Un terreno inundable es un terreno llano o un poco ondulado adyacente a un río, arroyo o lago que experimenta inundaciones ocasionales o periódicas. Si bien muchos territorios pueden en teoría ser inundados, el término se utiliza solo en aquellas zonas que se inundan con cierta frecuencia. Los terrenos inundables pueden clasificarse según el origen de esta condición, así podemos distinguir: terrenos inundables naturales, conocidos como llanuras aluviales; y terrenos inundables a causa de intervenciones humanas.
Las llanuras aluviales tuvieron su génesis en el depósito de materiales arrastrados por ríos o arroyos en situaciones de caudales extremos. Los materiales transportados al depositarse han creado, a lo largo del tiempo planicies poco inclinadas con suelos fértiles muy propicios para la agricultura. Estos terrenos inundables son, en ocasiones, ecosistemas muy ricos.
Los terrenos naturalmente inundables pueden tener características diferentes, las principales son:
Existen diversos tipos de intervenciones destinadas a proteger las áreas inundables por causas naturales, mencionamos algunas:
Terrenos destinados como áreas de expansión para incrementar el efecto de laminación de avenidas, como forma de proteger áreas sensibles aguas abajo. La frecuencia con que estas áreas es invadida por las aguas es muy variable, desde una vez cada año, hasta frecuencias de una vez a cada 10 a 20 años. Normalmente estos terrenos son utilizados, durante la mayor parte del tiempo, para fines agrícolas o agropecuarios, y el período en el cual permanecen inundados es de pocos días, no afectando mucho el uso que se les da. Las obras que se construyen para laminar las avenidas, pueden ser de varios tipos:
Daños causados por la ocupación indebida del lecho mayor de los ríos. Los ríos y arroyos tienen un cauce menor, que es ocupado durante la mayor parte del tiempo, ya sea por el agua que discurre en ellos o por depósitos de tierra y arena dejado durante el periodo de aguas altas. En el período de aguas altas, con alguna frecuencia, el lecho menor del río no se da abasto para transportar caudales significativamente mayores, digamos que por ejemplo esto suceda a cada 5-10 años. En estas situaciones, las poblaciones ribereñas conocen el comportamiento del río y queda en la memoria de los moradores las inundaciones pasadas. Si se introduce en el cauce del río una estructura de regulación, como podría ser una represa, se altera el régimen del río aguas abajo, y las inundaciones que antes se daban a cada 5-10 años, pasan a producirse a distancias mucho mayores, en función de la capacidad del embalse, por ejemplo a cada 100-120 años. En estas condiciones se pierde la memoria de los efectos de las avenidas, y progresivamente los moradores van ocupando los terrenos “recuperados” de las avenidas, en otras palabras se ocupa paulatinamente el lecho mayor del río, aprovechando el efecto regulador de caudales ejercido por el embalse.
Sin embargo los moradores no siempre están adecuadamente informados de cómo funciona la capacidad reguladora de un embalse, y de los límites que el efecto regulador de los embalses tiene. En efecto, si bien un embalse puede laminar una avenida con un tiempo de retorno de (por ejemplo) unos 10 – 20 años, no podrá contener una avenida de (por ejemplo) 100-200 años de tiempo de retorno, sin poner en peligro su propia estructura. En esta situación el operador de la represa se verá en la obligación, para salvar la estructura, a soltar volúmenes de agua mayores que los previstos para épocas normales. Estos caudales encontrarán un cauce con una capacidad reducido por efecto de obras humanas y por lo tanto inundará los terrenos aledaños, causando importantes daños materiales.
Inundación de terrenos a causa de la obstrucción de los ríos y arroyos. La construcción de un puente puede, si no está adecuadamente dimensionado desde el punto de vista hidráulico e hidrológico, puede causar severas inundaciones en los terrenos ubicados aguas arriba de la obra en cuestión.
Inundaciones de terrenos causados por el incremento de los picos de las avenidas a causa de la impermeabilización del suelo. Es muy frecuente que las ciudades construidas en las márgenes de un río o arroyo, a causa de la impermeabilización de parte de la cuenca, al construirse calles, y edificaciones, produce un incremento importante del coeficiente de escurrimiento de la cuenca, aumentando el flujo superficial, en detrimento de la infiltración y en el flujo subsuperficial o subterráneo. Esto se traduce en un volumen mayor de agua que debe ser vehículada por la red de drenajes naturales, ríos y arroyos, que no están capacitados para eso, provocando por lo tanto inundaciones en terrenos anteriormente no inundables, o no inundables con tanta frecuencia.
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