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Iglesia de San Ignacio (Buenos Aires)



La Iglesia y claustro de San Ignacio de Loyola es una iglesia católica ubicada en el barrio de Montserrat, en Buenos Aires. La primera iglesia, de adobe, fue construida por la Compañía de Jesús en 1675. En 1686, se construyeron la torre sur y la fachada actual con ladrillos, y en 1712 comenzó la actual construcción. Fue inaugurada en 1722 y se consagró, ya terminada, en 1734.

Es la iglesia más antigua que se conserva en Buenos Aires, y forma parte de la Manzana de las Luces. El 21 de mayo de 1942 fue declarada Monumento Histórico Nacional.[1]

Durante el gobierno rioplatense de Hernandarias de Saavedra llegaron los primeros jesuitas a Buenos Aires, en 1608. Su primera iglesia y colegio se levantó en la actual Plaza de Mayo, en un solar que les donó el Cabildo, en el cuarto N.E. Esta construcción, inspirada en el barroco alemán, era de adobe con techos de junco, método constructivo empleado en la primitiva Buenos Aires al no existir en la zona ni madera ni piedra y hasta la aparición de los primeros hornos de ladrillo. Nació bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto pero más tarde, al ser beatificado Ignacio de Loyola, tomó el nombre de San Ignacio en 1610.

Allí permanecieron algo más de cincuenta años. En 1661, por razones de seguridad y defensa del Fuerte de Buenos Aires, los jesuitas debieron abandonar la construcción de Plaza de Mayo. Es entonces que Doña Isabel Carvajal, viuda de Gonzalo Martel de Guzmán y sin hijos, donó a la Compañía de Jesús el solar delimitado por las actuales calles Perú, Bolívar, Alsina y Moreno.

En este lugar se construyó una segunda iglesia, también de adobe, terminada en 1675, fecha que puede leerse en el trozo de mármol hallado en remodelaciones del siglo XIX y que fue colocado en el claustro del antiguo Colegio San Ignacio, anexo a la iglesia.

En 1686, con el producido de los primeros hornos de ladrillos de Buenos Aires, comenzaron a levantarse la torre sur y los muros del frente de la actual iglesia.[2]

En los últimos años sufrió variadas reparaciones que incluyeron un andamiado sosteniendo su frente.Terminada su restauración, hoy puede verse tal como era su aspecto en el siglo XVIII.

Desde 1710, según planos del jesuita Juan Krauss, comenzó a edificarse la iglesia actual, que conserva aquella torre sur y muro frontal originales de 1686: junto con un tramo de galería subterránea del desaparecido Fuerte, son los elementos arquitectónicos más antiguos de la ciudad. Juan Krauss no vería el final de su obra, pues fallece en 1714, y para finalizarla le suceden varios arquitectos jesuitas: Juan Wolff, Juan Bautista Prímoli, Andrés Blanqui y Pedro Weger. Estos arquitectos realizaron la obra entre 1712 y 1722. El templo fue diseñado con la típica planta en cruz, con naves laterales con arquería y un primer piso abierto al espacio central. Con decoración barroca y altares destellantes. La fachada presenta una triple arquería con pórtico entre dos columnas y grandes ménsulas invertidas, con la fachada rematada por la espadaña coronada por dos copones.

La Iglesia de San Ignacio deriva del modelo de la iglesia del Gesu de Roma, Italia. La fachada barroca, no concuerda con el interior grave y austero. La planta de cruz latina, con cúpula y cinco profundas capillas por cada nave lateral, mostraba en sus retablos coloniales, realizados por maestros artesanos, toda la majestuosidad que al culto era necesaria.

