Ingeniería de montes es la titulación académica de una disciplina que tuvo sus inicios en Alemania, pretendiendo cubrir la necesidad de mejorar la productividad de los montes.
Con el transcurso del tiempo, la profesión se fue perfilando hacia el desarrollo y optimización del ámbito forestal: silvicultura, aprovechamiento, elaboración y transformación de productos forestales, infraestructuras específicas, etc. La disciplina que cubre la Ingeniería de montes es conocida también como ingeniería forestal, tanto en Iberoamérica como en muchos otros lugares de habla no hispana.
Ya en la Edad Media, con la guerra de la Reconquista y el pastoreo de millones de ovejas y cabras (privilegios de la mesta), así como el fuego provocado por guerreros, pastores y agricultores, y el auge que va tomando la Marina con enorme demanda de madera, desapareció gran cantidad de arbolado propiciando que se produjesen intentos de protección del bosque, tanto en la legislación real como local (fueros, cartas pueblas, etc.).
Durante la segunda mitad del siglo XVIII la legislación básica en materia de montes estaba restringida a las Ordenanzas para la conservación y aumento de los montes de la Marina, de 31 de enero de 1748, y la Real Ordenanza para el aumento y conservación de los montes y plantíos, de 7 de diciembre del mismo año. Su carácter punitivo y limitador de algunos usos tradicionales hizo que fueran impopulares y criticadas. En 1803 fueron promulgadas unas nuevas Ordenanzas para los montes de la Marina, con carácter más liberalizador, que no llegaron a aplicarse. Las Cortes Constituyentes de 1812 abolieron toda la legislación forestal, siendo restaurada por el rey Fernando VII, no elaborándose hasta 1833 unas nuevas Ordenanzas en las que se abolía las específicas de la Marina. La crítica a las Ordenanzas se hicieron notar por los ilustrados del momento. Gaspar Melchor de Jovellanos, partidario del retorno de los montes a manos privadas, fue uno de los más críticos.
A medida que avanzaba el siglo, deja de observarse el monte como mero productor de madera, y pasa progresivamente a adquirir una función más amplia integrada dentro de un espectro más global de equilibrio del medio natural. Se abandona la mera arboricultura para pasar a la más elaborada selvicultura, donde botánica y experimentación desempeñaban un papel importante. Entre 1772 y 1774 se traducen al castellano las obras de Duhamel de Monceau, por el que fuera primer catedrático del Real Jardín Botánico de Madrid, Casimiro Gómez Ortega. Dicha influencia no sólo llegó a España, sino que llegó a los forestales alemanes, de larga tradición en Europa, cuando a principios del siglo XIX, Hartig y Cotta desarrollaron los principios básicos de la Dasonomía.
En España, a finales del XVIII, crece la preocupación por temas forestales a raíz de las traducciones de Casimiro Gómez, y aparecen diversos trabajos de importancia firmados por naturalistas como Cavanilles, Ventenat, los hermanos Boutelou, etc. No obstante, la profundización sobre temas forestales no llegó de la mano de estos estudios, sino de algunos miembros del Real jardín Botánico relacionados con los estudios agronómicos, más concretamente de los jardineros mayores. El primero de ellos, en 1799, fue Claudio Boutelou, nombrado en 1807 profesor de Agricultura. Sin embargo, la enseñanza de Agricultura no se estableció de manera regular hasta 1815, de la mano de Antonio Sandalio de Arias. Su papel sería trascendental en la introducción de los estudios forestales en España. Sandalio de Arias, es nombrado director del Real Jardín Botánico en 1823, sucediendo a Lagasca. Diez años más tarde fue nombrado inspector General de Montes, primero que hubo en España, al amparo de las nuevas Ordenanzas de 1833. Adquirió gran fama en su cátedra del Jardín Botánico, y fue nombrado primer director de la Escuela Central de Agricultura.
En 1835 se aprobó un decreto por el cual debía crearse una Escuela de Bosques, iniciativa debida a Martín de los Heros, militar y político liberal que ocupó altos cargos, como el de ministro de la Gobernación e intendente de la Casa Real. Este, junto con la ayuda de Joaquín Campuzano, embajador de España en Sajonia, intentó traer a uno de los hijos de Cotta, profesor en la Escuela de Montes de Thrarandt, con el fin de organizar la Escuela de Bosques.
Tras el fallido intento, parece ser que Antonio Sandalio de Arias fue el que tuvo la idea de enviar a Alemania a discípulos suyos con el fin de que se formasen en la nueva ciencia de la Dasonomía, en la Escuela de Tharandt. Los elegidos fueron Agustín Pascual y Esteban Botelou. Ambos regresaron en 1845, y al año siguiente fue promulgado el Real Decreto por el que se creaba definitivamente la Escuela de Montes el 18 de noviembre de 1846, comenzando a funcionar el 2 de enero de 1848. Los aspectos técnicos de puesta en marcha y organización, se debieron a Bernardo de la Torre Rojas (1792-1870), jurista, militar y primer director de la Escuela, que junto a Agustín Pascual se encargó de redactar el Reglamento Orgánico de la Escuela.
El profesorado de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes en el momento de su creación estaba formada por Agustín Pascual, profesor de Dasonomía; Indalecio Mateo, profesor de Matemáticas; Pedro Bravo, profesor de Topografía, y Luis Galfan, profesor de Historia Natural, sustituido este por Miguel Bosch y Julia en 1850. En 1851, Pascual, Mateo, Bravo y Bosch recibieron el título de ingenieros de Montes, acto que fue conocido con el nombre de "ConsagracIón de los Obispos". Su nombramiento obedecía a la necesidad de que pudieran examinar oficialmente al alumnado de la Escuela. En 1852 salió la primera promoción de ingenieros de Montes de la Escuela de Villaviciosa de Odón.
En 1853 fue creado por Real Orden el Cuerpo de Ingenieros de Montes, y el 17 de marzo de 1854, un Real Decreto organizaba el Cuerpo, que quedaba constituido por tres ingenieros jefes, 12 ingenieros primeros y 30 ingenieros segundos, con un total de 45 miembros.
Se trata de una Ingeniería Superior de 5 a 6 cursos lectivos que equivaldrían a 300-360 ECTS y que en el sistema actual universitario se ha desglosado en un título de Grado (Graduado en Ingeniería Forestal) + un título de máster (máster Ingeniero de Montes) que corresponde al Nivel 3: máster del MECES (Marco Español de Cualificaciones para la Educación Superior) y Nivel EQF 7 del Marco Europeo de Cualificaciones para el aprendizaje permanente.
Los ingenieros de Montes tienen:
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