Isabel de Portugal (la reina maldita) (9 de agosto, 1428–Arévalo, 15 de agosto de 1496), reina consorte de Castilla por su matrimonio con el rey Juan II, fue hija del infante Juan de Portugal y de Isabel de Barcelos (de la Dinastía de Braganza) y nieta del rey Juan I de Portugal (de la dinastía de Avís). Fue madre de Isabel la Católica y su hermano Alfonso de Castilla.
Nació en 1428. Contrajo matrimonio con Juan II de Castilla en Madrigal de las Altas Torres, el 17 de agosto de 1447, tras haber recibido la dispensa pertinente del papa Eugenio IV, por la consanguinidad de ambos contrayentes. Recibió Isabel, como regalo de matrimonio, el señorío de la villa de Arévalo y otros. El marqués de Santillana dedicó a la reina una "Canción" en la que cita al pintor Giotto ("qual Ioto (sic) non vos pintara").
Isabel contribuyó poderosamente a la caída del condestable de Castilla Álvaro de Luna. El rey se inclinaba a dar el cetro al infante Alfonso de Castilla, por algunos digustos que le había dado el infante Enrique, hijo de su primera y fallecida esposa, la infanta María de Aragón, pero terminó de decidirse seguramente por no exponer al reino a una guerra civil. Su mayor disgusto fue la ausencia de un heredero por no consumarse el matrimonio de Enrique con la infanta Blanca de Navarra. Por esto, en 1453 el príncipe Enrique se divorció de su esposa Blanca de Navarra y casó con una prima de su madrastra Isabel, Juana.
Juan II de Castilla falleció en Valladolid el 22 de julio de 1454 y en su testamento destacan las cláusulas relativas a la educación, dotación y conducción de la Corte de sus dos últimos hijos:
Aunque la reina viuda tenía el señorío de la ciudad de Cuenca y las villas de Arévalo y Madrigal, en el testamento confirma expresamente la posesión de la villa de Arévalo.
Muerto Juan II y tras la ascensión al trono de Enrique, Isabel sintió tanto su pérdida que fue supuestamente acometida de una enajenación mental, por lo cual fue confinada junto a sus dos hijos, su madre y un pequeño número de sirvientes, a las Casas Reales de la villa de Arévalo. No está comprobada su participación en la llamada Farsa de Ávila, en la que su hijo Alfonso, entonces con doce años, fue proclamado rey, ni tampoco en las negociaciones secretas con Juan II de Aragón para el matrimonio de su hija Isabel con el príncipe Fernando, heredero de Aragón. Pese a sus problemas de salud, y teniendo en cuenta la corta edad de sus hijos, de los que era tutora, y su amplia visión política ya demostrada en el enfrentamiento de su esposo con el condestable Álvaro de Luna, es muy probable que tuviese un papel importante.
La reina Isabel de Portugal falleció en el municipio de Arévalo el 15 de agosto de 1496, cuando ya reinaba en Castilla y León su hija, Isabel la Católica.
Isabel de Portugal fue sepultada en la Cartuja de Miraflores junto a su esposo, Juan II de Castilla, y su hijo, el infante Alfonso de Castilla. El sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal, realizado en alabastro, es obra del escultor Gil de Siloe.
En el año 2006, con motivo de la restauración de la Cartuja de Miraflores, la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León decidió realizar el estudio antropológico de los restos mortales de Juan II y de su segunda esposa, quienes estaban enterrados en la cripta bajo el sepulcro real, así como el estudio de los restos depositados en el interior del sepulcro del infante Alfonso de Castilla, cuyo sepulcro está colocado en un lateral de la misma iglesia. El estudio antropológico fue realizado por Luis Caro Dobón y María Edén Fernández Suárez, investigadores del área de Antropología Física de la Universidad de León. El esqueleto del rey Juan II estaba casi completo, a diferencia del de su esposa, la reina Isabel de Portugal, del que solamente quedaban varios huesos.
Fruto de su matrimonio con el rey Juan II de Castilla nacieron dos hijos:
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