Notas críticas sobre la cuestión nacional es un libro escrito por Lenin en 1913 y publicado por partes en la revista Prosveschéniye. Lenin esboza una teoría que más adelante desarrollará en El derecho de las naciones a la autodeterminación a propósito del surgimiento de movimientos de autonomía nacional.
Para Lenin:
Lenin niega que los movimientos nacionalistas puedan constituir un frente de lucha adecuado para enfrentar la dominación burguesa. En cambio, afirma que la única forma de lucha no es una que aúne a los oprimidos bajo una cultura nacional, sino bajo al opresión de la clase, "[l]a consigna de la democracia obrera no es la "cultura nacional", sino la cultura internacional de la democracia y del movimiento obrero mundial.".
Lenin niega efectividad a la cultura nacional como posibilidad revolucionaria porque está ligada siempre a la cultura burguesa de la que forma parte. El 'internacionalismo proletario' se desliga de la cultura burguesa al establecer un vínculo horizontal entre la clase proletaria internacional a diferencia del vínculo vertical de la nacionalidad que incluye a todas las clases. Aceptar la autonomía nacional cultural implicaría acercar al pueblo a su burguesía; a diferencia de la autonomía regional, que sí respetaría el internacionalismo proletario a la vez que el derecho de las naciones a la autodeterminación.Esto no significa que la cultura nacional deba ser abandonada completamente en favor de una sola cultura y una sola lengua. Lenin desaprueba la implantación artificial de una lengua en otra cultura:
La atención a la cultura en la que el movimiento proletario se propaga debe ser tomada en cuenta. Sin embargo, esto no significa tomar al medio por el fin, al vehículo de la emancipación (la cultura nacional) por la emancipación misma (la revolución proletaria). La cultura nacional está inevitablemente permeada por la cultura burguesa, por lo que concebir el campo de la contienda política bajo otra perspectiva sería caer en el idealismo. La forma propiamente materialista de enfrentar la cuestión nacional es rechazándola por sus elementos burgueses:
Este rechazo, desde una perspectiva materialista, no puede ignorar las condiciones culturales en que se encuentra por lo que debe emplearlas para llevar el discurso proletario. El idealismo se detecta en privilegiar lo nacional sobre la clase.
Para Lenin:
Los liberales y socialdemócratas, según Lenin, han esgrimido el argumento en contra de la asimilación como forma de reivindicación de las demandas de autonomía nacional. La asimilación es entendida por estos como la aniquilación de la cultura propia, como una forma de violencia contra las tradiciones y las costumbres arraigadas. Lenin, en cambio, ve en la asimilación, desprovista de sus elementos violentos, un efecto progresivo en la medida en que propicia el advenimiento del capitalismo.
Todos los argumentos anteriores convergen en el último apartado en el que Lenin argumenta la necesidad de un Estado centralizado. La autonomía nacional es una forma de disgregación no sólo cultural, sino también económica. Con la fragmentación cultural se pierde el sentido de la unificación económica que une a todas las luchas políticas. La división geopolítica en varias naciones propiciaría una conciencia de la propia nacionalidad y de la política dividida de la economía. De la misma forma el estado centralizado generaría una conciencia política unificada bajo la economía.
Para Lenin, se trata de centralismo democrático, que incluye necesariamente las autonomías territoriales:
Es de notar la insistencia de Lenin en la necesidad de generar las condiciones para el desarrollo del capitalismo, tanto en cuanto a la organización del Estado como en el desarrollo de la asimilación cultural. Esto se debe a que Lenin escribe en un periodo anterior a la Revolución Rusa por lo que el desarrollo del capitalismo y su tendencia, según Lenin, a romper las barreras nacionales es un buen índice del progreso inminente hacia el socialismo. La transición entre capitalismo y socialismo está precedida por la transición entre lo medieval y lo capitalista, entre el mujik y el proletario. Lenin ve en la tendencia de la centralización estatal un elemento progresivo del capitalismo en su transición al socialismo.
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