Visir (del egipcio وزير wazīr) corresponde al término con que varios Estados históricos de Oriente Medio denominaron a los asesores políticos de un monarca, de forma similar a cuanto fueran los validos o ministros.
En el mundo árabe actual y algunos países cercanos en África oriental y Asia central, se utiliza el término de «visir» para nombrar a los ministros de un gabinete e incluso el primer ministro puede ser llamado como ra'īs al-wuzarā, presidente de los ministros. Sin embargo, en dichos casos, se suele traducir al español el término simplemente como «ministro», dejando el uso de «visir» únicamente como una referencia histórica.
En textos actuales, referentes a la historia del Antiguo Egipto, se denomina visir (anacrónicamente) al máximo dirigente o «primer ministro», cuya autoridad solo era superada por la del faraón, asumiendo varias de sus funciones por delegación.
La figura del visir en la época musulmana cobró importancia cuando los califas abasíes adoptaron las formas de la extinta monarquía persa. El califa se rodeaba de pompa y se convertía en un ser misterioso e invisible, que gobernaba por medio de un primer ministro que generalmente cumplía la doble función de mantener al monarca alejado de las ingratas tareas administrativas y al tiempo atraer sobre sí mismo las responsabilidades y cuentas que pudieran pedirse sobre la acción de gobierno, manteniendo así intacta la reputación del califa, jefe temporal y espiritual de la comunidad. La figura no tiene nada de original: no está ligada únicamente al califato ni tampoco a un contexto islámico, aunque fuera de él no se usa el término visir.
En el oriente musulmán (Máshreq) muchos visires eran personas, personas que -quizá por su tradición cultural- estaban más preparadas para asumir las tareas de administración de un gran territorio que sus jefes, los califas árabes o los sultanes otomanos, unos y otros procedentes de tradiciones culturales nómadas o en cualquier caso ligadas a pequeños Estados.
Los visires ejercían en ocasiones el poder de facto, dejando a los monarcas como meras figuras legitimadoras de su autoridad, tal y como ocurría en Europa con los validos de los reyes.
Entre los visires famosos destacan Nizam al-Mulk, ministro del joven rey turco de la dinastía selyúcida Malik Shah, al que se atribuye un papel de visir paternalista y sabio, y a veces cercano a Maquiavelo, o el andalusí Ya'qub al-Mansur, Almanzor. El cargo de este último era el de hāyib o chambelán de Hisham II y no el de visir, aunque sus funciones eran similares.
En textos actuales, referentes a la historia del Antiguo Egipto, se denomina visir (anacrónicamente) al máximo dirigente o «primer ministro», cuya autoridad solo era superada por la del faraón, asumiendo varias de sus funciones por delegación.
El gran visir o vazir-e a'zam (وزیر اعظم) o sadr-e a'zam (صدر اعظم) en la nomenclatura usada por el Imperio otomano, la dinastía safávida, la dinastía kayar y otras dinastías turcas, fue una especie de primer ministro, en quien el monarca solía delegar la administración del gobierno, y a quien solamente podía despedir el mismo monarca.
En el caso otomano, las dependencias de gobierno del gran visir se encontraban (en Estambul) tras la Sublime Puerta, cercanas a las murallas del Palacio de Topkapı, donde se hallaba el Divan-ı Humayun, gabinete de visires del sultán. El último visir reinó hasta el primero de noviembre de 1922 cuando la ocupación de Constantinopla y la partición del Imperio otomano vieron el fin de los otomanos.
En farsi se llama «visir» a la reina del ajedrez.
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