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Heroísmo



En la mitología y el folclore, un héroe (del griego antiguo ἥρως hērōs) o heroína (femenino) es un personaje eminente que encarna la quintaesencia de los rasgos claves valorados en su cultura de origen. Comúnmente el héroe posee habilidades y rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas («actos heroicos») para salvar a las personas del peligro, por las que es reconocido (compárese con el villano).

En la narración mitológica se conforma por un inicio casi siempre extraordinario, mediado de diversos conflictos que se resuelven, y un evento final en donde el héroe se confronta con su contrario (ya sea un individuo o conjunto de individuos) y finalmente muere (ya pierda o gane) de manera gloriosa para servir de ejemplo al género humano.[1]

La palabra héroe proviene del griego antiguo ἥρως (hērōs) y podía ser aplicado tanto a hombres como a mujeres ilustres. El concepto apareció por primera vez en Grecia y fue aplicado en la cultura por Píndaro quien distingue entre dioses, héroes y hombres.[2]​ A su vez Platón[3]​ distingue entre dioses, démones o demonios, héroes y hombres. En la época arcaica Hesiodo define héroe como «semidiós» o «dios local» mientras que Aristóteles[4]​ declara que los héroes eran, tanto física como moralmente, superiores a los hombres. Pero el significado moderno de héroe o semidiós aparece con latinos como Cicerón;[5]​ y con el célebre Virgilio.[6]

La definición que Károly Kerényi[7]​ da del héroe es:

Northop divide a la ficción dependiendo la acción del héroe:[8]

Según el crítico de la Generación del 27 Pedro Salinas, el héroe literario fue, sucesivamente:

El tránsito del tercer estadio al último se verifica, según él, con el antihéroe de la novela picaresca española, en los siglos XVI y XVII.

En ocasiones se considera «héroe» a la persona que salva a otras personas de un grave peligro, produciendo con ello un hecho noticiable o mediático. Igualmente se hablaba en el mundo socialista (Alemania, URSS) de «héroes del trabajo», aplicándose el término extensivamente a quienes mostraban muy especial dedicación o productividad en el trabajo. Modernamente se tiende a confundir, en ocasiones por motivos propagandísticos, políticos o sentimentales, a los «héroes» con las «víctimas» (los «héroes del 11/S», los héroes supervivientes de los campos de concentración, etc.), o simplemente con las personas famosas o célebres. Con carácter general, el acervo popular tiende a asociar la figura del «héroe» con la de alguien ejemplar y que sirve de referente en la medida en que abandera la justicia y persigue la consecución de un mundo mejor.

En la Literatura, o el cine, el héroe es simplemente el personaje central de una obra, cuyas acciones o hazañas se relatan. En la literatura y especialmente en las novelas y en las tragedias, el héroe puede también tener graves defectos que le llevan a la perdición, como en el caso de Hamlet. En la ópera y el teatro musical, el héroe y la heroína suelen ser interpretados por un tenor y una soprano, personajes más vulnerables son interpretados por voces líricas, mientras que los más fuertes lo son por voces graves o dramáticas. Un subtipo moderno del héroe literario es el llamado «superhéroe», personaje de cómic, novela o cine dotado de «superpoderes», y habitualmente dedicado a salvar a la humanidad de delincuentes y peligros varios.

Los héroes mitológicos de las culturas griega, romana, germánica u otras. Los héroes más célebres se acercan al estatus de dioses en algunas culturas. La palabra héroe procede del griego antiguo (ἥρως hērōs), y describe al héroe cultural que aparece en la mitología. Los héroes griegos eran personajes mitológicos, fundadores epónimos de ciudades y territorios griegos. Estos héroes no siempre eran modelos de conducta o poseían virtudes heroicas; muchos eran semidioses, hijos de mortales y dioses. La época de estos héroes en la que se sitúan las historias de la mitología griega se conoce como la «edad heroica», que termina poco después de la Guerra de Troya, cuando los legendarios combatientes volvieron a sus hogares o marcharon al exilio.

El héroe clásico tiene lo que Lord Raglan (un descendiente de FitzRoy Somerset) denominó una «biografía cultivada» compuesta de unas dos docenas de tradiciones comunes que ignoraban la línea que separa el hecho histórico del mito. Por ejemplo, las circunstancias de su mismo nacimiento son inusuales: un hombre poderoso intenta matarlo al nacer, es raptado y criado por padres adoptivos en un país lejano. Rutinariamente el héroe encuentra una muerte misteriosa, a menudo en la cima de una colina, su cuerpo no es enterrado, no deja sucesores y tiene uno o más sepulcros sagrados.



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