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Sorghum halepense



El sorgo de Alepo (Sorghum halepense) es un cereal, producto de una hibridación de introgresión con otra especie del género Sorghum en la familia Poaceae.

El origen del sorgo se localiza en África central (Etiopía o Sudán), pues es en esta zona donde se encuentra la mayor diversidad varietal de la especie. Esta diversidad disminuye hacia el norte de África y Asia. Existen, sin embargo, ciertas evidencias de que surgió de forma independiente tanto en África como en la India. Es precisamente en este último país de donde datan en el siglo I d.C. las primeras referencias escritas. También se encuentran en Siria esculturas que tratan el desarrollo de dicha especie.[1]

No se sabe exactamente cuándo se introdujo la planta por primera vez en América, aunque se asume que las semillas de esta especie llegaron al Nuevo Continente en barcos que transportaban esclavos desde África. Ingresó en Estados Unidos procedente de Turquía hacia 1830. El primer informe escrito de su presencia en México es de 1913, aunque para esa fecha había llegado hasta Yucatán y era una importante maleza en Nuevo León (Alcaraz, 1913).

El nombre científico, Shorgum halepensis (L.) Pers. hace referencia a la ciudad de Haleb (Aleppo) en Siria. Recibe varios nombres comunes: cañota, millaca,[2]​ hierba johnson, pasto johnson, sorguillo, canuto, pasto ruso, paja johnson, zacate johnson, pasto silvestre, sorgo silvestre, sorgo de Alepo. En Argentina se lo conoce como "maicillo".

Se considera que esta maleza es autógama pero no completa, exhibiendo un 6 a 8 % de alogamia. La dispersión de las semillas puede producirse a través de distintos agentes, como es el agua de irrigación (en los sistemas bajo riego) y también por escorrentía superficial en campos con pendiente en los sistemas de producción de secano. Los herbívoros que consumen esta maleza eliminan las semillas a través de las heces, con diferente nivel de dormición, sin pérdida de viabilidad. Probablemente las aves puedan dispersar a gran distancia esta maleza.

Las dos fuentes principales de dispersión secundaria son los granos o semillas para la siembra contaminadas con esta maleza y el equipo de cosecha: muchas semillas pueden ser transportadas largas distancias desde el sitio original en los distintos enseres del equipo de cosecha (sinfines, volquetes, carros tolvas y vehículos complementarios), los que pueden incluso alojar semillas en la banda de rodamiento de sus neumáticos.

Las semillas recién dispersadas exhiben elevada viabilidad (superior al 85 %) y un alto grado de dormición. En el suelo se suelen encontrar fracciones o subpoblaciones de semillas con diferente nivel de este efecto y diferentes requerimientos para su activación. Este complejo mecanismo evolutivo permite a las semillas no solo detectar la existencia de canopeos, sino también medir la profundidad a la que se encuentran, lo cual está muy relacionado con sus probabilidades de éxito tras la emergencia.

Los rizomas constituyen un mecanismo de propagación muy eficaz y -desde el punto de vista evolutivo- constituyen uno de los pilares de la persistencia de esta mala hierba en una gran variedad de agroecosistemas y amplias latitudes, desde que replican genotipos resistentes y adaptados. Los rizomas constituyen, en promedio, el 30 % de la biomasa total que acumula una planta durante todo su ciclo.

Si se realiza una estimación periódica de la biomasa de rizomas durante todo el año, se obtiene una función de tipo sinusoidal, la cual exhibe valores máximos hacia el fin del verano e inicios del otoño y valores mínimos hacia el fin del invierno e inicios de la primavera. Tanto el consumo de sustrato por respiración durante el invierno, como la removilización de reservas para sustentar el crecimiento de estructuras aéreas (macollas) caracterizan el segmento decreciente de la biomasa de rizomas. Los procesos involucrados en el segmento creciente comprenden a la formación de fotoasimilados y su transporte hacia el sistema subterráneo, con una tasa de acumulación elevada. Durante la etapa de acumulación de biomasa subterránea las concentraciones de los carbohidratos aumentan.

Es importante recalcar que la fracción decreciente se reinicia toda vez que el sistema aéreo se destruye; como consecuencia de la perturbación del sistema de macollas por bajas temperaturas invernales (heladas), a causa de un control mecánico durante la primavera o el verano, por la acción de herbicidas de contacto o por una pobre actividad de un herbicida sistémico.

