El portero u ostiario (del latín ostiarius, que a su vez procede de ostium, que significa puerta) era el clérigo que había recibido la primera de las órdenes menores y tenía a su cargo abrir y cerrar la puerta de la iglesia, así como guardarla, llamar a tomar la comunión a los dignos (rechazando a los indignos) y conservar las cosas sagradas: es el guardián del Santísimo Sacramento que se guarda en el sagrario.
En la ceremonia de ordenación, el obispo u arzobispo le presentaba al aspirante las dos llaves del templo sobre un plato y, mientras el aspirante las tocaba, le decía: «Actúa de tal suerte que puedas dar cuenta a Dios de las cosas sagradas que se guardan bajo estas dos llaves...»
La orden de ostiario era el ostiariado, y aunque fue suprimida junto con las otras cuatro órdenes menores en 1972, como queda recogido en el Motu proprio de Pablo VI, continúa confiriéndose el orden a los candidatos al sacerdocio del rito romano que siguen la tradición litúrgica antigua y no practican las reformas litúrgicas.
No confundir este término, que siempre se escribe sin h, con hostiario (u hostiero): recipiente donde se guardan las hostias no consagradas, o bien el molde que se emplea para hacerlas.
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