La masacre de Socos, o masacre de Soccos, ocurrió el 13 de noviembre de 1983 en una comunidad de la provincia de Huamanga, cuando unos policías asesinaron a más de treinta personas durante la época del terrorismo en Perú.
La noche del domingo 13 de noviembre de 1983, un grupo de sinchis torturaron y asesinaron con ráfagas de metralleta a 32 hombres, mujeres y niños que celebraban una pedida de mano. Además las mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas. La policía declaró que habían escuchado consignas senderistas durante la fiesta por lo cual detuvieron a los congregados.
Enterraron a los asesinados en fosas comunes. La única testigo de la masacre pudo salvarse porque pasó desapercibida al caer en un pozo. Tras denunciar los hechos fue asesinada acribillada a balazos en su casa. El crimen fue atribuido a un comando de Sendero Luminoso, pero testigos afirmaron que los encapuchados llevaban botas militares.
El 8 de febrero de 1984 fue abierto el proceso penal por el Primer Juzgado de Huamanga por homicidio calificado y tentativa de homicidio, y el 15 de julio de 1986 fue dictada la sentencia condenatoria contra once encausados, entre ellos seis sinchis, por el asesinato de los 32 habitantes de Socos y por tentativa de homicidio, mientras que 15 acusados fueron absueltos. Los encausados fueron condenados a penas de cárcel entre 10 y 25 años, pero el primero salió el 1 de diciembre de 1988, el último el 17 de junio de 1991, con libertad condicional. El teniente de la Guardia Civil Luis Alberto Dávila Reátegui, condenado a no menos de 25 años, salió por semilibertad el 5 de abril de 1991.
En 1995 fueron exculpados gracias a una ley de amnistía del gobierno de Fujimori.
El director peruano Francisco Lombardi basó su película de 1988 La boca del lobo en esta masacre.
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