 30.000 emigrantes.[3]​ En 1903, la iglesia estableció el Fondo de Educación de la Iglesia para ayudar a futuros maestros de escuela poder pagar su educación pedagógica. En 1936 el entonces presidente de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos díasHeber J. Grant incentivó un esfuerzo similar estableciendo un sistema de bienestar económico para socorrer a los miembros estadounidenses durante la Gran Depresión.

Para el momento de su anuncio en 2001 el programa inició aplicaciones en México, Chile y Perú, países donde la cantidad de misioneros retornados es grande, al igual que las necesidades de estos.[4]​ Para 2009, 42 países tienen acceso al fondo.[5]

El Fondo Perpetuo para la Educación le otorga préstamos a miembros jóvenes de la Iglesia SUD que aspiren educación adicional, tales como universitaria o educación Tecnológica. La iglesia tiene el fondo disponible para estudiantes y futuros estudiantes en América latina, las Filipinas y el sureste de África.[6]​ Aunque no es un requisito, se espera que los que reciban ayuda del Fondo Perpetuo para la Educación asistan a planteles en sus propias comunidades.

El fondo funciona como una donación y todos los préstamos llevan intereses sobre el capital prestado a ser pagado en 8 años después de la culminación de la carrera.[7]​ Las aportaciones y los pagos de devolución se agregan al cúmulo del fondo. Los costos administrativos, incluyendo el director ejecutivo del programa, son donados por voluntarios. Las donaciones y contribuciones son hechas por miembros y amigos no miembros de la iglesia SUD y no provienen de los diezmos de los fieles. La dirección del programa está bajo el Sistema Educativo de la Iglesia. Los dividendos ganados por las contribuciones, intereses y pagos de los usuarios es utilizado para nuevos candidatos al programa.[4]​ La iglesia aspira recolectar $250 millones en contribuciones y luego usar los intereses para los préstamos.[3]​ Los intereses de la devolución son del 3%, el porcentaje de retorno del año 2006 fue de 90% para un promedio total desde la instalación del programa de 66%.[3]

Para optar al Fondo Perpetuo para la Educación, la iglesia ha publicado las siguientes políticas generales:

El FPE no está destinado para pagar ningún tipo de deudas. Quienes han adquirido deudas con las instituciones educativas no podrán utilizar el dinero del PEF para cubrirlas.

La fecha del acto de graduación que se reporta en la aplicación debe corresponder a la fecha en que se gradúa el participante y recibe su titulación. Esta fecha no necesariamente coincide con la fecha de finalización de clases.

Un participante debe aplicar nuevamente al FPE si decide cambiar de carrera y/o institución.

Si no existe una razón válida para justificar el retraso en el envío, las solicitudes que lleguan después de 60 días antes del inicio de clases suelen ser rechazadas y el estudiante tendrá que esperar hasta el siguiente ciclo de estudios.

Se han proveído de alternativas a quienes no cumplen con la política de envío de la aplicación mínimo 60 días antes del inicio de clases.

Si la institución educativa lo permite, el aplicante podría asumir las primeras mensualidades y al hacer esto, podría posponer 1-2 meses la fecha de inicio de clases en su aplicación y así estaría cumpliendo con la política de envío de los 60 días. En este caso, el(la) joven también tendría que reducir el monto de dinero que solicita para ese año ya que estaría pagando con sus propios recursos esas primeras mensualidades.

Por lo general, si existe una razón justificada para el retraso, se envía una carta de excepción firmada por un obispo y el correspondiente presidente de estaca explicando el motivo del retraso. Esta carta será presentada al Comité Local de Excepciones, finalmente a la Presidencia del Área del aplicante y está sujeta a aprobación posterior a ponderar la validez de su justificación.

Aquellos jóvenes, menores de 19 años, que aplican al PEF y se comprometen a la edad de 19 años a servir una misión de tiempo completo, al momento de llenar su planilla del préstamo, no debe dejar en “ceros” los dos años que dedicarán a su misión. Deben reflejar muy bien su plan de estudios completo con el dinero que necesitarán cada año como si estuvieran estudiando durante los dos años de la misión. Al retornar de su misión sólo tendrán que cambiar la fecha estimada de graduación. Ello aplica solo si la universidad los va a esperar durante esos dos años sin afectar el tiempo ya estudiado y que podrán continuar con sus estudios sin ningún contratiempo.

La manera aprobada para el proceso del reembolso por compra de libros de texto y materiales consiste en que el participante presenta los soportes válidos (factura, boleta o documento equivalente) a las oficinas administrativas y se le reembolsará el dinero, es decir, el participante los adquiere con sus propios recursos y luego solicita el reembolso.

Para que un participante del PEF pueda recibir un reembolso por la compra de libros y materiales, el participante debió haber considerado e incluido este costo en el plan financiero de su aplicación, en la categoría de “Libros y accesorios” y haber sido aprobado por el Comité de Préstamos de Salt Lake City.

En muchos países se ha establecido un monto máximo de $300 para el pago de libros y materiales.

La mesa directiva del Fondo Perpetuo para la Educación está conformada por la Primera Presidencia de la iglesia y miembros de sus quórumes de autoridades generales. El programa tiene un director adminstrativo y un director de finanzas, ninguno de los cuales reciben pago por sus servicios al programa. Los líderes locales de la iglesia en los diferentes países del mundo son los administradores locales del programa y reportan a las oficinas generales de la iglesia.

En octubre de 2003, dos años después de anunciar el programa, el presidente de la iglesia SUD, Gordon B. Hinckley anunció que la iglesia, por medio del Fondo Perpetuo para la Educación había hecho unos 10 000 préstamos a jóvenes en América latina, Asia, África, Jamaica y otras regiones donde la iglesia está organizada y que, de ellos, unos 600 hombres y mujeres jóvenes habían completado sus estudios.[8]​ En abril de 2005, Hinckley reportó que el programa ayudaba a cerca de 18.000 jóvenes en 27 países.[9]​ Para 2007, John K. Carmack, abogado, miembro emérito de la presidencia del Quórum de los Setenta y actual director ejecutivo del Fondo Perpetuo para la Educación,[4]​ dijo que se habían otorgado 27.000 préstamos a estudiantes SUD en 39 países.[3]​ Carmack afirmó que al norte de Sudamérica, en países como Colombia, Ecuador y Venezuela, cerca de un 10% de los líderes de las congregaciones locales se han graduado con ayuda del fondo y que los países más activos en el uso del fondo son Brasil, Chile y Perú.[3]​ Unos 500 préstamos se han otorgado en Sudáfrica, un puñado en Ghana y se espera comenzar a otorgar préstamos en Nigeria.[3]



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