El sitio de Amida tuvo lugar cuando los sasánidas (en persa, ساساني), a las órdenes del sah Sapor II (en persa, شاپور دوم), pusieron bajo asedio la ciudad romana de Amida en el año 359. En este enfrentamiento participó Amiano Marcelino, historiador de ascendencia griega nacido en Antioquía que entonces era un oficial del ejército romano, quien años después describiría las circunstancias del sitio en su obra Historia (en latín, Res Gestae).
Cuando Sapor II ascendió al trono sasánida, se propuso la tarea de devolver a su reino su antiguo esplendor y recuperar los territorios que sus antecesores habían perdido ante el Imperio romano. Tras aplastar a los árabes en el sur, el sah se trasladó a sus posesiones orientales para hacer frente al empuje de las tribus nómadas, que tenían a los chionitas entre sus grupos más predominantes. La campaña que siguió fue de prolongada lucha durante el periodo 353-358, y concluyó cuando los chionitas se vieron obligados a pedir la paz, como consecuencia de la cual su rey Grumbates acompañaría a los sasánidas en su proyectada guerra contra Roma. Hasta 358 los romanos habían logrado disuadir a Sapor de atacar Mesopotamia, pero aquel año Sapor decidió lanzar por fin una ofensiva hacia el oeste que comenzaría en 359.
El emperador Constancio II dudaba cada vez más de la lealtad de su general Ursicino, y como resultado prefirió no darle el mando de las tropas romanas en el Este, eligiendo en su lugar a Sabiniano. Cuando se propagaron las noticias de la invasión persa, la población civil de la región entró en pánico:
Ante el inexorable avance persa, varias legiones romanas escaparon caóticamente hacia la seguridad que ofrecía la ciudad amurallada de Amida, entre las que se incluían la Legio XXX Ulpia Victrix y la Legio X Fretensis.
Al parecer, el plan sasánida pasaba por eludir las fortalezas más difíciles de tomar como Nísibis y luego marchar directamente sobre Siria. Sin embargo, cuando sus fuerzas se aproximaron a Amida recibieron una provocación para atacar la ciudad, producida cuando el hijo del rey Grumbates, al inspeccionar las defensas de la ciudad, fue asesinado por el virote de una ballesta disparada por la guarnición. Amiano describe entonces cómo Grumbates entró en cólera por la muerte de su hijo y exigió a sus aliados la posibilidad de vengarse de los romanos de la plaza, situación que compara con los hechos a los que condujo la muerte de Patroclo en la guerra de Troya. Los persas se lanzaron al asalto de las murallas con torres de asedio e intentaron tomar Amida apresuradamente, pero la tenaz resistencia romana impidió que tuvieran éxito. Incapaz de conseguir una victoria rápida que no ralentizase su campaña, Sapor tuvo que comprometerse a conquistar la ciudad romana a fin de apaciguar a su aliado.
Según el historiador antioqueno:
El relato cuenta también cómo llegó él mismo a refugiarse en Amida y la forma en que los persas se presentaron ante ella:
El sitio duró 73 días, durante los cuales Sapor hizo varios intentos de expugnar la ciudad, que muchas veces terminaban en un desastre. Varias torres de asedio fueron incendiadas por los romanos, que no se libraron del azote de la peste, si bien terminó al cabo de diez días gracias a una ligera lluvia. Un día antes de la toma de Amida por los persas, Amiano Marcelino logró escapar hacia Melitene, y desde allí regresó a Antioquía.
Una vez cayó la ciudad, la guarnición y sus habitantes fueron pasados a cuchillo. Los sasánidas perdieron aproximadamente 30 000 efectivos en el asedio, pero Sapor II pudo seguir avanzando y tomar Singara y algunas otras fortalezas más en los años siguientes. En 363, el emperador Juliano, a la cabeza de un fuerte ejército, marchó sobre Ctesifonte, pero fue muerto en combate. Su sucesor Joviano se avino a firmar un tratado de paz, por el cual los distritos del Tigris y Nísibis, con un total de cinco provincias romanas, fueron cedidos a los persas, y los romanos se comprometieron a no volver a intervenir en Armenia.
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