En el marco del hinduismo, un pitṛí es el espíritu de un ancestro (ya fallecido).
Se los debe recordar y propiciar anualmente mediante una ceremonia sradá. El deber de todo hinduista varón hacia sus ancestros es tener al menos un hijo varón, para que este pueda seguir realizando ofrendas (pinda) a los antepasados de su familia. Si las ofrendas no se realizan, los pitṛí sufren e incluso se las arreglan para aplicar castigos a sus descendientes, para obligarlos a tener hijos (como sucedió en la historia del sabio Agastia y la joven Lopamudra, que no habían tenido hijos).
La información más completa acerca de los pitṛís se encuentra en el Vaiú puraná y el Brahmanda purana, y ambas son prácticamente idénticas. En el Jari vamsha hay menos cantidad de datos, pero de la misma naturaleza. En el Matsia-purana y el Padma-purana hay un recuento similar pero más breve.
De acuerdo a estos datos, hay diferentes tipos de pitṛís y tienen diferentes orígenes, formas, grados y moradas.
Ellos vuelven a nacer cada mil maja-iugas y reviven los mundos. De ellos se producen todos los Manus y toda su progenie.
Existen dos tipos de pitṛís:
Ambos tipos se deben honrar con el rito llamado śrāddhas, donde se ofrecen oblaciones llamadas piṇḍas.
Los pitṛís habitan en regiones peculiares. De acuerdo con algunos, viven en el bhuvas (región del aire); según otros, la órbita de la Luna. Se considera que son regentes de los nakṣatras Maghā y Mūla.
Hay tres clases de devāḥ pitaraḥ (pitṛís divinos) amurtayah (‘sin forma’, incorpóreos):
Los restantes cuatro son sa-murtayah (‘con forma’, corpóreos):
Los siete tipos de pitṛís divinos tienen cada uno una mānasī kaniā (hija nacida de la mente).
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