Moscú no cree en las lágrimas (en ruso Москва слезам не верит, transliterado Moskvá slezam ne vérit) es una película soviética de 1979 hecha por Mosfilm. Fue escrita por Valentín Chernyj y dirigida por Vladímir Menshov. Los papeles principales fueron representados por la esposa de Menshov, Vera Aléntova y por Alekséi Batálov. La película ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1980. Su título en Hispanoamérica fue Moscú no cree en lágrimas.
Cuenta la historia de tres amigas y sus relaciones, abordando las esperanzas, frustraciones y realizaciones desde la juventud hasta la madurez. La película trata en profundidad de las relaciones interpersonales en diversos niveles sociales y culturales de la sociedad soviética. Se desarrolla desde 1958 (el apogeo de la administración de Jrushchov) hasta fines de los setenta (momento en que se rodó el filme). El enfoque de esta película es abordar de manera multifacética los problemas personales de los ciudadanos comunes dentro de la sociedad. Así se abordan los problemas de la pareja para encajar con el nivel social de su contraparte. En este contexto, este film rompe con muchos patrones de conducta sociales y se mete de lleno al sentimiento de amor dentro de los valores de la persona por la persona misma y no por sus posesiones sociales. También resulta de muy interesante el enfoque sobre la lucha de la madre soltera por abrirse paso en una vida sentimental difícil, aprovechando las posibilidades que le da el entorno con un gran esfuerzo personal. Otros aspectos secundarios pero no menos interesantes como testimonio de aquella sociedad es el hecho que se aborden los problemas de marginalidad étnica en los barrios de Moscú, el control de los hijos adolescentes sobre los padres o la dificultad del hombre para convivir con una mujer mejor situada socialmente que él mismo, lo que llamaríamos en otras palabras "el machismo". No podemos dejar de mencionar el fuerte enfoque a la problemática del alcoholismo. Pero a pesar de todas las dificultades que afrontan los personajes, la película es esencialmente un canto al esfuerzo personal y al amor generoso, que es a fin de cuentas lo que más nos acerca a la felicidad, a pesar de todas las dificultades de la vida.
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