La boda (1792) es un cuadro de Francisco de Goya conservado en el Museo del Prado y que pertenece a la cuarta serie de cartones para tapices (realizada entre 1788 y 1792) que elaboraba la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y estaba destinada a la decoración del gabinete de Carlos IV del monasterio de El Escorial.
Los temas de esta última serie de cartones adoptan matices satíricos, probablemente debido al contacto de Goya con los círculos ilustrados de la corte, aunque los encargos de la realeza siguen prescribiendo representar fundamentalmente los aspectos pintorescos de la sociedad española de su tiempo. En estos últimos cartones aparecen diversiones, juegos y celebraciones al aire libre, a menudo protagonizados por jóvenes, como en Los zancos, o muchachos (Las gigantillas). Los matices satíricos de estas obras se muestran, por ejemplo, en El pelele, donde las mujeres mantean a un muñeco grotesco.
Este inicio de la deformación caricaturesca de los rostros que se impondrá en los grabados de Los caprichos, además de en el pelele citado, se aprecia en el rostro del novio de esta boda, rechoncho, muy moreno, de labios carnosos y mucha mayor edad que la joven con la que se casa. El tema del cuadro es el matrimonio desigual y por interés, que tanto interesó a la dramaturgia de Leandro Fernández de Moratín.
Señala Valeriano Bozal (2005) que el cuadro muestra la transición del Rococó a un Neoclasicismo muy peculiar de Goya, no tanto interesado en seguir los dictados del dominador del gusto en esta época, Antón Rafael Mengs, sino de otro más realista y crítico con la sociedad de su tiempo. Sin embargo Goya pronto inició el camino del Romanticismo a través de la estética de lo Sublime Terrible y la inquietud que le produjo la enfermedad que le afectó poco después de realizar La boda.
La originalidad de esta vía que quedó muerta en la evolución pictórica de Goya, se observa en la composición: un friso de personajes que procesionan alegres (aunque mucha de esta risa podría ser burla o sátira) bajo un arco definido por una estructura arquitectónica sólida que podría ser un puente, y sin embargo tiene una presencia y función extrañas en este contexto. Atenúa el cromatismo ocre del pavimento, las tierras y los sillares del puente el paisajismo rococó que presentaban otros cartones, y el cielo alegre azul de nubes blancas, parece aquí más bien un recurso destinado a contrastar con su fondo la viveza del rojo de la casaca del protagonista.
Se ha visto también en esta obra una alusión al camino de la vida, desde el niño que alza los brazos subido en el cañón, y que por estas dos razones realza su presencia, al anciano de báculo y tricornio negro, ambos estáticos de frente al espectador, que enmarcan al resto de las figuras que caminan hacia la izquierda y de perfil.
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