El neorruralismo es una corriente literaria española de principios del siglo XXI, cuyo mayor exponente fue la novela Intemperie de Jesús Carrasco Jaramillo.
La narrativa rural fue un género muy cultivado durante el Franquismo por autores de prestigio (Miguel Delibes en Las ratas, Camilo José Cela en La familia de Pascual Duarte, Juan Benet en Volverás a Región o Ana María Matute en sus cuentos) y también en los años de la Transición (con autores destacados como Julio Llamazares o Luis Mateo Díez). También se publicaron obras poéticas de inspiración rural, como las del citado Llamazares o las de Claudio Rodríguez.
Este tipo de literatura decayó según avanzaba la década de 1980, cuando predominó una narrativa de carácter urbano,
reflejo de la evolución de la propia sociedad española.A principios del siglo XXI lo rural volvió a estar de moda. Para el escritor y ensayista Sergio del Molino:
Los críticos señalaron la obra de Jesús Carrasco Jaramillo Intemperie como la que dio popularidad a esta corriente, aunque ya contara con precedentes tanto en novela como en cuento, especialmente en cierta corriente de la literatura castellana y leonesa derivada de la obra de Miguel Delibes y que tiene a Moisés Pascual Pozas como uno de sus más destacados exponentes. En la estela de Carrasco Jaramillo, e inspirándose en la comunidad educativa y libertaria de La Ruche Pilar Adón publicó Las efímeras (2015). La propia crisis económica española (2008-2015) fomentó la marcha de ciertas personas de las ciudades para instalarse en el campo y alentó esta clase de relatos, como la situación que refleja la novela Por si se va la luz de Lara Moreno.
En cuento, destacan Los descendientes del musgo, Las voces de Candama y Espejos de humo de Moisés Pascual Pozas, autor que ha sido calificado como el neorrurarista [sic] más consecuente, además de más precoz y más delibesiano de todos ellos. También el cuentista burgalés, Óscar Esquivias en su libro La marca de Creta.
En poesía, un representante de esta tendencia es Fermín Herrero, cuyos libros suelen estar ambientados en la comarca soriana de Tierras Altas, de la que procede.
Neorrurales, antología de poetas del campo (Berenice, 2018) reunió a ocho autores (Alejandro López Andrada, Fermín Herrero, Reinaldo Jiménez, Sergio Fernández Salvador, Josep M. Rodríguez, David Hernández Sevillano, Hasier Larretxea y Gonzalo Hermo) de tres generaciones diferentes. La selección y el prólogo estuvieron a cargo de Pedro M. Domene.
En ensayo, el citado Sergio del Molino publicó un ensayo titulado La España vacía (2016) en el que, con un tono muy personal y autobiográfico, cuenta su recorrido por la España interior y denunció su despoblación. También se incluye en esta corriente Seré un anciano hermoso en un gran país (2016) de Manuel Astur.
Para el crítico literario Álvaro Colomer «el [fenómeno] no llegó a cuajar», pero «en cierto modo, interrumpió la deriva estética que la narrativa española tenía hasta ese momento».
Para Luis Roso, el elemento más destacado que estos nuevos autores toman de otros anteriores como Delibes, es el lenguaje, «único nexo con las raíces familiares perdidas por uno u otro motivo». Para José Luis Calvo Carilla las novelas citadas adolecen de la profunda actitud humanista del novelista vallisoletano, por lo que la vuelta al campo no deja de ser [...] un mero ejercicio de estilo en nueva clave temática. Este juicio también lo comparte el crítico Vicente Luis Mora: la falta de autenticidad literaria de esta línea narrativa, carente de la preocupación por la excelencia que habían tenido los ascendentes (Miró, Cela, Delibes, Llamazares, etcétera) provoca que esta tendencia o más bien moda vaya a tener poco recorrido en nuestra historiografía literaria.
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