La Magdalena penitente es un lienzo de El Greco que forma parte de las colecciones del Museo de Arte de Worcester. Consta con el número 259 y conforma el prototipo del Tipo-I -del tema de la María Magdalena- en el catálogo razonado realizado por el historiador del arte Harold Wethey, especialista en El Greco.
En el Tipo-I de este tema, el fondo rocoso aparece en el lado izquierdo del lienzo, con la calavera, el frasco de ungüentos y, en la parte superior, la hiedra de hoja perenne, símbolo de inmortalidad y fidelidad.
María Magdalena, es la síntesis de tres personajes diferentes que el Papa Gregorio Magno identificó como una misma persona:
En la Pintura de la Contrarreforma, María Magdalena es representada con dos iconografías:
No ha llegado hasta nuestros días ninguna obra del Greco de la primera variante. Todas sus obras sobre este tema, representan a la Magdalena como eremita penitente.
Tanto la firma en letras mayúsculas, como el empaste grueso de la pintura, indican los primeros años del maestro en España. La santa viste una túnica blanca, cubierta con un manto azul oscuro, y sus largos cabellos dorados se esparcen sobre su pecho. El tono general del fondo es pardo, excepto la hiedra verde y el celaje azul oscuro con nubes blancas.
Esta obra está claramente basada en una versión de la Magdalena Penitente de Tiziano, que El Greco pudo ver en Venecia, del que tomaría tanto la colocación de la santa en primer plano -en la entrada de una gruta- como el esquema general de su aspecto físico y de su postura. La figura forma un triángulo, y presenta un estatismo y una geometrización que le confieren un aire de elegancia un tanto amanerada. Pero, al mismo tiempo, El Greco le ha dotado de una mezcla de sensualidad, refinamiento y espiritualidad que faltan en el lienzo de Tiziano.
El rostro aparece un poco ladeado, sus brazos son demasiado largos, su cuello es muy largo y adopta una postura poco creíble y parece como si la luz saliera de su propio cuerpo. Su mirada se dirige dramáticamente hacia el Cielo, de una forma más bien teatral. Pero Magdalena no parece despreciar la vida mundana. El Greco la representa más como una mujer elegante, que como una humilde eremita. De este modo, aparece ricamente vestida, elegante sin extravagancias, y con una larga cabellera rubia que forma un bonito contraste pictórico con su manto azul oscuro.
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