Aunque muestra marcada preferencia por los climas cálidos, aparece igualmente en zonas más frías. De hecho, tras ser introducida en el sur de Estados Unidos de América como forrajera y comprobarse su proceso de naturalización se pensó que solo afectaría a las regiones de clima templado-cálido, constatándose posteriormente su capacidad para colonizar áreas mucho más frías y extenderse hacia latitudes mucho más septentrionales, llegando actualmente al límite con Canadá. En España aparece tanto en estaciones ruderales como en campos de cultivo, especialmente en los viñedos, cultivos de cítricos, arrozales, campos de remolacha y de maíz, así como en cursos de agua (acequias, canales, etc.).

a) Temperatura: en general se sabe que el desarrollo de las plantas del pasto Johnson, tanto para el crecimiento y desarrollo de la parte aérea como para el de raíces y rizomas, es óptimo a 32 °C.

Para la formación de rizomas existe un límite mínimo de 15 a 20 °C y un límite máximo de 40 °C. Para la germinación de las yemas de los rizomas el máximo es de 39, con un óptimo de 28-30 °C y un mínimo de 15 °C. Se sabe que la temperatura máxima que soportan los rizomas es de 50 a 60 °C por espacio de 3 días, cuando se localizan a 2.5 cm de profundidad en el suelo. Su tolerancia a las bajas temperaturas aumenta con la profundidad a la que se encuentran enterrados los rizomas y bajas temperaturas edáficas limitan la expansión de la especie,[3]​ mientras que la floración está regulada por la temperatura y no por los factores nutricionales.[4]

Se necesita una temperatura sostenida de -9 °C para causar la muerte de los rizomas de esta especie, sobreviviendo al frío si se localizan a 20 cm o más de profundidad en el suelo.[5]​ Respecto a la germinación de semillas, esta es nula a 10-15 °C, siendo su óptimo de 39 °C.[6]

b) Luz: se ha podido demostrar que el sorgo tiene un desarrollo óptimo con un fotoperíodo de alrededor de 12 a 13 horas. Para un fotoperíodo de 12 horas, el crecimiento de esta gramínea es óptimo a 27 °C, pese a que en las etapas iniciales el crecimiento sea óptimo a 32 °C.

En otro estudio se encontró que mediante la interrupción del periodo oscuro de 8 h, las plantas de sorgo no florecen y su producción de rizomas disminuye grandemente, sin afectar la producción de raíces, proponiendo esta estrategia como un posible medio para evitar la diseminación de la especie.

c) Profundidad y tipo de suelo: prefiere suelos profundos, sin exceso de sales, con buen drenaje, sin capas endurecidas, de buena fertilidad y un pH que varía de ligeramente ácido a alcalino.

Existen diferencias en cuanto a la producción y distribución de los rizomas de acuerdo a la textura del suelo,[7]​ en un suelo franco-arenoso, la producción de rizomas fue casi el doble que en un suelo arcilloso. En un suelo franco-arcilloso-limoso la producción de rizomas fue 10% menor que en el anterior. Además se encontró que un suelo arcilloso el 80% de los rizomas se localizan en los 7.5 cm de la superficie del suelo, contrastando con el mismo estrato en un suelo franco-arenoso, siendo la emergencia de rizomas mayor en este tipo de suelos que en un suelo arcilloso.

d) Agua: Requerimiento en el ciclo:

Es fundamental que el suelo tenga una adecuada humedad en el momento de la germinación para que se dé una emergencia rápida y homogénea. Las mayores exigencias en agua comienzan unos 30 días después de emergencia y continúan hasta el llenado de los granos, siendo las etapas más críticas las de panojamiento y floración.

Con frecuencia, en una campaña se cosechan dos o tres cortes de heno; es un pasto valioso, pero las plantas jóvenes pueden contener cantidades notables de HCN, y por lo tanto debe pastarse con prudencia.

Leyenda: MS (Materia seca), PB (Proteína bruta), Cen. (cenizas), EE (extracto etéreo), ELN (extracto libre de nitrógeno), FB (fibra bruta), Ref. (Referencia)

A pesar de ser un buen forraje, como se ha mencionado presenta el inconveniente de tener un glucósido cianogénico tóxico llamado "dhurrina" que se incrementa en condiciones de sequía, helada, alto contenido de nitrógeno y bajo contenido de fósforo en el suelo, además de ser más común en plantas jóvenes. Los casos de envenenamiento son más frecuentes en ganado vacuno y se pueden evitar mediante el ensilaje, proceso en el cual la dhurrina es inactivada. Los animales afectados por su consumo en fresco presentan dolores de abdomen. Las aves pueden consumirla sin que les produzca efectos adversos.

El sorgo de Alepo es una de las 10 malas hierbas más dañinas a la agricultura mundial,[9]​ ocupando esta el sexto lugar, localizándose en áreas templadas, subtropicales y tropicales del sur de Estados Unidos, México, centro y Sudamérica, zona mediterránea de Europa, África, India y Australia.

