Taima o Teima (en árabe تيماء; 27°37'30" N, 38°32'30" E) fue una antigua ciudad situada al noroeste de la actual Arabia, emplazada en medio de un vasto oasis históricamente habitado y rodeada de un muro de piedra y barro sobre una colina, que controlaba las rutas comerciales que atraviesan el desierto entre Yathrib (Medina) y Dumah. Hoy es un sitio arqueológico de 500 hectáreas de la provincia de Tabuk, en las proximidades de la actual Talma, a 400 km. de Medina y a 830 metros sobre el nivel del mar.
Se conservan documentos que la acreditan en tiempos antiguos como colonia judía, provista de multitud de pozos y edificaciones. Así mismo se menciona en varios pasajes bíblicos con el nombre de Tema (hijo de Ismael). En el Libro de Jeremías (23, 25) el profeta se pronuncia en su contra, y aparece también en fuentes asirias y babilónicas.
Charles Huber descubrió en el año 1883 la llamada Estela de Teima, que lista a los dioses adorados en la ciudad en el siglo VI a. C.
Su condición de gran oasis hizo el lugar óptimo para su ocupación, datándose sus primeros restos durante el segundo milenio (Edad del Bronce final). Estuvo gobernada por pequeñas fuerzas locales hasta la llegada de los asirios en el siglo IX a. C., a los que debieron tributo.
Prosperó en los siglos VII-VI a. C. gracias al comercio, ya que por su condición de oasis y lugar estratégico entre el Mediterráneo, Egipto, Mesopotamia y Arabia fue un lugar importante de encuentro de caravanas, tanto que el rey asirio Tiglatpileser III denominó en su honor Puerta del Desierto a una de las entradas fortificadas de Nínive, la capital.
La Crónica de Nabonido relata que fue el destino del rey neobabilónico Nabonido (Nabonid), durante el largo viaje de 10 años que efectuó, aunque no relata sus intenciones con total claridad. La ciudad pertenece entonces a Babilonia.
Perteneció al Reino Nabateo de Petra gracias a su condición de encuentro de caravanas, y entró en su mejor época por ello entre los siglos IV a. C. y I d. C.
En el siglo II pasó a pertenecer al Imperio romano, y a su caída quedó incluida en el Imperio bizantino. Más tarde jugó un papel importante dentro del Imperio islámico.
Benjamín de Tudela la visitó en el siglo XII durante su viaje en búsqueda de asentamientos judíos.
Entre ellos destacan:
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