Las rutas del vino chileno se denominan al conjunto de rutas turísticas establecidas a través de las regiones vitivinícolas de Chile. La gran mayoría se concentra en la zona del Valle Central.
Según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Chile es el quinto productor mundial de vino y el primero del hemisferio Sur. El vino chileno además de ser uno de los productos de exportación más reconocidos del país a nivel mundial, se ha convertido en un potencial atractivo turístico para los seguidores de la cultura enológica todo lo vinculado a su elaboración, siendo el enoturismo una buena fuente de ingresos para el turismo en Chile.
De un total de 339 bodegas productivas existentes en el país, sólo 78 viñas que poseían actividad turística en forma regular durante el año 2013, lo que representa el 23% de ellas. El Valle del Maipo posee la mayor oferta de viñas abiertas a la actividad turística con un total de 23 viñas, le sigue el Valle de Colchagua, con un total de 14 viñas y el Valle de Casablanca es el tercero con mayor cantidad de viñas abiertas al turismo, con un total de 12 viñas. Las visitas turísticas pagadas registradas durante el año 2013 alcanzaron a 533.499 visitantes.
Dentro de las actividades que se pueden realizar en estas rutas, se encuentra contemplado la visita a los viñedos y cavas de las viñas, pudiendo observar parte del proceso de producción, la asistencia a eventos relacionados como fiestas de la vendimia, cata de vinos, ferias y exposiciones del rubro. El 4 de septiembre se celebra en el país el Día Nacional del Vino Chileno, con una serie de panoramas en cada una de las rutas.
En 2015, el sitio web estadounidense especializado sobre viajes y turismo Fodor's, ubicó a los valles vitivinícolas de Chile dentro de los once mejores destinos del mundo para celebrar una luna de miel.
Las primeras iniciativas de enoturismo en Chile comenzaron en la década de 1990 como un intento por aumentar las ventasen las viñas mientras intentaban estabilizar y diversificar sus ingresos. Hubo varios intentos en este período que no tuvieron éxito a pesar de los esfuerzos públicos y privados. Igualmente, varios programas de fomento subsidiados por el gobierno a través de CORFO no lograron sobrevivir en esta etapa. Posterior a esto, las viñas pusieron sus esfuerzos en el visitante de la viña más que en el comprador de vinos y como resultado de ello lograron avanzar en el vínculo entre el sector turismo y la producción de vino.
El primer circuito turístico de carácter corporativo fue la Ruta del Vino del Valle de Colchagua en el año 1996, como un circuito temático en Santa Cruz y que contó con el apoyo estatal del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo y del Ministerio de Obras Públicas, logrando el Wine Star Wine Region of the Yeard Award 2005, otorgado por la revista norteamericana Wine Enthusiast como la mejor región vitivinícola en el mundo de ese año.
A partir del año 2006, el Servicio Nacional de Turismo y la Corporación de Promoción Turística de Chile financian un Catastro Nacional de Enoturismo en Chile, cuyos resultados arrojaron que existían 96 viñas abiertas a la actividad turística, aspecto que fue observado como un proceso paulatino de adopción de esta actividad. Estas viñas buscaban capitalizar a través del turismo el apoyo hacia marcas de vinos prácticamente desconocidas pero que sí poseían productos con premios internacionales. A partir de este año el Gobierno realiza un apoyo a los procesos de comercialización internacional del vino chileno, así como a la investigación y desarrollo a través del programa Innova Chile de CORFO y procesos de mejora a la competitividad de la industria vitivinícola a través de diversos programas. Asimismo, la Corporación de Promoción Turística (CPT) inicia una campaña en conjunto con el sector privado de la industria del vino para desarrollar un plan de marketing internacional del turismo del vino en Chile.
Las doce Rutas del Vino chilenas se encuentran identificadas en el Diagnóstico de Enoturismo en Chile 2013. Vale indicar que existen iniciativas enoturísticas aisladas en otros valles vitícolas aun en proceso de consolidación.
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