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Juan Manuel Sánchez Marcos



¿Qué día cumple años Juan Manuel Sánchez Marcos?

Juan Manuel Sánchez Marcos cumple los años el 1 de febrero.


¿Qué día nació Juan Manuel Sánchez Marcos?

Juan Manuel Sánchez Marcos nació el día 1 de febrero de 1893.


¿Cuántos años tiene Juan Manuel Sánchez Marcos?

La edad actual es 131 años. Juan Manuel Sánchez Marcos cumplió 131 años el 1 de febrero de este año.


¿De qué signo es Juan Manuel Sánchez Marcos?

Juan Manuel Sánchez Marcos es del signo de Acuario.


Juan Manuel Sánchez Marcos (nacido el 1 de febrero de 1893 en Salamanca, España) fue un maestro nacional e inspector de enseñanza primaria que desempeñó su tarea educativa en Bilbao durante la primera mitad del siglo XX. Fue conocido por haber coordinado la enseñanza primaria en Vizcaya y dar su nombre a las escuelas de La Concha de Bilbao. Su trayectoria profesional se asemeja a la de su antecesor, el Maestro Santiago García Rivero (1870-1929), salmantino como él, y que llegó a ser director de las Escuelas de Achuri donde dedicó su vida a la educación de los bilbaínos y que hoy toman también su nombre en su honor.

D. Juan Manuel Sánchez Marcos nació en la ciudad de Salamanca el primero de febrero de 1893. El padre de Juan Manuel Sánchez Marcos, funcionario del estado, fallece en su niñez y es la madre la que sacrificadamente saca adelante la familia gracias a la pensión de viudedad que le quedó tras fallecer su marido. Solo sobreviven su hermana y él. Otro hermano que consiguió iniciar estudios de Derecho, falleció sin completarlos.

Siguiendo los planes de estudio para ser maestro de escuela vigentes en aquella época (marcados por la ley Moyano de 1857) cursó estudios en la Escuela Normal de Salamanca en su ciudad natal que inició, según era usual entonces, con 14 años y se graduó como maestro de escuela teniendo 18 años de edad. Con esa edad llegó a ser maestro de primera enseñanza con la calificación de sobresaliente.

En aquella Salamanca en la que él creció y recibió su formación primera se forjó su orientación política: lo que hoy se denominaría un “liberal-conservador”. Fue una persona de profundas convicciones religiosas. Sin embargo siempre se mantuvo dentro de los márgenes del pensamiento liberal. En su ciudad natal su formación se desarrolló en torno a una red social académica, profesional e intelectual que estuvo marcada por personas adscritas a movimientos masónicos y progresistas. Esto sin duda influyó en su pensamiento abierto a otras tendencias políticas. Pero también le supuso disgustos y represalias una vez finalizada la Guerra Civil. No obstante, y a pesar de este círculo intelectual salmantino del que se vio rodeado en su juventud, nunca se decidió por afiliarse a ninguna agrupación masónica. Es más que probable que su condición de creyente practicante le supusiera un obstáculo personal para la toma de esta decisión.[1]​ Durante esos años de formación en Salamanca conoce a D. Miguel de Unamuno, persona que sería clave en algunas de las decisiones personales que tomó en su vida con posterioridad.

Inmediatamente después de completados sus estudios como maestro de escuela, y con 18 años de edad, comenzó a trabajar como maestro interino en la escuela elemental de Beleña primero y Moronta después, pequeños pueblos de la provincia de Salamanca.

En su afán por progresar profesionalmente, teniendo 21 años, consigue una beca de la Dirección General de Primera Enseñanza para poder realizar estudios prácticos en la Escuela Modelo de Párvulos, agregada a la Escuela Normal Superior de Maestros de Madrid. Esta beca, que le es otorgada en 1914, estaba muy bien dotada económicamente: 1.250 pesetas, un sueldo muy superior a las 500 pesetas que ganaba en Beleña o las 900 en Moronta.[2]​ Durante su estancia en Madrid simultaneó estos estudios prácticos con la preparación de la oposición para ganar plaza en propiedad como maestro nacional.[2]​ En 1915 consigue ser el número uno del concurso-oposición siendo D. Miguel de Unamuno presidente del tribunal.[2]​ Fue precisamente la amistad con D. Miguel de Unamuno la que motivó que escogiera su plaza en Bilbao (y rechazara el destino más atractivo que era entonces Madrid), concretamente en la Escuela Nacional de Primera Enseñanza de Achuri donde es nombrado maestro de sección en propiedad. Toma propiedad de su plaza en agosto de 1915.

