Jijuna nació en Argentina.
Jijuna es un cuento del escritor peruano José Diez Canseco. En 1932 ganó un concurso convocado por el diario La Prensa de Buenos Aires. Desde entonces ha merecido figurar en diversas antologías del cuento peruano e hispanoamericano en general.
En un prólogo escrito en 1936 y destinado para una edición de sus cuentos (que por entonces no llegó a concretarse), Diez Canseco ha relatado el origen y la publicación de su cuento, por el cual tenía una notoria preferencia.
Cuenta el autor que la idea del cuento surgió en 1931, cuando se hallaba asilado en la legación del Brasil. Fue oyendo a José Leguía Swayne (hijo del expresidente Augusto B. Leguía) contar la vida del célebre bandido norteño Luis Pardo, cuando le vino la idea de convertir a éste en un personaje literario, aunque cambiándole el nombre.
El cuento fue publicado a fines de 1931 en la revista limeña Variedades. Sin embargo, los amigos y compañeros de letras de Diez Canseco le hicieron críticas negativas: que el relato parecía un plagio de la obra de Ventura García Calderón, o que se acercaba más a un parte policial o un cursi argumento de cinema. Diez Canseco prefirió consultar la opinión de los entendidos, y leyó su cuento en casa de Felipe Cossío del Pomar (pintor y escritor), quien quedó entusiasmado por el relato, a tal punto que le pidió para ilustrarlo. Sin embargo, Cossío no llegó a hacerlo, pues debió viajar apresuradamente a Buenos Aires, llevándose consigo el cuento, lo que aprovechó Diez Canseco para pedirle que viera la forma de que alguna revista de por allá se interesara. Cossío, sin que lo supiera Diez Canseco, envió los originales del cuento a un concurso de cuentos convocado por el diario La Prensa de Buenos Aires. Diez Canseco se hallaba en París cuando le llegó la noticia increíble: su cuento “Jijuna” había triunfado sobre 13.000 concursantes (diciembre de 1932).
Diez Canseco cuenta con orgullo dicho suceso y remarca que ningún otro escritor peruano había logrado hasta entonces tal triunfo. Sin duda, fue un hecho que estimuló más su carrera de escritor.
El título del cuento es una contracción de “hijo de una”, que en el habla popular peruana es una grosería (“lisura”). Esta expresión está intercalada en el relato, denotando los estados de ánimo del que lo pronuncia, sea de enojo, de rencor o de burla. Ante las críticas de quienes le parecían mal que una obra literaria se titulase de esa manera, Diez Canseco se defendió, aduciendo que la literatura debía expresar fielmente los dichos populares.
El joven Santos Rivas es un célebre bandolero que asola el norte peruano (región de Áncash). Montado en su zaino al que llama “Cura”, llega al Tambo de la Buena Mano. Allí, su amigo Cosme le cuenta que el hacendado Ramón Santisteban había prometido pegarle un tiro cuando lo tuviera al frente. La aversión de Ramón hacía el bandolero tenía sus motivos: Santos había matado a su hermano Eustaquio Santisteban, y aun así, tenía la desvergüenza de cortejar a su hija, la “china” Griselda Santisteban. Santos Rivas se despide de su amigo Cosme, se escabulle en las sombras de la noche y se dirige temerariamente a la ranchería de Ramón, donde furtivamente le espera Griselda. El amor del bandolero es pues correspondido. Griselda le cuenta que su padre irá por la mañana a Huacho. Luego del encuentro amoroso, Santos se despide de la “china”, y se marcha dispuesto a encontrarse con Ramón, pues la amenaza de éste de “pegarle un tiro” era algo que no podía pasar por alto. Ramón se hallaba efectivamente en marcha hacia la costa, acompañado con algunos pajes, cuando de pronto divisa a lo lejos la silueta de un jinete acercándose, reconociendo que era el mismo Santos Rivas. Ramón, antes de que se le acerque, arroja su pistola, pues supone que el bandido no atacaría a un hombre desarmado. Santos Rivas, sin desmontar, recoge el arma y se lo entrega a Ramón, para luego seguir su camino, a todo galope. Era una manera de despreciar a su rival, que queda así pintado como un cobarde. El relato concluye aseverando que el bandido seguirá su vida de siempre, gozando del respeto de los hombres y de la admiración del mujerío.
La historia está ambientada en Áncash (norte del Perú). Las fechorías del bandolero Santos Rivas (inspiradas en un personaje real, Luis Pardo) se dan por todo el valle del Santa.
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