La Sinfonía n.º 3 en mi bemol mayor, op. 55, de Ludwig van Beethoven, conocida como Eroica (Heroica, en español), es una obra considerada por muchos como el amanecer del romanticismo musical, puesto que rompe varios esquemas de la tradicional sinfonía clásica. Estuvo inicialmente dedicada a Napoleón Bonaparte.
Esta sinfonía es una de las obras más famosas de Beethoven, que originalmente pensaba dedicarla a Napoleón Bonaparte (la denominó Bonaparte). La idea de componer una sinfonía en honor del «liberador» de Europa al parecer le fue sugerida por el mariscal Jean-Baptiste Bernadotte, embajador de Francia en Viena en 1798, o por Rodolphe Kreutzer, violinista al que Beethoven dedicó una sonata. Bonaparte era, con la diferencia de tan sólo un año, un exacto contemporáneo del músico, que no solamente sentía una viva admiración por su héroe, sino que, más o menos conscientemente, había establecido una especie de paralelismo entre sus destinos respectivos.
Beethoven admiraba los ideales de la Revolución francesa encarnados en la figura de Napoleón Bonaparte, pero cuando este se autocoronó emperador en mayo de 1804, supuestamente Beethoven se disgustó tanto que borró el nombre de Bonaparte de la página del título con tal fuerza que rompió su lápiz y dejó un agujero rasgado en el papel. Se considera que dijo: «¡Ahora sólo... va a obedecer a su ambición, elevarse más alto que los demás, convertirse en un tirano!.[cita requerida]. Algún tiempo después, cuando la obra se publicó en 1806, Beethoven le dio el título de «Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo» («Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre»). Este gran hombre era un ideal, un héroe no existente, pero más bien, fue el espíritu del heroísmo mismo lo que interesaba a Beethoven. También se ha dicho que Beethoven se refería a la memoria de la naturaleza de Napoleón, que una vez fue digna.
Beethoven empezó a componerla hacia 1802, durante su estancia en Heiligenstadt, y la finalizó entre la primavera de 1803 y mayo de 1804. La primera audición privada se produjo probablemente hacia el mes de agosto de ese mismo año, en casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, a quien finalmente fue dedicada. La primera ejecución en público fue dada en el Theater an der Wien de Viena el 7 de abril de 1805 con el compositor a la batuta.
La Tercera sinfonía fue la primera de Beethoven que se interpretó en París por parte de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio, en marzo de 1828.
Los críticos juzgaron la obra «pesada, interminable y deshilvanada». Fue publicada por la Cámara de Artes e Industria de Viena con el número de opus 55 el año 1806, con una dedicatoria para el príncipe. En su dedicatoria y como subtítulo aparece el nombre Bonaparte.
La obra forjó la leyenda de Beethoven como defensor de los derechos del hombre, admirador de la Revolución francesa, propugnador de la hermandad entre los hombres, etc.
En el primer movimiento, en el final de la exposición (cerca de tres minutos), Beethoven indica una repetición. Fue generalmente omitida hasta fines de los años 50, pero en la actualidad generalmente es realizada.
La obra rompe los moldes de la sinfonía clásica. Por ejemplo, ninguna obra sinfónica de Haydn o Mozart dura el mínimo de 45 minutos que dura esta de Beethoven (y casi una hora con las repeticiones anotadas). Los estudiosos de Beethoven han señalado que esta sinfonía marca una especie de frontera entre las dos precedentes sinfonías y ésta. Se ha llegado incluso a hablar de un «segundo» estilo, aun cuando la Cuarta sinfonía sería parcialmente dependiente del «primer» estilo.
Como es usual en toda sinfonía clásica, tiene 4 movimientos:
Su primer movimiento comienza con dos acordes de toda la orquesta que sin más dilación llevan al amplio primer tema, tocado por los cellos, continuado en el primer violín (véase imagen).
Beethoven se anticipa en este movimiento a lo que luego Bruckner haría habitualmente: a los dos tradicionales temas expuestos añade un tercero.
Viene luego una célebre marcha fúnebre en Do menor, tonalidad enormemente significativa en la música de Beethoven (la misma que la de la Quinta Sinfonía o de la obertura Coriolano)
Luego viene un agitado Scherzo cuyo trío incluye toques de trompa que luego se harían casi típicos en las sinfonías románticas alemanas. Haciendo honor al scherzo, es el más altivo de los movimientos y también el más conocido, destacando que es además una obra insignia del compositor.
Para terminar, sigue un Finale en el que se funden la forma sonata y las variaciones tomando como base un tema que Beethoven utilizó en diversas ocasiones (en su ballet Las criaturas de Prometeo (1801), en una de las contradanzas WoO 14 N.º 7 (1802) y como tema para las variaciones para piano Op. 35 (1802) que por esa razón se conocen como Variaciones Heroica).
Un momento particularmente sublime ocurre en el primer movimiento justo antes de la reexposición, cuando una trompa sola se «adelanta» entrando con el tema principal, en una leve disonancia con el resto de los instrumentos, cuatro compases antes de la «verdadera» entrada. Ferdinand Ries, discípulo de Beethoven, reseñó entonces:
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