Cinco años después, con 27 años de edad, ya recibe reconocimiento por su dedicación docente. El Ministerio de Instrucción Pública le escoge entre un grupo selecto de maestros bilbaínos para realizar ampliación de estudios mediante un curso de perfeccionamiento en Madrid. Esto sucede en 1920 y desde entonces Juan Manuel Sánchez Marcos establece una relación afectiva con esta ciudad a la que acudió en varias ocasiones más a lo largo de su vida para realizar cursos de ampliación de estudios.

En esta época conoce a la que sería su mujer Dña. Pilar Ruiz Madrid. Esto sucedió mientras Juan Manuel Sánchez Marcos realizaba trámites burocráticos relacionados con sus obligaciones con el servicio militar obligatorio. Visitando el gobierno militar de Burgos conoce a Pilar, la hija del gobernador. Esta relación no tuvo la aprobación inicial de los padres de Pilar por lo que tuvieron que mantener una relación epistolar en francés, idioma que dominaban los novios pero que desconocían sus progenitores. Ella era también maestra nacional pero sostenía la intención de emigrar a Francia con la intención de prosperar profesionalmente dado que tenía claras discrepancias con el sistema educativo español de la época. El noviazgo y el matrimonio trastocaron estos planes y, finalmente, ella encontró destino como maestra en las escuelas de Riva de Ruesga, un pequeño municipio cántabro situado en la comarca del Asón-Agüera.

Contraen matrimonio en 1920 en Limpias (Cantabria) y tienen que vivir separados, él trabajando en Bilbao y ella en Riva de Ruesga. Allí nace su primera hija, María Pilar, un año después. Pilar trabaja como maestra al tiempo que consigue unos ahorros compaginando este trabajo con tareas de crianza de gallinas y producción de huevos. Dos años después de nacida su primogénita consigue un traslado a las escuelas de Olabeaga, entonces un barrio marinero de Bilbao. Años después consiguió un nuevo traslado a las Escuelas de La Concha de Bilbao.

El año 1923, y sin cesar en su desempeño como maestro de las escuelas de Achuri, Juan Manuel Sánchez Marcos obtuvo el título de Maestro de Primera Enseñanza Normal, título universitario otorgado por la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio que solo existía en Madrid en aquel entonces. El objetivo de esta escuela era formar a los futuros profesores de las Escuelas Normales y a los inspectores de Primera Enseñanza. Su fundación en 1909 supuso un gran avance pedagógico y un intento de renovar y mejorar la preparación del profesorado normal.[2]

Juan Manuel Sánchez Marcos siguió progresando en su formación tarea que compaginaba con sus tareas docentes. Así en 1927 obtuvo el título de Bachiller en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Bilbao. Tenía entonces 34 años. Este título, además de ampliar su currículum, le daba mejores opciones para optar a la plaza de director. Pocos meses después, efectivamente, consigue el puesto de maestro Director en propiedad de la Escuela Nacional Graduada de niños del Distrito de Concha de Bilbao. Son las popularmente conocidas entonces como “Escuelas de la Concha” y que toman su nombre de la calle General Concha en Bilbao, donde están situadas. Esta calle fue dedicada al General Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, militar liberal que luchó contra los carlistas y persona decisiva en la historia del País Vasco y de Bilbao.

