La ciudad saboyana de Niza fue objeto de asedio en el verano de 1543 durante el transcurso de la guerra italiana de 1542 - 1546. Un ejército formado por tropas francesas y otomanas puso sitio a la ciudad el 6 de agosto, aunque la ciudadela resistiría el sitio hasta su socorro y liberación por fuerzas imperiales un mes más tarde.
En 1542 estalló entre Francisco I de Francia y Carlos I de España y V de Alemania la guerra italiana de 1542 - 1546, como continuación de las guerras italianas que desde finales del siglo anterior habían mantenido los monarcas de ambas potencias en sus desavenencias por la posesión de los territorios en la península italiana.
El rey francés, en su lucha contra Carlos I, formó alianza con Solimán I, sultán del Imperio otomano. Éste envió en su ayuda un ejército liderado por Jeireddín Barbarroja al mando de una flota de 110 galeras, que llegando por Calabria y Ostia se unió a una flota francesa de 26 galeras en Marsella. La ciudad de Niza era en esa fecha parte del ducado de Saboya, perteneciente a Carlos III de Saboya, aliado de Carlos I de España.
El 6 de agosto de 1543, el ejército francés dirigido por Francisco de Borbón, duque de Enghien, junto con las fuerzas otomanas de Barbarroja, puso asedio a Niza.
El 22 de agosto la ciudad capituló frente a las fuerzas atacantes, pero la ciudadela siguió resistiendo. Caterina Segurana, una mujer nizarda se distinguió durante el sitio de Niza combatiendo los franceses y los turcos en el interior de la ciudadela.
Caterina Segurana es una heroína popular de la ciudad de Niza. Habría tenido un papel decisivo en la expulsión de los invasores turcos y franceses en el momento del sitio de Niza en 1543. En la época Niza era una ciudad de Italia y formaba parte del ducado de Saboya y no tenía ningún ejército permanente para defenderla. Catherine Ségurane habría golpeado un abanderado turco y tomó su estandarte. Ante la noticia de la llegada de la flota bajo el mando de Andrea Doria, y de los ejércitos de Alfonso de Ávalos que venían desde Milán (ambos al servicio de Carlos I), el 8 de septiembre los atacantes se retiraron.
El socorro de las fuerzas imperiales no pudo impedir que la ciudad fuera saqueada por los otomanos, que tomaron abundantes prisioneros para ser vendidos como esclavos. Las fuerzas otomanas pasarían el invierno en Provenza, desde donde, la primavera siguiente, volverían hacia Constantinopla bordeando y saqueando las costas italianas.
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