El puercoespín crestado (Hystrix cristata), también conocido como puercoespín europeo, puercoespín africano o puercoespín norafricano es una especie de roedor histricomorfo de la familia Hystricidae. Habita regiones cálidas de África y, en Europa, desde el sur hasta los Alpes en Italia Se reconocen varias subspecies.
Muchos zoólogos no creen en la espontaneidad de estas poblaciones europeas, sino que opinan que fueron implantadas por los romanos, aunque hay restos fósiles que parecen demostrar lo contrario.
Se le reconoce por sus largas púas blancas y negras, que le recubre enteramente el dorso, los flancos y la cola. Cuando está en peligro, eriza las púas y las sacude haciendo sonar su cola al mismo tiempo. Las púas no se hallan sólidamente implantadas en la piel, por lo que en caso de agresión, el depredador las desprendera causándose mayores heridas y una distracción a favor del puercoespín.
Mide unos 60 cm de largo por 25 cm de alto y puede llegar a pesar unos 15 kg. De cabeza grande y robusta, tronco corto y patas provistas de fuertes garras. El dorso y las partes laterales del cuerpo están provistos de largas púas blancas y negras, puntiagudas y fuertes, que pueden llegar hasta 35 cm de largo y le recubren enteramente el dorso, los flancos y la cola.
En cautividad existen ejemplares de Hystrix cristata albino completamente blancos
El puercoespín vive en solitario o en pequeños grupos familiares, en terreno seco y con maleza, sobre todo en las faldas de las colinas y a menudo en las proximidades de las viviendas del hombre. Se oculta en las grietas de las rocas o en unas madrigueras que excava él mismo. Es un animal nocturno, poseedor de un olfato excepcionalmente sensible, mientras que el oído y la vista están poco desarrollados.
Se nutre de las partes verdes de los vegetales, de raíces, tubérculos, distintas plantas agrícolas y, ocasionalmente, de alimentos cárnicos. Puede recorrer hasta varios kilómetros lejos de su madriguera en busca de alimento, Los bebes toman leche de la mama
El puerco espín no suele importunar a ningún animal, pero cuando está en peligro, eriza las púas y las sacude haciendo sonar su cola al mismo tiempo. Las púas no se hallan sólidamente implantadas en la piel lo que permite que se aflojen al ser agredidos. Al contrario de la creencia popular, los puerco espines son incapaces de lanzar sus púas de manera defensiva. Los jóvenes nacen con vista y con unas púas blandas.
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