Las plantas que cuentan con este tipo de asimilación toleran altas intensidades lumínicas, altas temperaturas, baja concentración de CO2 y alta concentración de O2 en la atmósfera sin afectar su proceso fotosintético, además de que no presentan el fenómeno de fotorrespiración por lo que son altamente competitivas.

Estos sorgos son plantas C4, debiendo en gran parte su agresividad a esta cualidad. De esta forma, algunas autores afirman que una ingesta de sorgo de Alepo en maíz reduce 2/3 partes del peso seco del grano,[10]​ y 60-100 kg/ha de potasio. De la misma manera, las infecciones de esta hierba parásita en maíz reducen el crecimiento y tamaño del cultivo retardando la diferenciación de los órganos vegetativos y reproductivos,[11]​ y reduce el área de las hojas y el tamaño de las mazorcas, causando esterilidad de muchas flores debido a la competencia entre ambas. El pasto de Johnson puede reducir en más del 45 % los rendimientos de caña de azúcar y soya.[12]

Actúa como hospedante de un díptero plaga conocido como mosquito del sorgo (Contarinia sorghicola,[13]Cecidomyiidae) bastante específico del sorgo cultivado que hiberna en las semillas de la mala hierba, desde donde infecta al cultivo. Se considera también un contaminante del polen del sorgo cultivado y un hospedante del virus del mosaico de la caña de azúcar (de ahí la bajada de rendimiento). Además es hospedera alternante de otras importantes plagas y enfermedades como son: el mildiú velloso (Aclerospora sorghi) y el antracnosis (Colletotrichum graminicolum).

Debido a que su presencia se circunscribe a entornos agrícolas es suficiente con considerar las prácticas llevadas a cabo habitualmente en este tipo de medios. Es esencial desarrollar estrategias preventivas que contemplen el uso de semillas o mezclas de éstas (como las empleadas habitualmente en la creación de céspedes forrajeros) y de sustratos absolutamente exentos de propágulos de esta especie.

El arranque manual puede efectuarse por medio de herramientas agrícolas, tales como cultivadoras azadas, arados, rotator y etc. Este tipo de control arranca la hierba a la vez que se remueve el suelo pudiendo beneficiar al cultivo al extraer los rizomas. No obstante, el uso de control mecánico en especies de malas hierbas perennes es limitado debido a que se reproducen vegetativamente. Con el sorgo de Alepo las posibilidades de éxito con este tipo de control son muy limitadas ya que se ha demostrado que una planta proveniente de semilla o rizoma, de más de 20 días de edad, soporta 8 cortes semanales consecutivos sin morir.

En algunos terrenos se acostumbra rastrear los terrenos infestados con esta maleza para exponer sus rizomas al medio y causar su muerte por desecación o daños de heladas.[3]​ Sin embargo, se ha observado que los rizomas de esta especie soportan una desecación de hasta un 75% de su peso fresco sin perder su viabilidad. Además estos órganos toleran -9 °C sin morir, por lo que este tipo de prácticas no aseguran un buen control de esta maleza y pese a que pueden ser eficientes, se requiere de una cantidad extraordinaria de mano de obra, lo cual se refleja en un mayor coste.

La inundación es una opción viable en algunas zonas.[14]​ Hasta el momento no se conocen agentes de control biológicos específicos y efectivos.

El estudio de ciertos biotipos de EE. UU. exhibe resistencia simple y cruzada a los herbicidas graminicidas tipo ACCASE, además de ALS (imidazolinonas) y dinitroanilinas (trifluralina).

En países donde aparece como planta parásita de otros cultivos, principalmente soja, se está convirtiendo en los últimos años en un auténtico problema por los altos niveles de resistencia que presenta a herbicidas, y concretamente, a glifosato. En la siguiente publicación argentina de alertas de malezas[15]​ se puede leer lo siguiente:

El control debe asentarse en el cumplimiento oportuno y sistemático de cuatro objetivos básicos:

a) Destruir la población de yemas existentes en los rizomas. b) Impedir la formación de nuevos rizomas. c) Impedir la producción y/o aportes de semillas. d) Disminuir la población de semillas en el banco, y en los productores de semillas.

Los cuatro objetivos deben enmarcarse en el programa de rotaciones o secuencias de cultivos y sus respectivos barbechos, de manera de optimizar tanto las tácticas de control como la habilidad competitiva de los cultivos. La detección y eliminación temprana de los focos de invasión y la prevención constituyen las mejores inversiones, las que bajo formas y metodologías relativamente sencillas, pueden evitar la diseminación de la maleza en todo el campo.



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