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Lucas el Evangelista



Pintores, doctores, cirujanos, solteros, carniceros, encuadernadores, cerveceros y notarios.Patrono del Distrito de Olá Provincia de Coclé, Panamá.

Lucas el Evangelista (hebreo: לוקא Luqa / לוקאס Luqas; siriaco: ܠܘܩܐ Luqa; griego: Λουκάς, Loukás) es considerado por la tradición cristiana el autor del Evangelio según san Lucas y de los Hechos de los Apóstoles. Fue discípulo de Pablo de Tarso.

Se cree por muchos que Lucas fue un médico que nació en la ciudad de Antioquía, que pertenece actualmente a Turquía, aunque algunos exégetas y teólogos piensan que Lucas fue un judío de la Diáspora.[3][4]​ Lucas es mencionado en las epístolas de Pablo,[5]​ además de ser un hombre más de educación griega y de profesión médico. Estaba quizás también emparentado con el diácono Nicolás (un prosélito de Antioquía).[6]​ Según cuenta la tradición, fue miembro de los setenta y dos, id est al grupo de seguidores de Jesús, pero según la exégesis, las fechas de la escritura de sus obras no concuerdan en el tiempo. También se sabe que, en la redacción de su Evangelio, Lucas hizo una prolija investigación entrevistando a personas (incluyendo a los Apóstoles y tal vez a María, la madre de Jesús), que fueron testigos de estos hechos, como se puede encontrar en el prólogo de su Evangelio y que los Hechos de los Apóstoles es una continuación del mismo. Es el más largo y el mejor redactado por el uso depurado y equilibrado del griego, como solo de una persona culta y erudita se podía esperar en tales fechas. Lucanus (Lucas) se hizo cristiano mucho después y según la tradición conoció a María, la madre de Jesús, en una visita que hizo junto a Pablo.

Lucas era seguidor de Pablo, "el médico querido".[5]​ Lucas hizo muchos viajes junto a Saulo de Tarso en su camino por la evangelización, por lo que se sabe Pablo no era un hombre sano y quizás necesitó de la ayuda de Lucas para sus viajes.

Los proponentes de esta conclusión se apoyan en los siguientes argumentos:

"Os saluda Lucas, el médico querido", "Te saludan... Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores".

"He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera... Apresúrate a venir hasta mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo... El único que está conmigo es Lucas".[9]

Se pueden presentar tres razones por las cuales se concede a Lucas, el querido médico de Pablo, la autoría del evangelio que lleva su nombre.

Primero, porque es improbable que se lo hubieran inventado. Si la iglesia primitiva hubiera querido poner el nombre del autor a la obra que hoy adjudicamos a Lucas, es poco probable que hubieran elegido a Lucas, pues este no fue un testigo ocular de los hechos que narra, no es un apóstol de Jesús. Esto milita a favor de su autoría.

Segundo, porque cuenta con el testimonio unánime de la iglesia primitiva. Podemos citar por ejemplo a San Ireneo:

«Mateo publicó su propio Evangelio entre los hebreos en su propia lengua, cuando Pedro y Pablo estaban predicando el evangelio en Roma y fundando la iglesia allí. Después de su partida, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, él mismo nos dejó por escrito la esencia de la predicación de Pedro. Lucas, seguidor de Pablo, asentó en un libro el evangelio predicado por su maestro. Luego Juan, el discípulo del Señor, quien también se recostaba sobre su pecho, produjo su Evangelio mientras vivía en Éfeso en Asia». (Ireneo, Adversus Haereses 3,3,4)

Tercero, porque no existen competidores para la autoría de dicha obra.

Estas tres razones acreditan la autoría de dicha obra, a San Lucas, el médico amado. También tomar en cuenta que el consenso de los eruditos liberales y conservadores es que Lucas es muy preciso como historiador. Es erudito, es elocuente, su griego se aproxima a la calidad clásica, escribe como un hombre educado, y los descubrimientos arqueológicos demuestran una y otra vez que Lucas es preciso en lo que tiene que decir.[10]

El tercer evangelio es obra de un discípulo de Pablo, un médico[5]​ probablemente de origen sirio. Quizás se convirtió a la fe cristiana cuando los cristianos perseguidos de Jerusalén y de Cesarea buscaron refugio fuera de Palestina, llevando consigo el mensaje. A partir del año 50 acompañó a Pablo en sus misiones.[11]

Lucas conservó, como Marcos, los dos grandes bloques en que se basaba esta catequesis primitiva: la actividad de Jesús en Galilea, y sus últimos días en Jerusalén, pero insertó entre ellos el contenido de otro documento que contenía muchas palabras de Jesús.

Otros documentos de las primeras comunidades de Palestina le proporcionaron el contenido de sus dos primeros capítulos consagrados a la infancia de Jesús. Aquí está el testimonio de la comunidad primitiva de la cual formaba parte María. Esos capítulos otorgan de partida al evangelio de Lucas su carácter propio; si hubiera que caracterizarlo con una palabra, habría que decir que es el más humano de los cuatro.

Después del evangelio de la infancia (Lucas) y el relato del bautismo de Jesús en Judea, el evangelio de Lucas comprende tres secciones:

Las principales localidades que se atribuyen la posesión de las reliquias son Constantinopla, Padua y Venecia. La traslación de las reliquias de Lucas el Evangelista a Constantinopla en el siglo IV cuenta con suficiente documentación.[1]​ Por su parte, la de Padua es mencionada en el Martirologio romano; y la Basílica de Santa Justina en Padua conserva un arca, llamada de san Lucas, que custodiaría su cuerpo menos la cabeza.[1]​ Su festividad se celebra el 18 de octubre en las denominaciones cristianas más numerosas.

Iconográficamente, Lucas el Evangelista se simboliza por un toro (buey o becerro) alado.[14]​ Ese símbolo es antiguo y se inspira en el Libro de Ezequiel (Ezequiel 1:10) y en las palabras del Apocalipsis que señalan la presencia de cuatro seres vivientes delante del trono del Cordero (que se suelen interpretar como los cuatro evangelistas, ver Tetramorfos), uno de los cuales tenía forma de toro o becerro (Apocalipsis 4:6-7).[14]

A menudo se lo representa como un pintor, tal el caso de la obra San Lucas pintando a Cristo en la cruz, de Francisco de Zurbarán, que se conserva en el museo del Prado. También se lo representa retratando a María, madre de Jesús, como en los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, o en el cuadro San Lucas con el retrato de la Virgen, obra de El Greco que se conserva en la catedral de Toledo.[1]



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