Durante esos años que transcurren entre el final de la monarquía Alfonsina y la Segunda República se produce una explosión en la actividad social y académica con los circuitos sociales y políticos del Bilbao de la época. Sus relaciones con miembros destacados de la Iglesia Católica, su amistad personal con D. Miguel de Unamuno, o su relación con D. Indalecio Prieto a quien conoce por mediación del marido de su hermana, una persona muy comprometida con la izquierda republicana salmantina, marcan parte de las referencias sociales y políticas en las que se mueve en el Bilbao republicano.

Juan Manuel Sánchez Marcos fue descrito como una persona con excelentes habilidades sociales. Esto explica la tupida red social que tejió en el convulso Bilbao de la época así como en el pequeño pueblo cántabro de Castro-Urdiales, una zona de veraneo para un muy pequeño grupo de miembros de la sociedad pudiente bilbaína de aquel entonces. El golpe militar del 18 de julio de 1936 les sorprende a él y a su familia veraneando en esta localidad. Solo su don de gentes y extensa red social le libraron de las represalias que muchos miembros de la sociedad bilbaína que allí veraneaba sufrieron en aquellos tumultuosos días al ser considerados simpatizantes con los sublevados.[1]

No obstante retornan a Bilbao donde permanecen el resto de la Guerra Civil. Compagina su tarea docente en las Escuelas de La Concha con un compromiso como maestro voluntario no remunerado en la denominada Escuela de Heridos que se estableció en el Hospital de Basurto durante los años 1938 y 1939 estando ya Bilbao tomado por el Ejército Nacional.

La toma del control de la educación en Bilbao por las autoridades franquistas supuso un revés personal y profesional serio para D. Juan Manuel Sánchez Marcos. En el ambiente persecutorio de depuración de elementos sospechosos de filias republicanas, Juan Manuel es denunciado por un profesor al que años antes tuvo que expedientar por apropiación indebida de bienes de sus alumnos. Sus contactos y amistades relacionadas con círculos masónicos, las relaciones con socialistas destacados como Indalecio Prieto y políticos republicanos o su cuñado que fue deportado por las autoridades vencedoras de la Guerra Civil, fueron las razones aportadas en aquella denuncia y motivaron que tanto él como su mujer fueran expulsados de sus puestos.[1][2]

Esta situación fue dramática para una familia con los dos progenitores sin empleo, nueve hijos pequeños y bajo la sospecha de las nuevas autoridades.

Tiempo después consiguió revertir esta situación. Sus relaciones con miembros de la Iglesia Católica contribuyeron a relajar las suspicacias del nuevo régimen contra él. En este sentido el párroco de la iglesia de San Francisco de Asís de Bilbao (la conocida como Quinta Parroquia) terció ante el ministerio y fueron finalmente readmitidos a los puestos de los que habían sido expulsados nueve meses antes. Años después empleó su capacidad de influencia sobre las nuevas autoridades para conseguir la readmisión de algunos maestros vizcaínos que también habían sido depurados por sus vínculos con el régimen republicano.[1]

En su madurez, con 53 años y situados ya en el año 1946, fue nombrado Inspector de Enseñanza Primaria de tras conseguir este cargo en concurso-oposición. Aunque sus estudios en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio le permitían ser inspector desde el año 1923, una modificación legislativa desposeyó de valor a este título y tuvo que concursar nuevamente para conseguirlo de nuevo 20 años después.[2]​ El esfuerzo que tuvo que dedicar para superar esta oposición fue excesivo y pagó el precio en forma de una pérdida de conciencia con focalidad neurológica de probable origen isquémico cerebral de la que se recuperó seguidamente y sin secuelas.

Se trasladó temporalmente a Valladolid donde se situaba su nueva plaza para ejercer la inspección, pero pronto solicitó el traslado a Bilbao siendo nombrado inspector en Vizcaya en 1950.