La iglesia todavía cuenta con sus ladrillos originales, más largos que los actuales que se conservaron bastante bien, por lo que los trabajos de fortalecimiento se concentraron casi siempre en la argamasa donde se inyectó cemento o masa epoxi.[3]

Entre 1767 y 1791 San Ignacio funcionó como catedral provisoria por las obras de reparación que necesitaba la iglesia matriz.[4]

El edificio sufrió modificaciones con los años. Primero, el arquitecto Senillosa le agregó la torre sur. Luego, hacia fines del siglo XIX, fue europeizada en esa moda furibunda que nos dejó el centro viejo repleto de iglesias barrocas y españolas por dentro, y clásicas e italianas por fuera.[5]

El 31 de diciembre de 1806 se celebró en la iglesia una misa de acción de gracias por la reconquista de Buenos Aires. Terminada la Defensa, se realizaron allí unas solemnes exequias por los muertos en estos episodios. En 1811, será testigo de la resistencia de los amotinados contra Manuel Belgrano, en el Regimiento Nº 1 de Patricios: desde su torre, se frustrará el motín de las Trenzas.

En 1821 se realizó en el templo la inauguración de la Universidad de Buenos Aires y en 1823, la de la Sociedad de Beneficencia. Hasta 1830 se entregaron aquí los Premios a la Virtud, que otorgaba esta última.[6]​Y también se hacían allí los Actos Públicos Literarios, de los colegios que sucedieron al Real Colegio de San Carlos, donde los alumnos avanzados de distintas carreras, ofrecían públicamente exámenes y pruebas de eficiencia.

En 1823 la Iglesia de San Ignacio volvió a ser Catedral Provisional y a partir de 1830 comenzó a funcionar como parroquia al haberse dividido la de Catedral en Catedral al Norte y Catedral al Sud.

En 1836 los jesuitas volvieron a Buenos Aires para ser nuevamente expulsados en 1843. Durante ese período ocuparon nuevamente la iglesia, compartiendo las dependencias con el obispo y con la Curia Eclesiástica que se encontraban allí por el mal estado del edificio de la Catedral.

Unos veinte años más tarde el ingeniero Felipe Senillosa agregó la torre norte que hasta entonces no existía. Sin embargo, existen indicios de que el acceso a esta torre sería tan antiguo como el templo. La identificación de rocas esquisto micáceas en los cimientos del antiguo atrio,[7]​ sumado a dos elementos constructivos ubicados en el vano de acceso a la torre - un dintel y un quicio -[8]​ que fueron labrados con el mismo tipo de roca hallada en cimientos y muros del templo, indicarían que esos componentes constructivos se colocaron al iniciarse las obras a fines del siglo XVII. Los bloques esquisto micáceos habrían sido traídos desde las sierras de Córdoba, pues ese tipo de roca se encuentra asociada a los minas de oro que la orden jesuita explotó hasta mediados del siglo XVIII.[9]

En 1942 fue declarada Monumento Histórico. En 1993 la Dirección Nacional de Arquitectura organizó una fiesta para celebrar el final de la restauración de la iglesia de San Ignacio de Buenos Aires. Donde se habían invertido más de 270 mil dólares para repararla. En julio de 2012 se concluyeron las obras de recuperación del templo que fueron iniciadas en 2009. Los trabajos de restauración se hicieron respetando el estilo original y fueron ejecutados y financiados por la secretaría de Obras Públicas.[10]

El 31 de julio de 2001 comenzó a funcionar un pequeño museo y centro de arte.

En uno de los altares laterales descansan los restos de Juan José Castelli, primo hermano de Manuel Belgrano, llamado el Orador de la Revolución de Mayo y vocal de la Primera Junta de Gobierno, fallecido en 1812.

Algunas características singulares de esta iglesia, que comparte únicamente con la Catedral Metropolitana de Montevideo, son la cúpula sobre tambor cuadrangular, en el crucero, y la doble altura de las naves laterales. La fachada, cuya autoría se discute, muestra influencia del barroco bávaro.[11]

La cúpula carece de linterna y ornamentación. Se cree que esta austeridad de recursos se debe a que el ingeriero Topelberg encontró túneles subterráneos bajo el crucero y por eso debieron acomodar la estructura.[12]

El altar mayor, original del siglo XVII, fue tallado en madera y dorado posteriormente por Isidro Lorea.



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