Su trabajo como inspector consistía en recorrer una serie de escuelas que tenía asignadas cada uno de los seis inspectores que había en ese momento en Vizcaya. Estas tareas eran desempeñadas por las mañanas. Las tardes eran dedicadas a tareas burocráticas y dar respuesta a los problemas que le planteaban los maestros.[2]

Un año más tarde, en 1951, fue designado Inspector-Jefe de enseñanza primaria de Vizcaya por la Dirección General de Enseñanza Primaria. Hasta su fallecimiento consiguió un notable ascendiente en la comunidad docente de Vizcaya al contribuir decisivamente en la formación de los maestros nacionales de las escuelas públicas. Durante todos estos años se dedicó intensivamente a la educación, tanto en su ejercicio en la inspección de enseñanza primaria, en la producción de artículos de contenidos pedagógicos, conferencias de la misma temática o la impartición de clases particulares a estudiantes candidatos y alumnos de la Escuela de Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao en las asignaturas de Física y Matemáticas. En esta área tuvo especial éxito y la lista de espera para recibir estas clases era grande. Tuvo poco tiempo disponible para el ocio y lo que le quedaba lo dedicaba para mantener su actividad social mediante reuniones con profesionales docentes y personas del ámbito académico y jurídico. En este sentido, su domicilio particular era un punto de encuentro para las personas más influyentes de la Villa en aquella época. Los pocos testigos supervivientes de aquella época destacan que Juan Manuel Sánchez Marcos se dedicó casi en exclusiva a la educación de los bilbaínos, dejándose vida y salud en ello hasta el último momento.[1]

Fue descrito por quienes le conocieron como una persona extrovertida, con cierto carácter “bonachón”, extraordinario en su don de gentes y sociabilidad. En lo profesional fue una persona meticulosa y perfeccionista. Muy trabajador y exigente con sus alumnos. Esto unido a su sobresaliente capacidad pedagógica le permitió conseguir excelentes resultados entre sus alumnos.[1]

Murió en 1960 habiendo cumplido los 67 años de edad, probablemente por isquemia cerebral en forma de un accidente cerebrovascular. El funeral ser realizó siguiendo una tradición vigente en Bilbao hasta entonces por la que el féretro era portado por los familiares y amigos en carro de caballos desde el domicilio hasta la iglesia, en su caso desde la calle Elcano hasta la parroquia de San Francisco de Asís de Bilbao. La popularidad de Juan Manuel Sánchez Marcos entre los bilbaínos de entonces era formidable. Por ello la asistencia de personas al funeral fue multitudinaria hasta el punto de que se colapsó el tráfico de la ciudad.[1]​ Ésta fue una de las razones por las que el Ayuntamiento de Bilbao modificó las ordenanzas de la ciudad que regulaban las ceremonias fúnebres para evitar que se produjeran incidentes similares. Los obituarios de los periódicos de la época lo describieron como “una de las figuras más destacadas de la enseñanza” destacando sus “dotes educadoras que se unían a una bondad de carácter y un don de gentes extraordinario”.[3]

Su mujer, Dña. Pilar Ruíz Madrid le sobrevivió hasta el año 1969. Dejó dos hijas y siete hijos. De todos ellos viven hoy sus dos hijas María Pilar y María Ángeles.

La sociedad bilbaína de la época quiso agradecerle su vida dedicada al fomento de la enseñanza en Bilbao y por ello le honró renombrando a las escuelas de La Concha con su nombre en 1960. Desde entonces estas escuelas, también llamadas hoy "Kontxa Eskola" portan su nombre. Esta fue una práctica habitual en la ciudad de Bilbao con otros maestros que dedicaron su vida a la formación de nuestros mayores y que hoy ornan algunas de las calles y escuelas de la Villa de Bilbao.

D. Juan Manuel Sánchez Marcos fue parte de una élite de maestros y directores de escuela que contribuyeron a mejorar la educación en Bilbao y Vizcaya. Es también el caso de D. Félix Serrano, Dña. Isabel Gallego, Dña. María Berasategui, D. Calixto Díez, D. Justo Pastor, D. Santiago García Rivero, D. Lorenzo de Múgica y tantos otros. A ellos debemos la calidad de nuestra actual educación y su memoria nos recuerda lo mucho que nos queda aún por mejorar.

Durante el régimen franquista, su denominación fue Escuela Nacional Juan Manuel Sánchez Marcos.



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